Juan José Barile se crio en Agustín Roca, una ciudad que –de alguna manera– está en sus genes. Ya su bisabuelo, Santiago Ratto, había sido uno de los primeros pobladores del lugar y fundador de la Sociedad Italiana. “Habían escapado de Lobos, disparándole a un malón y llegaron en 1878”, relata Barile, y agrega que cruzó la Laguna de Gómez cuando todavía estaba seca.
Después de hacer la primaria en Roca, Juan José se mudó a Junín para hacer el secundario en el Industrial.
Cuando terminó su escolaridad se fue a La Plata a estudiar ingeniería. Si bien no le gustaba mucho esa opción, consideraba que estaba “medio predeterminado” a hacer esa carrera, porque su padre era herrero, él había hecho el Industrial y parecía que todo debía confluir en ese camino. Entonces hizo el curso de ingreso, aunque seguía a desgano.
“Me gusta la parte intervencionista, por eso empecé en neonatología”.
Medicina
Al año siguiente se anotó en Medicina, pero necesitaba tener un título de bachiller. Tuvo una inscripción provisoria hasta que pudiera rendir las materias del secundario, mientras que conoció a Floreal Ferrara, una eminencia dentro de la epidemiología, y eso le dio más gusto por la nueva carrera que estaba iniciando. El trámite para completar el secundario resultaba un escollo por entonces y fueron unos amigos quienes le dijeron que en Rosario se podía ingresar con su título del Industrial, así que se mudó a la ciudad santafesina.
Allí hizo toda la carrera y se recibió en 1979.
“Cuando empecé a hacer pediatría me di cuenta de que me atraía mucho, y más me gustaba la parte intervencionista, por eso empecé a trabajar en neonatología”, explica. Era la época en que abrió el Centro de Neonatología en Rosario, donde dio sus primeros pasos. “Eso me apasionó –recuerda– porque fueron los primeros que empezaron a ventilar, o sea, a usar el respirador en bebés chiquitos. Entonces hice ambas especialidades”.
Vuelta a Junín
En Rosario hizo la residencia y la especialización, pero siempre pensando en la posibilidad de venirse a trabajar a Junín, cosa que hizo en 1985, para lo cual se instaló, por supuesto, en Agustín Roca.
Comenzó con guardias en el Hospital Ferroviario, más tarde en el San José y también en otros lugares, “porque la neonatología es, fundamentalmente, hacer guardias”, afirma.
Por aquellos años había abierto, en Rosario, la empresa de emergencias Eco, que fueron pioneros en ese rubro. Con ese modelo, Barile, junto con tres colegas, abrió un servicio similar en Junín: la compañía Omega tuvo una aprobación prácticamente inmediata.
“Nos fue muy bien porque hacía falta –dice Barile–. Tuvimos un éxito bárbaro, muchos socios, hicimos traslados importantes con pacientes que estaban graves, algo que no se había hecho antes. Si había que trasladar un paciente pediátrico, lo hacía yo, porque los socios trabajábamos también, no solo administrábamos”.
Más adelante, Omega se fusionó con Urgen Med y nació Intermed. Barile dejó la firma en 1996. “Quería seguir dedicando a lo mío”, asegura.
Fue uno de los referentes del servicio de Neonatología del Hospital San José, que luego se trasladó al Regional: “Teníamos una sala muy nueva, linda, con un servicio de excelencia, donde permanecí hasta que me jubilaron, el año pasado”.
También trabajó en la Clínica Maternal y en el Sanatorio, haciendo pediatría y neonatología, además de su consultorio particular, que hoy tiene en el Centro de Empleados de Comercio.
“La medicina me dio la satisfacción de ayudar a la gente”.
Su profesión
En cuanto a su trabajo, Barile cuenta que “en pediatría, en Junín, se hacía atención primaria de nivel uno o dos, los casos graves no se podían resolver acá, y ahora sí se puede”. En cuanto a la neonatología “siempre fue de excelencia en nuestra ciudad, tanto en el privado como en el público”. Y profundiza: “Quizás nos faltó la última tecnología, que es la circulación corpórea o ventilación jet, pero hemos tenido siempre una sobrevida espectacular. Podría decir que no vi muchos cambios, aunque sí en lo tecnológico, porque antes ventilábamos con unos respiradores que parecían un Ford Falcon, pero después nos fuimos equipando cada vez más y mejor, porque en las áreas críticas uno depende mucho de la tecnología”.
Por su especialidad, le tocó trabajar en áreas críticas y en situaciones complejas: “Recuerdo haber trasladado pacientes muy, muy graves. Inclusive, algunos que me han hecho un paro en el medio del viaje. En el momento, cuando hay complicaciones, uno se siente mal, pero es parte del trabajo”.
“En la mayoría de los casos se consulta por patologías que se curan prácticamente solas, con prevención y vacunación, pasa esto, salvo en población vulnerable”.
Balance
Barile sostiene que “el pediatra es un médico clínico y, a veces es, un poco, el médico de la familia”. Y añade: “En la mayoría de los casos se consulta por patologías que se curan solas, prácticamente. Con buena prevención, vacunación y controles, pasa esto, salvo en los grupos de población vulnerable. Entonces aconseja a la familia”.
Y al momento de hacer un balance, concluye: “La medicina me dio la satisfacción de hacer lo que me gusta y de ayudar a la gente. Me permitió vivir, hacer lo que me gusta, criar una familia con cinco hijos, y poder vivir en mi lugar: Agustín Roca”.
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