Aún cuando el sueño de juventud de Luis Panizza era el de desempeñarse como diplomático, con el tiempo su historia siguió otro derrotero y su apellido se ganó un lugar importante en la historia comercial de nuestra ciudad.
Tanto es así que cualquier juninense conoció la óptica Panizza, que hasta hace un par de años funcionaba en la esquina del Edificio Conde, y los que peinan canas seguramente recuerden que ese negocio, antes fue una reconocida casa de fotografía.
En diálogo con Democracia, Luis recuerda su trayectoria comercial, esa que dejó una impronta distinguida en Junín. Y también su destacado paso por la docencia.
“La fotografía, para mí, fue un accidente, un medio de trabajo”.
De la diplomacia a la docencia
Después de hacer la primaria en la Escuela N°1, Luis comenzó la secundaria en el Colegio Nacional.
Ya a sus 14 años empezó –junto con su hermano Héctor– a ayudar en la casa de fotografía que su padre había abierto en el año 1914. Así, ambos fueron aprendiendo el oficio.
“La fotografía, para mí, fue un accidente, un medio de trabajo”, afirma hoy. Es que cuando terminó el secundario se fue a Rosario, cuando allí estaba la Universidad Nacional del Litoral, en donde hizo la Licenciatura en Diplomacia. “Es una carrera que me gustaba mucho, pero no me pude desempeñar en esa actividad”, puntualiza. Si bien llegó a ganar un concurso en 1945 y lo citaron para informarle que estaba inscripto en una lista de aspirantes a vicecónsules, nunca lo llamaron para ocupar un puesto.
“No pude ejercer porque dependía de que me diera un cargo el Ministerio de Relaciones Exteriores –explica Luis–, y en ese momento las posibilidades de inserción laboral eran escasas porque había que tener vínculos con algún militar”.
Cuando regresó a Junín, decidió inscribirse para dar clases en colegios secundarios y enseguida le dieron una oportunidad como profesor: “Trabajé en los colegios Nacional, Comercial e Industrial. Como en la universidad tuve distintos ciclos de estudio, uno político, uno jurídico, uno económico financiero, uno de cultura general, pude dar varias materias. Fui docente de derecho usual, derecho comercial, derecho administrativo, finanzas, instrucción cívica, educación democrática, historia argentina, historia antigua y medieval”.
Dio clases durante 30 años, hasta que se jubiló.
“Hacíamos sociales y también lo que se llama fotos de galería”.
Fotografía
Fue en el año 1954 cuando Luis y su hermano siguieron con la casa de fotografía que había iniciado su padre. “Ahí empezamos a hacer sociales”, recuerda. Hasta ese momento, esa era una rama “prácticamente desconocida”.
En general, Luis pasaba más tiempo en el laboratorio y Héctor sacaba las fotos, aunque a veces se invertían los roles.
“Hacíamos casamientos, cumpleaños, bautismos, hasta compromisos –cuenta Panizza–, y también hacíamos lo que se llama fotos de galería, que eran las que se sacaban en estudio”.
Continuaron en la actividad durante más de veinte años, hasta que cambiaron de rubro: “Algo que nos satisfizo muchísimo cuando dejamos la fotografía fue que había mucha gente preocupadísima que nos decían dónde iban a ir ahora a sacarse fotos, porque ya nos conocían y sabían que el trabajo salía bien. Tanto es así que nos hemos encontrado con clientes a los que les sacamos fotos de sus casamientos y, sesenta años después, las conservan impecables”.
Óptica
Su hermano Héctor Panizza se recibió de óptico y en 1965 anexaron esa actividad a la casa de fotografía. Poco a poco, la óptica empezó a funcionar mejor, por lo que finalmente, dejaron de hacer fotos en 1976. “Estábamos muy cansados, nos demandaba mucho tiempo, principalmente por los eventos sociales, no teníamos sábados ni domingos libres, estábamos ocupados hasta en las fiestas de fin de año”, relata Luis.
Según dice, ese cansancio hizo que no les costara el cambio: “Yo atendía al público y estaba en la parte de ventas. Después anexamos audiología y aparatos e instrumental relacionado con la termometría y la meteorología. Además, trabajamos con fonoaudiólogas que eran muy buenas”.
Su hijo también hizo la carrera de óptico y trabajó en el local durante tres décadas. Hace dos años, con el fallecimiento de Héctor, cerró definitivamente el comercio.
“Algo que nos satisfizo muchísimo cuando dejamos la fotografía fue que había mucha gente preocupadísima que nos decían dónde iban a ir ahora a sacarse fotos”.
Balance
Luis recuerda su trayectoria y se muestra satisfecho. “No me puedo quejar porque he logrado una familia, con mi mujer, Laura Conde, vamos a cumplir 60 años de casados en mayo, y tengo tres hijos y siete nietos”.
También supo disfrutar de la música. Durante años estudió piano y se define como “un adorador de la música clásica” que, junto con su esposa, pudo concurrir en numerosas oportunidades a ver óperas, ballets y conciertos.
Y en cuanto a su actividad, afirma que el hecho de haberse ganado un nombre de trayectoria en Junín “ha sido una consecuencia que nació con la llegada de los Panizza de Italia en 1859”. Y concluye: “Ha sido una vida placentera”.
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