Un reciente informe de Incucai destacó que 81000 personas manifestaron su deseo de ser donantes en lo que va de este año. Muchas de esas voluntades fueron registradas durante la campaña promovida por dicha entidad en las elecciones lesgislativas de agosto y octubre pasados, y que logró una marca histórica en el país.
En lo que va de 2017 se concretaron 506 procesos de donación, que hicieron posible la realización de 1.252 trasplantes de órganos; 150 trasplantes más que los realizados en el mismo período del año anterior. En el transcurso de este año, 144 pacientes pediátricos accedieron a un trasplante de órganos.
Aún así, a pesar de esas cifras alentadoras, actualmente existen en el país 11 mil personas en lista de espera y 3263 pertenecen a la provincia de Buenos Aires.
Mientras tanto, la sociedad continúa debatiéndose entre la indecisión y los mitos que aún rodean a la donación y que desde todas las entidades de salud desestiman, como lo es el robo y tráfico de órganos.
Concretar una donación no resulta una tarea sencilla y de hecho puede tomar años. Según datos de Cucaiba, el tiempo de espera para obtener un riñón puede extenderse a ocho años o más en la Provincia, donde el promedio de donantes de órganos es hoy de 8,7 por millón de habitantes, un número que ha crecido, pero que está muy lejos de lo esperado.
Erradicar mitos
Ana Guerra recibió un trasplante renopancreático hace tres años, luego de permanecer dos años en lista de espera. Actualmente es integrante de la ONG Trasplantados Junín desde donde buscan concientizar sobre la importancia de la donación de órganos.
“Es necesario que se acaben los mitos. Cada vez que hacemos una campaña la gente sigue teniendo miedo de que les roben los órganos, o de que les hagan cosas que no corresponden”, explicó. “Hay que tener en claro que el Incucai es una institución totalmente seria donde todo tiene un proceso y un tiempo”, explicó y trató de graficar a través del caso de Justina Lo Cane, la nena que falleció días pasados a la espera de un corazón, un ejemplo claro.
“No es como sucedió en el caso de Justina, en que la mamá de una nena fallecida dijo que le dejaba el corazón de su hija a Justina. Eso es imposible”, remarcó.
“Los órganos no pueden ser transferidos con nombres, a no ser que sea donación a través de un donante vivo. Por ejemplo una madre o un familiar directo pueden donar, sabiendo que quizás existe una posibilidad pero tiene que haber compatibilidad. Se hacen un montón de estudios previos, es un proceso muy largo”.
Lo importante, según Ana es concientizar a la comunidad y “que se tome la donación de órganos como un tema muy serio, muy responsable donde se realizan muchos estudios para determinar si realmente alguien puede ser donante. Por eso cuesta tanto conseguir órganos pediátricos”.
Los tiempos de quienes esperan un trasplante son paradógicamente cortos pero los controles y requerimientos para establecer compatibilidad lo vuelve un proceso lento. Es por eso que la decisión de donar, no debe demorarse.
“No se puede perder tiempo. La decisión de donar implica tiempos cortos. Ante una muerte encefálica existe la posibilidad de una decisión de donar los órganos. Es dura y difícil pero es la única”, aseguró Ana.
La unidad del Higa, alerta
Si bien actualmente la Unidad de Procuración de Órganos y Tejidos para Trasplantes en el Hospital Abrahan Piñeyro no está en actividad rutinaria debido a que no cuentan con personal para tal fin, según la doctora Patricia Barisich, directora adjunta del Higa, “todos los profesionales que podemos hacer un diagnóstico de muerte encefálica y mantenimiento cadavérico estamos en una posición latente ante cualquier eventualidad, es decir si se da que en la terapia un paciente cumple el criterio para posible muerte encefálica, actuamos”.
La Unidad de Procuración no se encuentra activa como para cumplir con otras actividades relacionadas a la donación, pero según Barisich, “nunca se dejaría pasar por alto un posible donante porque hay profesionales capacitados para realizar operativos, capacitados para determinar muerte encefálica y mantenimiento cadavérico, es decir, capacidad para hacer ablación”, enfatizó.
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