-Las obras en la Ruta 7 comenzaron en 2016: ¿Los trabajos están avanzando de acuerdo a lo planificado originalmente?
-Sí, avanzan de acuerdo a lo previsto. La autopista Luján-Junín comprende unos 200 kilómetros y va a integrar la salida de la ciudad de Buenos Aires con San Andrés de Giles, Carmen de Areco, Chacabuco y Junín, beneficiando a los casi 10 mil vehículos que transitan por día. Incluye además nuevos distribuidores, pasos a desnivel y variantes en las ciudades para evitar el tránsito de camiones y vehículos pasantes en zonas urbanas.
A los 31 kilómetros de autopista terminados entre Luján y San Andrés de Giles, estamos sumando los 38 ya en marcha que van de Giles a Carmen de Areco, los 6 de la variante de Giles, los 21 de la variante de Chacabuco y los 40 entre Chabuco y Junín. En breve daremos inicio al único tramo que nos queda pendiente, Carmen de Areco-Chacabuco, un tramo de 55 kilómetros. Más adelante, iniciaremos la Travesía Urbana Junín, que ya salió a licitación en dentro de la etapa I del nuevo esquema de Participación Público-Privada (PPP).
-¿Qué análisis hacen en el Ministerio respecto del índice de siniestralidad del tramo Luján-Junín?
-Lamentablemente, durante mucho tiempo en la Argentina se prometieron obras que no se hicieron. Obras como esta, fundamentales para la seguridad vial. Hasta la ciudad de Junín el tránsito es muy elevado y hay algunos problemas en las travesías urbanas de San Andrés de Giles, Carmen de Areco y Chacabuco. Se trata de una ruta angosta, en mal estado y con sólo dos manos. Por ser un corredor internacional de gran importancia está continuamente cargado de camiones y colectivos que se mezclan con el tránsito local. Esto provocó un número muy alto de choques frontales que se llevaron miles de vidas, convirtiéndola en una ruta de la muerte. Hubo durante mucho tiempo voces que no fueron escuchadas, como la de los autoconvocados, que son quienes perdieron un familiar o un amigo en esta ruta que debería haberse convertido en autopista hace mucho tiempo. Hoy tienen nuestro compromiso, y ya lo están viviendo, de que vamos a cambiar esta ruta para siempre.
-Teniendo en cuenta que esta era conocida como “la ruta de la muerte”, ¿ya se ve alguna mejora concreta y estadística en cuanto a la cantidad de accidentes, o para ello hay que esperar a que la obra esté concluida?
-La mejora desde el punto de vista de la seguridad vial ya se está viendo a medida que se van habilitando los distintos tramos. Sí vamos a tener resultados concretos y que van a poder cuantificarse una vez que terminen todas las obras, con un trabajo muy importante que está haciendo la Agencia Nacional de Seguridad Vial para tener estadísticas serias, cosa que también faltó en la Argentina durante mucho tiempo de la mano de la infraestructura.
“La mejora de la seguridad vial ya se está viendo, a medida que se van habilitando los distintos tramos”
-Cuando se inauguró la obra de la Ruta 7, se señaló que en 2019 iba a estar terminado del tramo completo Luján-Junín. Pasado el tiempo y luego de las turbulencias económicas que obligaron a reprogramar algunas obras públicas, ¿el plazo del año 2019 para la finalización de este tramo sigue en pie?
-Sí. La obra de autopista estará finalizada en el 2019. A pesar de las nuevas restricciones fiscales, nuestro compromiso es que todas las obras que hoy en día estamos haciendo, las vamos a terminar.
-Más allá de la seguridad vial, ¿qué otros beneficios traerá la concreción de una autopista para la Ruta 7?
-La RN7 es una ruta radial del Área Metropolitana de Buenos Aires, que une las principales ciudades agrícolas del noroeste de Buenos Aires, y el primer Corredor Internacional de la Argentina, que vincula los municipios de Luján, San Andrés de Giles, Carmen de Areco, Chacabuco y Junín. Más allá de beneficios relacionados con la seguridad vial y la baja en los índices de siniestralidad, que es lo más importante, la ruta tiene una importancia estratégica como corredor comercial. La Autopista aportará una mayor fluidez al tránsito, permitiendo reducir los costos del transporte de cargas y pasajeros, bajará los tiempos de viaje, optimizando el comercio, la producción agrícola–ganadera y la industria vinculada a este sector y, también, al sector del turismo.
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