Raúl Orrico: “La pesca es una terapia bárbara”
Es uno de los socios más antiguos del Club de Pescadores y un referente de la actividad. Ganó numerosos concursos y hoy, a sus 80 años, sigue haciéndolo de manera recreativa. “Los pescadores son buenas personas”, afirma.
Siempre que puede, cada dos o tres semanas, Raúl Orrico aprovecha el sábado para ir a pescar, una rutina que mantiene desde hace décadas. Hoy, con 80 años, lo hace acompañado de su hijo.
Con su infaltable radio portátil y el equipo de mate, emprende un camino similar al que hacía hace 70 años, cuando agarraba su caña, se subía a la bicicleta y salía con sus amigos hacia la laguna El Carpincho.
Mucha agua corrió bajo el puente desde aquella época hasta hoy para quien es uno de los socios más antiguos –si no el más– del Club de Pescadores y un ferviente defensor de este deporte.
“La locura mía es la pesca –afirma–, me gusta sentarme a tomar sol, escuchar la radio, tomar mate y ver el movimiento de la boya. Disfruto de todo. Si tengo un dolor, cuando voy a pescar se me pasa, es una terapia bárbara para mí”.
“El pescador necesita el factor suerte, eso es fundamental”.
Más allá de la pesca
Orrico se crio en lo que hoy sería el margen oeste de Pueblo Nuevo, muy cerca de la recordada panadería La Equidad. Después se mudó a El Picaflor. Hizo la primaria en las escuelas N°12 y N°2, y más adelante cursó en la Escuela de Aprendizaje.
Una vez egresado, su padre no quiso que ingresara al ferrocarril. Entonces trabajó como cadete, luego fue cobrador, más adelante atendió la inmobiliaria de Omar Dematei, hasta que ingresó en la terminal de ómnibus para atender las boleterías de las empresas Córdoba-Mar del Plata y Central Argentino.
“El pescador es buena persona, buen amigo y compañero”.
Sus inicios
Tenía diez u once años cuando empezó a pescar. Con su grupo de amigos iba en bicicleta hasta la laguna El Carpincho: “Si podía, cuando salía de la escuela, me iba a pescar. También iba siempre los sábados, no así los domingos, porque ahí aprovecho para estar con la familia, así lo hice desde chico y lo mantuve siempre”.
Al principio pescaba en el espigón. Pasó mucho tiempo hasta que se animó a hacerlo embarcado. “Era la época en que no se conocía la tanza –recuerda–, se pescaba con hilo de seda, caña india y boya de corcho”.
Fue en el año 1965 que empezó a ir a los concursos. Según dice, quedó muy marcado por el camino que le mostró en aquellos años Atilio Martina, que fue vicepresidente del Club de Pescadores y presidente de la subcomisión de pesca de esa institución.
Orrico se había hecho socio de dicha entidad el 23 de mayo de 1950. Aún hoy mantiene el carnet de socio vitalicio N°3882 expendido en 1981, misma condición que tiene en el Club de Cazadores, adonde se había asociado en 1970.
Su compromiso con el Club de Pescadores hizo que entrara a la comisión directiva, donde fue secretario, tesorero y vicepresidente, y durante muchos años fue el referente de la subcomisión de pesca de la institución.
Según dice, en aquel entonces “se hacían cinco o seis concursos por año” y los que terminaban en los primeros puestos representaban al club en los certámenes provinciales y nacionales.
En varias oportunidades clasificó para esos torneos. “En donde más participé fue en Chascomús, allí se hacían los concursos más grandes de pesca de pejerrey”, evoca.
En nuestra ciudad obtuvo numerosos premios. En la última competencia en que participó, en el año 2007, salió campeón sénior.
La pesca
Orrico pescó en Junín, Chascomús, Mar del Plata, Monte Hermoso, Córdoba, Mendoza, entre muchos otros lugares.
Actualmente, hace pesca recreativa una o dos veces por mes, cuando su hijo puede acompañarlo algún sábado.
Según dice, “el pescador necesita el factor suerte, eso es fundamental”. Y agrega: “A la luna no la tengo en cuenta porque eso tiene más que ver con el mar o el río, pero sí me fijo en el viento, porque casi siempre se encuentra el pescado donde golpea el viento”.
Y luego revela alguno de sus secretos: “Yo pesco siempre con una sola caña. Hay formas de preparar el equipo, yo le preparaba muchos a Campini y Catena. Hoy, cuando salgo me llevo no menos de 20 líneas. Por ejemplo, pruebo una boya y si no me gusta cómo trabaja, le hago una cruz y no la uso más”.
“Mi locura es la pesca, me gusta sentarme a tomar sol, escuchar la radio, tomar mate y ver el movimiento de la boya. Si tengo un dolor, cuando voy a pescar se me pasa”.
Balance
“A mí la pesca me despeja completamente”, asegura Orrico, para luego añadir: “Hace poco fui al médico y me dijo ‘vos estás perfecto, y no dejes de pescar’, porque es lo que me hace bien”.
Seguro que mucho tiene que ver en esto que Junín sea una ciudad en donde la pesca es muy trascendente. “Hubo épocas en las que los hoteles, restaurantes y negocios vivían mucho de la pesca”, evoca Raúl.
Y, en ese marco, destaca que el Club de Pescadores fue “de las cosas más interesantes” que le pasó en su vida: “Ahí me inicié en la pesca y me encontré con buena gente. Los pescadores son buenas personas, buenos amigos y buenos compañeros, y eso es lo que me crucé en el club”.
Con todo, Orrico hace una encendida defensa de lo que es su pasión: “Yo recomiendo mucho pescar. Al principio puede parecer algo aburrido, monótono, pero cuando uno se mete ya no lo puede dejar más. Y también está el contacto con la naturaleza, que es hermoso, por eso pienso que el joven que se dedica a la pesca se olvida de las drogas, del alcohol y de las malas compañías. Para mí es lo mejor que hay”.