La violencia de género no deja de ser noticia. A pocos días de que se conmemore el Día Internacional de la Mujer, el próximo 8 de marzo, la última semana el tema volvió a colocarse en el centro de la atención pública de la forma más dolorosa: el asesinato de Camila Borda, en nuestra ciudad, conmovió a una sociedad consternada por femicidios que se registran a edades cada vez más tempranas y por una violencia de género que tiene como sus principales víctimas a niñas y adolescentes con cifras alarmantes en la provincia y en el país.
Según los últimos datos manejados por la ONG Casa del Encuentro, que lleva desde 2008 la estadística de los femicidios en el país, el 48% de los crímenes sexistas se cometen contra niñas y adolescentes. Los datos corresponden a 2016 y son los últimos procesados por el Observatorio Marisel Zambrano, correspondiente a la entidad: ese año se registraron 290 asesinatos de mujeres por cuestiones de género, lo que implica una mujer muerta cada 30 horas por esta causa. Ese número logró hacer más visible el problema a nivel social. Pero nada más: la cifra permanece estable desde que comenzó a elaborarse el registro.
Ada Rico, presidenta de la Casa del Encuentro, destacó como un dato preocupante de los últimos años el descenso de los índices de edad de las víctimas en los femicidios. Y dentro de este fenómeno, la estremecedora reiteración de casos de nenas abusadas y asesinadas.
Asimismo, se detecta la repetición de un patrón de homicidio que se da en los hechos con víctimas de corta edad y que se diferencia del típico femicidio en el que la víctima tiene entre 19 y 30 años.
Así, mientras que en el segundo caso, las características comunes son un victimario relacionado (generalmente pareja o ex pareja), que comete el crimen en el interior de la vivienda o en sus inmediaciones, en el primero se trata de crímenes en el que en principio se reporta una desaparición y más tarde se verifica el abuso y la muerte.
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