Alejandro Borchex pertenece a una familia que ya lleva seis generaciones de juninenses. Sus ancestros arribaron al país en una de las primeras migraciones, en 1855, procedentes de Saint Jean Pied de Port, una localidad vascofrancesa ubicada al este de los Pirineos. De allá llegaron tres hermanos Borchex, quienes se instalaron en la localidad de Rojas. De ellos, Bartolomé se trasladó, luego, a Junín, quien resultó ser la piedra fundamental de la descendencia de ese apellido en nuestra ciudad.
Entre ellos, Alejandro ha llevado el apellido bien en alto, con un importante desarrollo profesional en nuestra ciudad, pero también con un gran compromiso por la comunidad que se tradujo en su paso por la función pública y, principalmente, en su trabajo gremial en las entidades agropecuarias a las que aún hoy representa con energía. Y sobre las que abriga alguna esperanza de unidad.
“La desunión se da por las posiciones personales de los dirigentes”.
Ingeniero
Alejandro se crió en el centro de la ciudad y siendo adolescente, su familia se mudó a una quinta en la zona de Primera Junta y la Ruta 188.
Hizo la primaria en la Escuela N°1 y la secundaria en el Colegio Nacional.
Fue un elemento externo, casi impensado, el que hizo que decidiera su futuro. “Yo era un alumno relativamente aplicado –recuerda– a tal punto que, hasta cuarto año, no había fallado en ninguna asignatura, pero en ese año tuve que rendir examen en Física, y eso me llevó a estudiarla intensamente, me gustó y terminé eligiendo por ese lado mi carrera”.
Así fue como siguió la carrera de ingeniero civil en la UBA. Se destacó en la materia Hidráulica, donde fue ayudante alumno, y eso motorizó su inclinación, dentro de la ingeniería civil, hacia esa especialidad.
Trabajó en la Subsecretaría de Recursos Hídricos, y tuvo injerencia en algunos proyectos importantes, como la presa de Alicurá, en Neuquén, y con un cargo importante en el desarrollo de la Represa Hidroeléctrica de Salto Grande.
Luego retornó a Junín para trabajar en la ejecución de proyectos que tenían que ver con el manejo de cereales.
“La actividad gremial es una llama que uno tiene prendida”.
Productor agropecuario
Las circunstancias de la vida hicieron que fuera el reemplazo natural de su padre cuando dejó de trabajar y se hizo cargo del campo de la familia.
“Siempre me atrajo el campo así que pareciera que las circunstancias se alinearon hacia mis inclinaciones”, afirma.
Su empuje y disposición hicieron que rápidamente tuviera buenos resultados en una actividad que mantiene hasta el día de hoy.
Actividad gremial
Arrancó como socio en la Sociedad Rural de Junín, estuvo como vocal en la comisión, fue secretario, vicepresidente, y a principios de los años 2000 fue presidente de la institución, hasta 2004.
Paralelamente, se asoció a la Sociedad Rural Argentina, donde fue elegido delegado del partido ante la entidad.
“Mi deseo es que haya unidad entre las entidades agrarias –afirma–, porque entiendo que el campo mucho aportaría al sector si muestra un criterio de unidad, ya que los temas son comunes y los diagnósticos se comparten. No me resulta fácil aceptar estas divisiones. Si el campo considera tiene valores trascendentes, consolidados y distintos de otros sectores, habría que demostrarlo. La desunión se debe más a las posiciones personales de los dirigentes que a las cuestiones comunes del sector”.
Trabajo en ríos
A partir de sus conocimientos de hidráulicas, desde un principio se interesó en al Plan Maestro de la cuenca del Río Salado y hoy es uno de los máximos referentes con mayores conocimientos en la materia. “Estoy prácticamente desde siempre con esto”, recuerda.
Sobre este punto, destaca que se concretó casi en su totalidad la zona A1, desde Villegas hasta el Carpincho, pero cuestiona que queda pendiente otro aspecto, que es el manejo del agua: “Ahí tenemos grandes falencias. Hay que organizar la forma de que los representantes de todos los sectores a, en donde se enfrentan intereses, se sienten en una mesa para decidir el manejo en conjunto”.
“Entiendo que el campo mucho aportaría al sector si muestra un criterio de unidad, ya que los temas son comunes y los diagnósticos se comparten”.
Balance
Después de años de dedicación, sigue atraído por la actividad gremial, a la que califica como “una llama que uno tiene prendida”. Y agrega: “Es un llamado a tratar de aportar algún elemento que corrija o que mejore el funcionamiento del sector. Estas son dedicaciones que no se dejan”.
Con todo, al momento de hacer un balance, no se muestra tan conforme: “Lo que veo no es muy reconfortante. Los problemas subsisten, estamos navegando dentro de un mismo ámbito en el que no hay salida, el barco no encuentra el rumbo. No preveo que pueda ocurrir ninguna solución sectorial si no se normaliza la Argentina. No hablo de este gobierno, ni el anterior ni el otro, hablo en general. Deberán ocurrir cambios para normalizar el país”.
Sin embargo, sí se manifiesta satisfecho en el plano personal. “No me puedo quejar –asegura–, las cuestiones familiares, de salud, de patrimonio, están razonablemente alineadas, entonces es como decía un viejo amigo, a quien yo le preguntaba cómo se encontraba con sus noventa años, y me decía ‘muy bien, y si miro alrededor, mucho mejor’”.
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