Aún cuando los especialistas aseguren que la devaluación no se traslada a los precios de manera directa, lo cierto es que la volatilidad en el tipo de cambio hizo que la inflación pasará a ser el tema más importante en la economía doméstica, lo que obligó a los consumidores a cambiar de hábitos de compras.
En diálogo con Democracia, Héctor Polino, fundador, representante legal y máximo referente de la organización Consumidores Libres explica cómo es hoy ese comportamiento: “Se pasa a consumir de primeras marcas a segundas o terceras, o a las propias de las cadenas de supermercados. Hay mayor concurrencia a supermercados mayoristas, que suelen tener mejores precios que los minoristas. En las grandes ciudades hay mayor cantidad de consumidores en las ferias itinerantes, o al Mercado Central de Buenos Aires, sobre todo los fines de semana”.
Asimismo, se realizan más pagos con tarjetas y en cuotas, lo que es “un arma de doble filo”, según Polino, porque “el costo de la financiación puede transformarse en algo impagable”.
Es que la economía cotidiana se vio atravesada por la devaluación del peso, algo que tiene un impacto en los precios, aunque no de manera directa, según los especialistas.
Impacto más lento
Leandro Romano, licenciado en Economía oriundo de Lincoln que está al frente de la consultora Price Waterhouse & Co., analiza que las consecuencias de la devaluación para la vida cotidiana “se van a ver vía algún aumento de precios que, de hecho, ya se verificó un poco en agosto y en septiembre parece que también va a ser de un 3 o 4 por ciento”. Estas alzas se darán, principalmente, “en aquellos productos que tengan en su base de costo bienes que llamamos transables o que tengan precio internacional”. Entre ellos, los alimentos, la energía y los combustibles son los que impactan más rápido.
No obstante, en términos generales, los incrementos en los precios van detrás de la depreciación del peso: “De acuerdo a algunos análisis que hicimos, podemos decir que en los últimos episodios de devaluaciones más o menos significativas que tuvo Argentina, a fines de 2015 y principios de 2016, o en enero de 2013, o en 2009, cuando hubo algunas depreciaciones de la moneda importantes –aunque no tan significativas como la que estamos viendo en los últimos meses– se ve que la variación del tipo de cambio fue diferente y alrededor de un año y medio después el nivel de precios había variado tanto como lo había hecho la devaluación. Es decir que no es inmediato, va teniendo cierto rezago”.
En el mismo sentido, Pedro Cascales, secretario de prensa Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) considera que “el traslado a precios es más lento, aunque en Argentina es de los países en que más rápido sucede, más que nada por nuestro ADN, esta cultura de pensar en dólares. Sin embargo, no hay razones objetivas para que esto sea así en todos los rubros”. Es por ello que supone que no habrá una relación tan inmediata “porque hay un bajo nivel de ventas, una gran capacidad ociosa –que en el ámbito de las pymes se calcula hoy en un 40 por ciento– entonces se está tratando de incrementar los precios lo menos posible para tratar de mantener el nivel de ventas”.
La inflación
Para Polino, la influencia es muy importante “porque se producen fuertes aumentos de precios, en todos los productos, sobre todo en la canasta básica de alimentos, perjudicando a vastos sectores de la sociedad, sobre todo las clases media, media baja, los trabajadores que tienen un ingreso fijo, los jubilados que perciben el haber mínimo –que son el 70% de la clase pasiva– de modo que la devaluación del peso no solo influye en aquellos artículos que son importados o los de fabricación nacional que tienen algún componente traído del exterior, sino también en aquellos que son de producción nacional que una parte se exporta y ese precio de exportación luego incide en lo que se consume en el mercado interno”.
El Observatorio Económico y Social de Junín, que desde octubre de 2017 difunde una valorización de canasta básica elaborada a partir del relevamiento semanal de precios de mercado en un conjunto de establecimientos, señala en su último informe que en agosto último se registró un aumento del 5,9% con relación al mes anterior, y acumula en lo que va del año un 35,5%.
En referencia a los precios, Cascales advierte que el Estado “va a tener que actuar con la nueva Ley de Defensa de la Competencia” para ver si existen abusos con la fijación de precios de manera arbitraria por parte de empresas que, a veces, se escudan en la suba del dólar, cuando no siempre los afecta directamente esa situación. “Las pymes no son formadores de precios –agrega–, nosotros transformamos algunas materias primas que recibimos, o comercializamos, o brindamos algún servicio, pero no somos monopólicos ni oligopólicos, con lo cual, lo que hacemos es trasladar o absorber la suba de precios que recibimos en alguna etapa del proceso anterior”.
El peso del combustible
Los combustibles y la energía son dos rubros en donde más rápido se siente el impacto de los aumentos y esto sí impacta de lleno en los precios, dado que son productos que modifican las estructuras de costos a las industrias que producen los artículos y a los comercios que los venden, y esos mayores costos se trasladan a precios. “No siempre lo hacen en la misma proporción, sino que a veces, y por las dudas, se lo hace en un ritmo aún mayor”, advierte Polino.
El ex legislador nacional y porteño recuerda que “el 90 por ciento del transporte de carga se realiza a través del camión”, por lo que “la logística incide en la estructura de costos de una canasta de alimentos, en promedio, en un 35%”, con lo cual, queda clara la incidencia directa que tienen los aumentos del combustible. Basta recordar, en este punto, que este año hubo nada menos que doce incrementos de las naftas y gasoil.
Sobre este tema, Cascales sostiene que el impacto de la suba de los combustibles en precios “no ha sido y no parece que sea total porque, más allá de que se maneja en valores internacionales, el Estado suele intervenir para que no haya un traslado tan violento o directo, porque casi todos los productos están afectados por el precio de los combustibles debido al transporte, sobre todo en el interior del país. Según su análisis, la influencia del flete los productos, en promedio, es de un 10 por ciento, aunque hay algunos en los que es mayor.
Créditos y financiación
En términos financieros, los cambios también son palpables, ya sea en los créditos personales e hipotecarios, como en las herramientas de financiación.
“En términos generales, se ve una retracción en la demanda de créditos –comenta Romano– en buena medida porque las tasas de interés, por la política monetaria, están muy elevadas entonces se hace más onerosa la financiación y, en algún caso, ha disminuido esa demanda”. El economista con posgrado en Mercado de Capitales también analiza que, así como “en 2017 venían creciendo mucho los créditos con destino para viviendas”, en la actualidad “hay una caída fuerte, por lo menos hasta que se estabilice el tipo de cambio y haya una referencia más clara del valor de las propiedades”.
Cascales remarca que para la CAME ese es uno de los problemas principales para las pequeñas y medianas empresas. “Todo pasa por la financiación –enfatiza–, por las altas tasas y aquellas empresas que han importado máquinas para equiparse, la deuda le implica el doble de pesos”.
A propósito del equipamiento, el referente de la CAMO aclara que “esta suba tan brusca del dólar afecta considerablemente a las pymes que han invertido, porque el 70% de las máquinas son extranjeras, aunque las nacionales también están dolarizadas, entonces, muchas se endeudaron para incorporar esas herramientas y ahora les está impactando de lleno”.
Perspectivas
Se sabe, hasta los referentes más importantes del gobierno nacional lo dijeron: los meses que se vienen van a ser difíciles.
En un análisis sobre el futuro inmediato, Romano cree que “de acá a fin de año, hay dos variables que hay que considerar: por un lado, si se estabiliza el tipo de cambio, en la medida que esto suceda y tengamos una referencia clara, se podrían empezar a tomar otras decisiones que, quizás, hoy están demoradas a la espera que se establezca el valor del tipo de cambio; la otra variable a tener en cuenta es el déficit fiscal que pareciera que, con el programa financiero que presentó el ministro esta semana, las necesidades de fondos están cubiertas y, por lo tanto, no debieran esperarse malas noticias en ese sentido”. Es decir que, en la medida en que esté cubierto el financiamiento del déficit fiscal y el tipo de cambio encuentre un equilibrio pronto, “probablemente podamos salir un poco más rápido de la caída de la actividad económica que se está viendo en estas semanas”.
Es por eso que evalúa que “quizás ya a principios del año próximo podamos esperar algunos indicadores positivos”.
En cambio, para Cascales la recuperación podría a demorar un poco más: “Va a depender de que se estabilicen las variables macro, y que baje la volatilidad. En la medida en que eso se logre, se va a traducir en una baja de la inflación y ahí vamos a poder ver una mejora. Va a ser difícil que veamos eso de acá a fin de año, tal vez hacia marzo”.
Distinta es la perspectiva de Polino, quien ve un panorama que “se va a ir complicando cada vez más porque los aumentos van a continuar”. Y concluye: “Ya sabemos que a partir del 1 de octubre habrá una nueva suba de la tarifa del gas natural, todavía no se definió el porcentaje, hubo una audiencia pública del martes pasado y lo definirá el Enargas en los próximos días, aunque ya se habla de alrededor de un 30%. Seguramente se va a producir alguna nueva alza en el precio de los combustibles de acá a fin de año, en lo que va de este 2018 ya hubo doce aumentos en las naftas y el gasoil. Y vamos a terminar el año con una inflación que va a superar el 40%. De modo que todo indica que el proceso de aumento de precios, lamentablemente, va a continuar”.
COMENTARIOS