None
CÓMO SENTIRSE TRANQUILO

Para enfrentar la inseguridad se apela cada vez más a estrategias comunitarias

Alarmas comunes, guardias solventados por vecinos, grupos de WhatsApp, patrullajes de empresas de vigilancia, son algunas de las alternativas que se aplican en nuestra ciudad. Ante la sensación de indefensión, se apuesta a las acciones conjuntas.

Ubicado en el extremo norte de la ciudad, el Barrio Mercantil comenzó a erigirse hace poco más de dos años, como resultado de un loteo del Centro de Empleados de Comercio.
Cuando este proyecto arrancó y los primeros propietarios empezaron a construir sus casas, se llevaron a cabo varias reuniones para abordar diferentes temáticas, y una de ellas fue la de la inseguridad, puesto que desde aquel momento en que estaban los albañiles trabajando, ya habían empezado a sufrir algunos robos de materiales y herramientas.
Fue en una de esas reuniones en la que se resolvió contratar a una persona para que recorriera la zona, sobre todo durante las noches. El vigilador recibiría su remuneración gracias al aporte que harían todos los vecinos y, además, se le hizo un seguro a su nombre.
De esta manera, el compromiso ciudadano y la implementación de una acción que los involucraba a todos les permitió mejorar la seguridad del lugar. Por supuesto no fueron los únicos. De hecho, en Proyecto Alvear se desarrolló una iniciativa similar. Tampoco fue éste el único método: grupos de WhatsApp, patrullajes de empresas de seguridad, alarmas comunitarias, son algunos de los sistemas aplicados en otros sectores de la ciudad. Lo que configura una forma de hacer frente a la sensación de indefensión, a través de estrategias en conjunto.
Cuando empezaron a residir en el lugar, los vecinos del Barrio Mercantil hicieron una rifa y con lo recaudado se le construyó una garita para que la persona encargada de la vigilancia pudiera estar en el lugar más cómodo. Fue instalada en el espacio público que iba a ser destinado a una plaza, para lo que se pidió la autorización correspondiente.
“Eso todavía hoy se mantiene y en términos económicos es beneficioso para todos, ya que cada familia pone 400 pesos por mes, lo mismo que hace un año, pero como se sumaron más vecinos, el vigilador cobra más que en ese entonces”, explica Sebastián Martín, uno de los vecinos del lugar que está allí desde el primer momento.
Actualmente son unas treinta viviendas las que debe cuidar esta persona cuya función es la de permanecer allí durante la noche, con un horario variable de acuerdo a la época del año, donde hace algunas recorridas por el lugar, y cuando no está caminando por la zona, se queda en la garita, que está vidriada en los cuatro lados de manera que tenga una visión completa.
“Si llega a ver algo extraño llama a la policía, con quien tiene contacto directo –aclara Martín–, nosotros siempre le dijimos que no haga nada raro para preservar su integridad, que solamente llame a la policía”.

WhatsApp
En muchos barrios, principalmente en los periféricos, los grupos de WhatsApp funcionan como una forma de estar alertas y cuidarse entre todos.
El administrador de uno de esos grupos, de una zona de quintas, explica el uso de esta herramienta: “La idea es que, si se advierte la presencia de cualquier persona que no es conocida en el barrio o algún movimiento sospechoso, nos vamos avisando, para luego llamar al 101. Estamos todos muy atentos a lo que le está pasando al vecino”.
Este grupo, en particular, se formó hace cuatro años y arrancó con 40 integrantes. Hoy tiene casi 80, incluyendo a personas de barrios linderos.
Según dicen, pudieron comprobar la efectividad de esta iniciativa: “Una vez se vio un auto que daba vueltas por el lugar, andaba despacio, mirando, se llamó a la policía y ellos los pararon y después no se lo vio más. En otra oportunidad hemos visto gente caminando con una actitud de observación hacia las viviendas y cuando vino la policía resultó que eran personas con antecedentes. Inclusive también tuvimos un caso de alguien que no se sentía bien y vivía solo, escribió al grupo y el barrio se movió y se le dio una mano”.
En esa misma zona se contrató, durante un tiempo, a una empresa de seguridad que les proveyó un servicio de patrullaje durante ocho horas. Aunque la idea, según dicen, “era muy buena”, debieron dejar de hacerlo porque “no era algo barato” y varios vecinos decidieron dejar de pagarlo.

Alarmas vecinales
Diego Peralta es instalador de alarmas y, de acuerdo a su experiencia, una de las herramientas que “se están pidiendo mucho” son las alarmas vecinales.
Se trata de dispositivos que cubren, aproximadamente, una cuadra en donde cada vecino cuenta con un control remoto que le permite activar la alarma en caso de que vea algún evento de peligro.
“Cuando uno de los usuarios pulsa el botón –explica Peralta– se enciende un reflector, una sirena y además un altoparlante informa qué vecino fue el que la activó. Todos los de la cuadra tienen un listado de los propietarios que tienen acceso y si al encenderse dice ‘alarma activada por el vecino 3’, pueden consultar ahí quién fue el que lo hizo”.
Esta es otra alternativa comunitaria, cuya instalación y mantenimiento corren por cuenta de todos los usuarios.

Integración
Fabián Garay, socio gerente de Alarmas Noroeste y especialista en temas de seguridad, sostiene que no todas estas opciones son efectivas. O que lo son en determinadas circunstancias.
“No consideramos que los patrullajes sean efectivos porque, ante un ilícito, el único que tiene intervención es el personal policial. Creo que esas son sólo estrategias de marketing, porque si llegan a un lugar en el que hay un ladrón ¿qué van a hacer? ¿lo van a enfrentar? No, van a pedir la ayuda de las fuerzas de seguridad”, explica.
Y en referencia a los servicios como las alarmas comunitarias, advierte que son efectivos “para proteger la calle”.
De acuerdo a su experiencia, las empresas de alarmas y monitoreo como la suya en la actualidad “se transformaron en lo que hoy se llaman integradoras”. Y explica: “Se hace una integración de diferentes tecnologías para llegar al objetivo de brindar seguridad. Ahí no solamente se coloca la clásica alarma, ya que en algunos casos se considera insuficiente, sino que también se integra con video, con controles de ronda, equipos de rastreo satelital y demás. Por supuesto que esto está sujeto a lo que cada uno pueda pagar o el tipo de cliente, porque no es lo mismo un domicilio, que va a instalar una alarma monitoreada que lo pueda vincular a un sistema de STV o video en red, que una empresa que va a integrar muchas más cosas”.
En tal sentido, explica que el sistema STV se puede dividir en dos grupos: “Cámaras IP que se conectan a una red que se pueden visualizar vía remota, o grabadores digitales que capturan las imágenes de las cámaras que tiene conectadas, las guardan en un disco rígido, y se puede tener un acceso remoto desde un smart phone, de una Tablet o una PC, lo que permite ejercer distintos tipos de controles, desde el usuario que puede entrar al comercio o propiedad, así como control de empleados, de mercadería, seguridad. También está el sistema de monitoreo integrado al video, con lo cual, si se recibe un disparo de alarma y el cliente tiene un sistema integrado de STV, el operador con un solo clic abre las cámaras del lugar. La utilidad de esto es que no se moviliza de gusto el personal policial o el mismo usuario, y se establece lo que se llama una video verificación de lo que está sucediendo en el lugar”.

COMENTARIOS