A una semana de la media sanción del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo ¿Qué análisis hace?
- Parece que hubiera pasado un año porque fue muy importante lo que se logró, pero inmediatamente empezamos a trabajar para conseguir los votos que necesitamos en el Senado para conseguir una ley definitiva que garantice el aborto legal, seguro y gratuito en la Argentina.
- En Diputados hubo consensos entre legisladores de diferentes extracciones políticas. ¿Esto significa que la grieta, en este caso, se dio de manera transversal y atravesó a todas las fuerzas?
- Sí, definitivamente. Creo que uno de los valores principales que tuvo la estrategia parlamentaria que llevamos adelante fue el de saber constituir un grupo multipartidario muy variado. Creo que, sin ese trabajo articulado, no lo conseguíamos. Todavía hay gente que cuestiona “cómo se puede juntar tal con cuál si en otros temas están absolutamente enfrentados”, y la verdad es que eso es no entender cómo se consiguen las grandes victorias colectivas. En este caso teníamos un punto de acuerdo y no es la primera vez, porque en la agenda de género trabajamos muy mancomunadamente las mujeres de todos los bloques y eso hace que, a pesar de seguir siendo una minoría dentro del Congreso, logremos ir avanzando en leyes importantes, como fueron las que surgieron después del #NiUnaMenos. Fue el trabajo conjunto el que logró la media sanción.
- Una media sanción que costó mucho y que estuvo en duda hasta último momento.
- Sí, estuvimos hasta el último momento viendo un voto más o uno menos, dos arriba o dos abajo, y la noche fue –como decía la diputada Cecilia Moreau– un subibaja emocional. La verdad es que yo siempre estuve segura y convencida de que la ley iba a pasar, por supuesto que los porotos se cuentan cuando los diputados aprietan el botón esa noche, pero yo creía que esta enorme marea verde, que esta cantidad de gente en la calle, que esta instalación que tiene el tema en la Argentina, iban a hacer que, de algún lugar, salieran los votos para que se aprobara.
- ¿Los temas de género son los únicos en los que se puede trabajar en conjunto con otras fuerzas?
- Hay algunos otros, pero diría que siempre vinculados a la agenda de la mujer. Un ejercicio que deberíamos hacer todos, no solamente las mujeres, es ir encontrando estos temas, que son los de largo plazo, y en el largo plazo es más sencillo ponerse de acuerdo: cuando uno establece un derecho no está pensando en mañana, sino en la próxima generación, y cuando uno tiene una mirada de largo alcance, es más fácil acordar. Los temas de coyuntura son los que dividen aguas.
- ¿Y qué pasa al interior de la fuerza, en su caso de Cambiemos, después de tanto debate? ¿Quedan cicatrices?
- En todos los grupos humanos, cuando se dan estas situaciones un poco límites, se pueden generar resquemores, pero la verdad es que siempre hemos tratado de expresar nuestras opiniones con mucho respeto y tratando de no ofender al otro. Ahora estamos conversando nuevamente con los integrantes del interbloque pero no porque tengamos que volver de un lugar muy complejo, sino para que quede claro que esta era una posición en esta ley pero que en el resto de las cosas, sobre todo las vinculadas con el gobierno, nosotros somos el oficialismo, no tenemos espacios para fisuras y tenemos que trabajar unidos. Somos personas que tenemos conciencia del lugar que ocupamos y de la responsabilidad que tenemos. Este bloque ha mostrado niveles enormes de disciplina, siempre votamos igual y esta es la primera vez que no sucede, y no fue porque se nos ocurrió, tuvimos una habilitación explícita del Presidente en este tema, porque toca cuestiones y apreciaciones personales, y se nos dio absoluta libertad para votar según nuestro mejor saber y entender.
- ¿Cuándo supo que iba a cerrar el debate y cómo preparo su discurso?
- Lo supe el día anterior. El presidente del interbloque, Mario Negri, pensaba que era mejor que no hubiese un cierre de bloque, porque no había una sola posición, por eso decidió dar la palabra a las dos posiciones y había que repartirse el tiempo. El último día mis compañeros que estaban a favor de la legalización me eligieron para hacerlo. Empecé a escribir, hice varias versiones en el mismo día de la votación y la última la preparé una hora y media antes. La única parte que no cambié fue la final, porque yo creía que había que traer a ese recinto y en ese momento a todas las mujeres que nos habían llevado hasta ahí, por eso se mantuvo incólume en todas las versiones. Mi temor, con la opción que elegí, era que fuese demasiado desde el feminismo y que fuera excluyente para los varones, sin embargo recibí más llamados y mensajes de hombres que se sintieron interpelados por el discurso, y eso me dio una enorme alegría, no por mí, sino porque creo que se entendió qué es lo que estamos reclamando y por qué es importante para la salud de las mujeres y, sobre todo, para sus derechos de la autodeterminación de sus proyectos de vida, que esta ley sea sancionada.
- ¿Qué incidencia tuvo la manifestación en la calle para que apruebe el proyecto en Diputados?
- Sin dudas, tuvo incidencia en dos cuestiones. Por un lado, algún indeciso pudo darse cuenta de la magnitud de la demanda, y esto no sucedió solamente en Buenos Aires: mientras estábamos sesionando recibíamos fotos de lo que pasaba, en simultáneo, en plazas de todo el país. En segundo lugar, fue muy importante para los que estábamos buscando los votos, porque el sonido permanente de cantos de las miles de mujeres y varones que nos acompañaron esa noche nos daba una energía tan importante que hacía que nosotros supiéramos que –aunque estábamos muy cansadas– había que seguir trabajando hasta el último momento, porque no nos podíamos ir de ese recinto diciéndoles a esos millones de personas –que estaban en la calle y en sus casas– que íbamos a dejar todo como estaba, que íbamos a seguir mintiéndonos, que íbamos a seguir sosteniendo el aborto clandestino, que íbamos a seguir dejando que enfermen y mueran mujeres porque no éramos capaces de escucharlas. El que hayan estado ahí fue, realmente, muy importante para que la ley se apruebe.
- ¿Cómo analiza la marcha del proyecto en el Senado?
- Siempre el Senado es una cámara un poco más difícil en materia de nuevos derechos, es más conservadora, sin embargo, también soy optimista. Muchos senadores entienden este tema y conocen la realidad de sus provincias, porque estas 45 a 55 mil internaciones que hay por año por abortos mal practicados se dividen en todo el país, entonces hay miles en cada provincia. Esto da cuenta de una realidad de abortos en cada distrito, a la cual los senadores tienen que responder con una ley que ofrezca condiciones de salud. Lo único que hace la ley que brindarles a las mujeres la posibilidad de que accedan a condiciones sanitarias dignas, que no exista la ley no va a cambiar en absoluto la decisión de abortar de las mujeres, la que quiera abortar, va a hacerlo, pero en condiciones insalubres y va a terminar enferma o muerta. Esto es lo único de lo que estamos hablando: si el aborto tiene que seguir siendo clandestino en la Argentina o si lo legalizamos y, al hacerlo, vamos a reducir las tasas de aborto y a salvar muchas vidas. La morbimortalidad por aborto en Argentina es escandalosa, así que hay un problema de Salud Pública y la única manera de resolverlo es legalizando la práctica.
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