“Prefiero morirme en Mozambique haciendo algo, que vivir 120 años haciendo nada”
Gabriel Suárez es un enfermero que realiza viajes solidarios con el grupo “Jaymay” para llevar los cuidados necesarios a los lugares donde más hace falta. Contrajo malaria en África el año pasado, se recuperó y planea regresar en 2019.
Carlos Gabriel Suárez es enfermero y trabaja en el Higa. Hace algún tiempo descubrió que parte de la felicidad en su vida era trabajar para los demás. No solo curar, también enseñar, acompañar, estar. Y especialmente, volver.
Al descubrir la tarea de la agrupación Acción Solidaria se embarcó en un viaje a Chaco, que no sería el único, también había estado en Formosa y en 2017, a cruzar el océano para llevar solidaridad y cuidados a Mozambique, Africa junto a un grupo de colaboradores que buscan lo mismo que Gabriel: brindarse a quienes más lo necesitan y acompañar.
“Si vas bien al norte del país y a África, te digo que mucha diferencia no hay. Hay muchas necesidades en ambos ”.
Una necesidad
La misma necesidad que hay en muchas comunidades del norte, casi con esa misma intensidad se presentó en Gabriel la gran necesidad de realizar viajes solidarios a Formosa y a Chaco.
“En 2014 fue el primer viaje, a Formosa con otro grupo que viajaba. Estuvimos en Ingeniero Juárez y ahí vi la necesidad que había, todo lo que se podía hacer. Ahí se despertó en mí el interés por seguir haciendo esos viajes”, cuenta Gabriel.
En el 2016 luego de haber realizado otros viajes decidió organizar su propio grupo “Jaymay Enfermería en Acción Solidaria” y a partir de ahí, a través de facebook descubrió la tarea de Acción Solidaria.
“Como ellos habían viajado a Chaco me puse en contacto a ver qué hacían y con mi grupo nos sumamos a viajar. Allí analizamos la comunidad, hay un médico en el grupo así que realizamos atención de enfermería, pesamos a los chicos, los medimos y luego los ve el médico. Buscamos educar en lo que se puede”, cuenta.
En mayo de este año volverán a Chaco con la agrupación para continuar la tarea porque saben que hay mucho por hacer y que aunque parezca poco, es mucho para quien lo necesita.
“En un viaje a Formosa vi la necesidad que había, todo lo que se podía hacer. Ahí se despertó en mí el interés por seguir viajando” .
Al otro lado del océano
Un desafío muy especial se presentó en 2017 cuando Gabriel junto a tres enfermeros más, acompañado por Pablo -asistente social y uno de los integrantes de Don Ito- y Víctor, de Acción Solidaria tuvieron la posibilidad de viajar a Mozambique, Africa, para llevar su tarea de amor y solidaridad al otro lado del océano.
Una de las primeras cosas que Gabriel dice y suena increíble, es que el norte argentino y la ciudad africana guardan parecidos.
“Si vas bien al norte del país y a África, te digo que mucha diferencia no hay. Hay muchas necesidades en ambos. Si vas al Impenetrable hay muchísimas necesidades”, asegura sin vueltas.
“Allá trabajamos la primera semana en el hospital, enseñando a las enfermeras, haciendo una especie de intercambio y luego salimos a hacer comunidad a la aldea”, cuenta.
El gran choque cultural no fue impedimento para crear un puente de amor y comprensión que les permitió hacer su tarea.
“A veces se complicaba con el portugués, había un traductor, después estaba el dialecto de la zona que es tan difícil que una misionera que hace 19 años que está allá, todavía no lo maneja.
Igualmente sorteábamos la barrera idiomática con señas o explicábamos con dibujos cómo tomar el medicamento. Hicimos una tarea educativa y existencial, testeos de malaria y demás”, cuenta Gabriel, quien una vez en Argentina comenzó a manifestar síntomas de malaria y debió ser internado y tratado. Afortunadamente se recuperó y planea su nuevo viaje para 2019.
“El 70% de la población allá tiene malaria y en niños menores de cinco años o en adultos con otras patologías tiene mayor incidencia de mortalidad. Una persona sana generalmente la supera”, explica y agrega: “Prefiero morirme en Mozambique haciendo algo, que vivir 120 años haciendo nada”.
"En el camino de la solidaridad uno recibe más de lo que da. Y aunque parece que da poco para el que recibe, es mucho”.
Una forma de vida
Para Gabriel concluir un viaje es volver a empezar; es nuevamente sentir la necesidad de regresar.
“Es un estilo de vida y al que le gusta hacer esto, no hacerlo lo apaga. Cuando uno arranca en este camino que es la solidaridad uno recibe más de lo que da. Y a veces uno se siente impotente porque parece que da poco, pero para el que recibe es mucho”, reflexiona.
“Porque mi poco sumado al de otros es mucho y hace un mundo mejor. Y si nos quedamos con que es poco y por eso no hacemos nada, el mundo no mejora nada”.