Eduardo Miquel sabía “de chiquito” que quería ser oftalmólogo. Tal vez haya habido en aquel temprano impulso la influencia familiar de paramédicos, farmacéuticos y ópticos, y esa mezcla haya moldeado un gusto que se convirtió en pasión.
Fue ese fervor el que lo llevó a ser uno de los profesionales más reconocidos de nuestro medio, con más de tres décadas de experiencia y con una entrega que lo lleva a pensar que su consultorio es uno de los lugares donde se siente más feliz.
“La oftalmología requiere de una inversión permanente”.
Desarrollo profesional
Descendiente de familias fundadoras de Junín, Miquel nació en nuestra ciudad e hizo la primaria en el Normal y la secundaria en el Nacional.
Luego se fue a estudiar Medicina a la Universidad de La Plata. Se recibió en 1980 e hizo su especialización en oftalmología: “En aquella época uno tenía mayor accesibilidad a los servicios médicos de la actividad hospitalaria. Yo la hice en La Plata, en instituciones privadas, vinculándome con médicos que trabajaban en el Hospital Santa Lucía de Buenos Aires”.
Siempre tuvo la idea de regresar a Junín y, de a poco, empezó a viajar, a quedarse algunos días para atender, hasta que finalmente se instaló nuevamente en nuestra ciudad. Empezó con su consultorio privado y cuando surgieron los pacientes quirúrgicos, comenzó a relacionarse con algunas clínicas: primero fue Imec –cuando recién empezaba–, alternativamente operó en otras y desde el año 2000 está vinculado directamente con la atención de pacientes y la actividad quirúrgica en La Pequeña Familia, además de su consultorio particular que todavía mantiene.
“El contacto con la gente en el consultorio es fundamental”.
La oftalmología
Miquel asegura que la suya “es una actividad que requiere de una inversión y un recambio tecnológico permanente”.
Entre las cirugías más comunes, señala a la de cataratas que, dice, “quizás sea la que más se practica en el mundo”. Y en esto influyen muchos factores: “Entre ellos, la prolongación de la vida del ser humano, que hace que patologías que antes se veían poco, hoy se tratan mucho más seguido porque la gente vive más, y es lógico que el proceso de envejecimiento llegue al globo ocular”.
Además, subraya que actualmente hoy controles pediátricos que antes no estaban protocolizados. “Cuando un chico nace prematuro –explica– tiene que tener controles a medida que vaya madurando el ojo. También son considerados de rutina los controles oftalmológicos al año, a los tres y a los seis, que por supuesto se acentúan más en padres con antecedentes visuales”.
Funcionario
Miquel también tuvo un paso importante por la función pública cuando, en 2003, asumió como secretario de Salud y Acción Social en la primera gestión de Mario Meoni en la intendencia: “Yo era parte de una de las ramas radicales que conformaban la alianza que llevó a Meoni al gobierno, participamos en grupos de trabajo durante la campaña, yo estaba en una de las comisiones y cuando se ganaron las elecciones, me propusieron hacerme cargo esa secretaría, donde estuve cuatro años”.
Entre las cosas que destaca de su paso por esa dependencia, señala: Recuerdo un programa provincial, que se llamaba SAF, del que yo estaba a cargo, mediante el cual repartíamos alimentos a más de mil familias. Trabajamos mucho y muy bien en los jardines maternales en donde habíamos armado, con las nutricionistas, una dieta que incluía una variedad importante de alimentos para los chicos. También tratamos de continuar el proyecto de una planta de soja, que estaba en Roca, donde se hacía leche de soja y se repartía. Y algo que inicié yo y que siguieron las gestiones posteriores, fue la incorporación del Sistema de Atención Médica Organizada (SAMO) a nivel municipal”.
Después de cuatro años en el cargo, sintió que “era necesario no atornillarse al cargo”, por lo que siguió vinculado a ese gobierno desde otros lugares: como subsecretario General, primero, y en el área de Minoridad hasta el año 2011.
A partir de “algunas propuestas que habían quedado inconclusas” de su paso por la gestión, tuve alguna charla con el actual intendente, pero no más que eso en el ámbito público.
“Poder dar una ayuda, o una mejoría, o indicar quién puede darle una solución a un problema si no es uno el que puede hacerlo, es muy gratificante”.
Balance
En la actualidad, Miquel se está dedicando “pura y exclusivamente” a su actividad, de la que dice: “Hay muchos pacientes y todos con patologías diferentes. A algunos se les puede dar un atisbo de mejoría y a otros se les puede ofrecer un avance importante. La cirugía que más satisfacciones da es la de cataratas porque ha habido una evolución muy importante, sobre todo, en la parte tecnológica”.
Con más de tres décadas de trayectoria, decenas de juninenses pasaron por su consultorio y, en ese marco, al hacer un balance de su recorrido, concluye: “Estoy muy satisfecho, el consultorio es uno de los lugares donde me siento más feliz, porque estoy en contacto con la gente y eso, para mí, es fundamental. Poder darle una ayuda, o una mejoría, o indicarle quién puede darle una solución a un problema si no es uno el que puede hacerlo, es muy gratificante”.
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