DISEÑÓ UNA PLATAFORMA WEB ORIENTADA A NO VIDENTES

Pablo Lecuona: “Los libros que nos dan las editoriales escolares, los adaptamos a digitales”

Se trata del creador de Tiflolibros, una biblioteca digital para ciegos de habla hispana quien expresó que este proyecto nació a través de la necesidad que tienen las personas con discapacidad visual de leer, con las mismas condiciones de quienes sí pueden hacerlo.

Pablo Lecuona es el fundador de Tiflolibros, una biblioteca digital orientada a personas con discapacidad visual de habla hispana. “De esta manera un chico no vidente puede leer un libro desde la computadora y tiene el mismo material que sus compañeros en el mismo momento y no seis meses después”, explicó en diálogo con Democracia.

¿Cómo es su historia personal?
Yo nací y vivo en Buenos Aires. Desde nacimiento tuve una discapacidad visual, ya que cuando era chico tenía baja visión que me servía para muchas cosas y hasta tercer grado escribía con letra común, siempre mirando muy de cerca. Luego de esa instancia comencé a aprender el sistema braille y siempre fui a escuela común pero teniendo el apoyo de una maestra integradora: cuando yo escribía en braille, ella transcribía lo que yo había hecho para que la docente lo pudiera ver. En la adolescencia prácticamente no veía nada. Pasé por todas las etapas estudiando en un libro en braille cuando no existían todas estas tecnologías porque no tenía el mismo manual que mis compañeros.

¿Qué se sintió estar en la Feria del Libro de Junín?
Estuvo bueno compartir y contar un poco lo que hacemos y contar las oportunidades que se tienen, pero a la vez estos espacios son ricos para conocer de distintas realidades. La idea siempre es contar estas cosas y compartir y conocer las realidades locales.

¿De qué se trata el proyecto Tiflolibros?
Nosotros empezamos desde la misma necesidad de personas con discapacidad visual con la idea de construir una biblioteca digital y fuimos aprendiendo en el camino. Hoy, distintas herramientas tecnológicas nos abren muchas más posibilidades de acceder a la información, a los libros y a la lectura, internet nos permite hacer redes. Empezamos con una cosa muy chiquita hace bastantes años, con la idea de Tiflolibros y el mismo camino nos hizo crecer mucho más allá de lo que nosotros nos imaginábamos. 
¿Cómo fueron los comienzos de este emprendimiento?
Comenzamos con unos amigos sin quererlo, ya que recién estábamos empezando a usar la computadora e internet. Era el momento en que se podía usar un lector de pantalla con Windows y navegar en la red como usuarios. Cada uno escaneaba libros para pasarlos a la PC, de esta manera los leíamos y ahí empezamos a intercambiar estos digitales y de esta manera el esfuerzo de uno les sirve a todos. En ese momento descubrimos las herramientas de las listas de correos electrónicos que nos permitió intercambiar con el resto de las personas. Fue casi sin querer, ya que era algo que hacíamos cada uno desde nuestras casas.

¿Cómo fue ese camino?
Por ejemplo el primer sitio web lo hicimos con una revista que nos indicaba cómo hacer una página digital con servidores gratuitos ya que no éramos expertos, pero éramos usuarios con necesidad al acceso de la lectura.  Aprendimos en el camino porque no teníamos claro ni lo legal ni cómo íbamos a sostener la biblioteca. Después empezamos con el tema de generar recursos, cómo organizarnos como asociación y todo el tiempo fuimos aprendiendo. Pero cuando uno trabaja desde la misma necesidad de las personas que tienen problema y que buscan una solución, se van encontrando los caminos. 

¿Hubo algún apoyo gubernamental?
Nosotros empezamos todo muy a pulmón y el primer apoyo que tuvimos fue un premio que ganamos en 2003 de 2.500 dólares que para nosotros implicó el presupuesto de todo un año. Este reconocimiento fue un respaldo y después fuimos aprendiendo a buscar por nuestra cuenta los recursos: a veces con campañas de oraciones, presentando proyectos a distintas instancias. Nunca tuvimos un apoyo firme y estable del Estado, sino más bien presentando proyectos al área de Discapacidad de la ciudad de Buenos Aires o a algunas embajadas que financian determinadas acciones y cosas. Cuando se trabaja en una ONG todo el tiempo se debe armar un rompecabezas. Hoy, aún siendo más grandes, teniendo reconocimientos internacionales, habiendo tenido un premio UNESCO y de la OEA, todo el tiempo estamos dependiendo de qué inventar y qué se puede lograr para que las cosas funcionen. Con el Estado trabajamos bastante en Buenos Aires, en el área de Discapacidad, en un proyecto en el que hacemos libros escolares y trabajamos con las editoriales que nos dan los archivos y nosotros hacemos la adaptación al libro digital accesible. De esta manera el chico con discapacidad visual puede leerlo desde la computadora y tiene el mismo material que sus compañeros, en el mismo momento y no seis meses después. Esto es fundamental para estudiar en igualdad de condiciones, sino siempre el discapacitado está varios pasos atrás.

¿Han trabajado con otros tipos de discapacidades?
Es todo un trabajo que tiene que ver con abrochar la tecnología para las personas con discapacidad visual inicialmente, ya que vimos que esto era útil en otros tipos de discapacidades. Trabajamos con gente que se encarga de libros para sordos y dislexia y siempre viendo cómo la tecnología es una herramienta tanto para trabajar en red como para poner materiales accesibles con todo lo que implica. Porque un chico que tiene el material en la escuela puede estudiar en las mismas condiciones y quien tiene una discapacidad y que encima no tiene los materiales al igual que sus compañeros, está pasos atrás con desventaja.

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