UN MAL DE ÉPOCA

Por el miedo a engordar, cada vez más chicos sufren trastornos alimentarios

Se estima que uno de cada tres adolescentes teme aumentar de peso. Y no sólo afecta a las mujeres. Los expertos lo atribuyen a los estímulos sociales y hablan de una escalada de casos en este momento del año.

Es sabido que la llegada del verano potencia la necesidad de muchos de querer bajar de peso y los trastornos alimentarios consecuentes. Pero de un tiempo a esta parte, además, los especialistas advierten que cada vez son más los chicos que se preocupan por su peso y viven pendientes de lo que comen. Y ese miedo a verse gordos, se apunta, tiene a males como la bulimia y la anorexia entre sus destinos más peligrosos.
Las conductas pueden variar pero todas esconden un problema de fondo. Algunos chicos dejan de comer de un día para el otro. Así, de la nada. Otros sólo se alimentan con atracones de comida chatarra en fiestas y cumpleaños y suelen decirle no a las verduras y a los platos más sanos. O también están los que se dan atracones de cualquier cosa y luego pasan días sin querer comer nada. Estos comportamientos, antes propios de jóvenes y pre adolescentes, actualmente se manifiestan en chicas y chicos, que ya a los 9 años, presentan trastornos alimentarios severos.
“Es un fenómeno que evidencia cada día más casos”, apunta el nutricionista platense Norberto Russo, quien admite recibir en su consultorio historias de “nenas de nueve o diez años con trastornos de bulimia y anorexia muy avanzados, algo que años atrás no ocurría”.
Según una investigación realizada por la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), un 35,44% de los adolescentes teme subir de peso. “Lo curioso de estos datos es que se trata de personas con patrón normal de alimentación. Son adolescentes que creen que si fueran más flacos tendrían más éxito”, apuntan los hacedores del trabajo, quienes también destacan como dato importante que aumentó la preocupación en torno al peso en los varones, “algo que antes era algo más bien de las chicas”, se indica.
En ese trabajo, concretamente, se determinó que a un 55,6% de las mujeres les “atemoriza ser gorda” y un 33,9% de los hombres piensa lo mismo, es decir que todavía la presión social por la delgadez es mayor en las mujeres.
Nada distinto es el panorama que pintan desde la Sociedad Argentina de Pediatría, donde sus autoridades admiten que “hay un corrimiento en las edades de los trastornos alimenticios hacia edades más tempranas”.

Con la llegada del calor muchas personas se vuelcan en forma intensiva al gimnasio o a las dietas.  Mabel Bello. psiquiatra.  

Son adolescentes que creen que si fueran más flacos tendrían más éxito. ALUBA. Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia.

Para quienes atienden la problemática de manera cotidiana, lo grave de la cuestión es que “en estos desórdenes los chicos dan cuenta de una impronta social muy fuerte. Hay patrones de consumo y modelos estéticos que hacen que los niños se vuelvan más vulnerables. No se trata de trastornos psicopatológicos individuales: los chicos expresan una problemática social”.
La franja etaria donde históricamente se percibieron más casos de anorexia es desde los 15 años hasta los 20. Para la bulimia, aunque pueda iniciarse con anterioridad, la mayor cantidad de casos se empieza a registrar entre los 18 y 20 y se extiende hasta los 25, si tomamos esta edad como el fin de la adolescencia.
“Las edades bajaron por patrones culturales -coincide Russo-. Los mismos valores que son admirados por la sociedad actual, aquellos que reproducen cuerpos de modelos y estándares de belleza artificiales y glorificados en los distintos medios de comunicación, son los que luego pueden desencadenar en un trastorno alimentario”.
Las palabras del profesional tienen su sustento en las estadísticas: se calcula que en el mundo hay alrededor de 70 millones de personas que sufren de alguna patología alimentaria, según el Renfrew Center Foundation, y que en las mujeres se da en un 85% de los casos.
Quienes atienden la problemática, además, coinciden en que en esta época se suele duplicar el número consultas. Es lo que muchos llaman la “enfermedad de la imagen”, que aumenta entre septiembre y marzo y cuya relación entre mujeres y varones que padecen estos trastornos es de 20 a 1.
“Con la llegada del calor la preocupación por la figura hace que muchas personas se vuelquen en forma intensiva al gimnasio o a las dietas”, aporta la psiquiatra Mabel Bello, fundadora y asesora médica de Aluba.
Para la profesional, en sintonía con lo que plantea Russo, “lo más importante es conectar los cambios sociales y culturales con este aumento notable en las cifras; vivimos una cultura muy visual, que hace énfasis en la belleza y la estética, y eso hace que los adolescentes o los jóvenes se interesen extraordinariamente por sus propios físicos. En estas patologías, el 40% es genético y el 60% restante es cultural”.
Quienes trabajan en el tema, además, aseguran que los trastornos alimenticios se pueden tratar exitosamente y se puede restablecer un peso saludable, y señalan la importancia de que cuanto más pronto se trate es más probable que haya mejores resultados. “Uno de los conceptos fundamentales que hay que tener claros para entender este tipo de trastornos -aporta Bello-, es que se trata de una enfermedad y no de una simple manía o capricho de quienes la padecen. El gran error que se comete es creer que las chicas caen en esta enfermedad por gusto”. Según Russo, el tratamiento de estos trastornos “no es rápido ni sencillo, porque la causa de ellos resulta de una combinación de conductas presentes por largo tiempo, factores biológicos, emocionales, psicológicos, interpersonales y sociales. Por ello, se requiere el trabajo de un equipo interdisciplinario, tanto para atender los casos en adolescentes como en nenes chiquitos”.

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