HISTORIAS DE SOLIDARIDAD

Manos que trabajan incansables y se brindan con amor en esta Navidad

La llegada de Papá Noel, golosinas y panes dulces son solo algunos de los regalos que preparan distintas organizaciones voluntarias para celebrar junto a los más vulnerables. La elección de acompañar y disfrutar junto al otro en estas fechas especiales.

Aunque historias como estas ocurran más seguido de lo que solemos enterarnos, este tipo de acciones, en épocas de festejos navideños toman otra dimensión. Tal vez por ser una celebración donde las emociones y los sentimientos están a flor de piel.
Para Marcos es simplemente la necesidad de que aquellos que tal vez en un momento de festejo para muchos, la están pasando mal, puedan recibir una alegría, una compañía.
Fue por ello que durante cinco años, con ayuda de su papá –disfrazado de Papá Noel-, recorrieron cada 24 a la noche las calles de su barrio, repartiendo golosinas. Hoy, con su agrupación Donar Tapitas es Donar Esperanzas continúa con una tarea parecida, visitando instituciones los días previos a la Navidad y el mismo 24 en el Asilo de Ancianos y en el Hospital Abraham Piñeyro.
Silvina Arán tiene cuatro hijos y un gran corazón de madre que le permitió ver lo que en su barrio faltaba: muchos chicos sin sus comidas diarias.
Así decidió comenzar con el merendero Los Totoreros, ubicado en el barrio homónimo, en inmediaciones de la Escuela 17, que sábados, domingos y feriados sirve la leche para más de treinta chicos y que esta Navidad se propuso una tarea más comprometida aún: elaborar pan dulce artesanal y pollos para las familias de cada uno de los chicos que asisten.

“Que se sientan felices”
Con las donaciones que reciben por parte de los voluntarios, tanto Marcos como Silvina buscan cambiar una pequeña porción de la realidad que le toca vivir a cada uno de  los niños y adultos cuyas vidas tocan con su solidaridad.
“La idea es juntar golosinas y tratar de que tengan la presencia de Papá  Noel y se sientan felices con un regalo. La mejor manera sería tener juguetes para los más chicos pero a veces no se puede”, se lamenta Marcos que asegura que aunque no festeja la navidad, disfruta “celebrar y acompañar a los demás que a veces la están pasando mal”.
Por organización y logística, según Marcos siempre van a los mismos lugares.
“Días atrás fuimos al Centro de Educación Complementaria 803, llevamos golosinas pero se sumó Corazón Joven que tenía juguetes así que unificamos  fuerzas. También fuimos a Renacer, Centro de Día, a Los Totoreros y hoy iremos al Hospital y al Asilo porque los abuelos están solos”.
Marcos, Maica y los demás integrantes de Donar Tapitas es Donar Esperanzas suelen reunirse con la Ong Corazón Joven y voluntarios de La Risa Sana, donde Roberto Cirbián se viste de Papá Noel cada año.

Brindar una mano
Durante la semana, Silvina trabaja en una huerta para ganarse la vida pero la realidad en el barrio Los Totoreros la motivó a poner manos a la obra y hacer algo por  los más chicos que necesitaban ayuda. Abrir el merendero -que contiene a más de treinta chicos- fue la mejor decisión.
“Aquí vienen chicos de tres a trece años y son alrededor de treinta”, cuenta esta mujer que junto a su hermana María Eugenia, Marta y otras mujeres decidieron amasar panes dulces.  
“Queremos que cada chico se lleve un pan dulce a su casa para comer con su familia esta navidad”, cuenta Silvina, que además, gracias a donaciones que recibió preparará pollos asados para los chicos.  
Para Silvina es difícil explicar o buscar las razones que la movilizaron a dar vida al merendero, pero sin dudas tener cuatro hijos le permitió comprender las dimensiones y las preocupaciones que muchas familias viven en carne propia cuando se dificulta el sustento y los chicos sufren las consecuencias de tener, en muchos casos, apenas una sola de las comidas diarias en la panza.
A la vista está que con dedicación y apenas un poco de nuestro tiempo se pueden lograr cosas maravillosas para los demás y sin dudas, podemos aprender mucho más nosotros mismos.

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