“Cari” Mollier: “La educación física es sagrada”
Es un referente en el Club Junín y el Colegio Marianista, donde hizo casi toda su trayectoria. Y un emblema en el fomento del vóley en Junín. También son un clásico los campamentos a la Patagonia que organiza todos los años.
Pareciera que para Ricardo “Cari” Mollier las cartas estaban echadas desde un principio: deportes como el vóley, la pelota paleta, el básquet o la natación le atrajeron siempre; desde que era un niño sintió al Club Junín como “el patio” de su casa; y el Colegio Marianista fue el lugar donde terminó de formar su personalidad.
Estos argumentos explican, entonces, por qué terminó haciendo el profesorado de educación física y ejerciendo su profesión casi en exclusividad en el Club Junín y en el Marianista.
Generaciones de juninenses lo tuvieron como profesor y, como “obrero de la educación física” –tal como él mismo se considera– en todos dejó una huella indeleble: la del respeto y el afecto.
“El desarrollo de la personalidad se juega mucho en los campamentos”.
Profesor
Cari vivía a dos cuadras del Club Junín, por eso lo consideraba “el patio de su casa”. Allí practicó básquet, natación, tenis de mesa, pelota paleta. También integró el equipo de vóley del Colegio Marianista cuando tenía 14 años. “Hacíamos encuentros de básquet, vóley y fútbol con los colegios Marianista de Buenos Aires y Nueve de Julio, y esas fueron las primeras veces que yo fui a Capital”, evoca.
Los deportes fueron su inclinación y ya en tercer año del secundario supo fehacientemente que iba a ser profesor de educación física.
Rindió el examen para hacer la carrera en Olavarría y obtuvo la mejor nota de los 85 aspirantes.
“En ese momento se hablaba muy bien de la calidad de Olavarría por la cantidad de profesores que iban de Buenos Aires para allá. El plantel docente era fantástico”, recuerda Mollier.
Una vez recibido regresó a Junín.
Dos lugares
Su primer trabajo fue como profesor en la temporada de verano de la pileta del Complejo Marianista. Después entró como profesor en la escuela y allí dio clases en prácticamente todos los cursos.
“Arranqué en el Marianista en 1978 y me jubilé en 2010, es decir que pasé mi vida educativa y profesional en esa institución”, resume Cari.
La otra institución donde se mantuvo desde que empezó hasta hoy es el Club Junín. Con el apoyo de sus colegas René Armani y Edgar Calvo armó allí una escuela de iniciación al vóley, un proyecto fomentado desde la provincia de Buenos Aires.
Fue ese deporte al que se dedicó. “Cuando yo empecé solamente había vóley colegial –recuerda–, a partir del año 86 con René pudimos hacerlo federado. Para eso competimos en Pergamino y más adelante, cuando debimos dejar de pertenecer a esa federación, decidimos crear la Asociación de Vóley del Noroeste de Buenos Aires (Avnoba), donde había equipos de Lincoln, Viamonte, Chivilcoy, Chacabuco, más adelante Mercedes, con sede en Junín”.
Desde entonces sigue manteniendo en pie a Avnoba, no sin esfuerzo para sortear las dificultades de sostener un deporte no tan popular. “Depende mucho del profe y del entusiasmo”, dice, y aclara que ésta “es una realidad de toda la provincia de Buenos Aires”.
“Creo haberle hecho gustar a un montón de chicos el deporte”.
Campamentos
René Armani fue pionero en la organización de campamentos en el sur del país y Mollier continuó con esa actividad. “Yo me fui sumando y aprendiendo con él”, añade.
Su primer viaje fue al Lago Gutiérrez, en Bariloche, y a partir de ahí no paró. El Lago Mascardi, el Nonthue, el Futalaufquen y Villa La Angostura fueron algunos de los destinos patagónicos elegidos, aunque también los hizo en Tucumán, San Luis, Córdoba o Misiones.
Según dice, estas experiencias tienen un gran aporte para los jóvenes: “El desarrollo de la personalidad se juega mucho en esos campamentos, su autoestima, poder empezar a separarse de sus padres, teniendo una continuidad educativa pero lejos de ellos. Más de una vez hemos visto cómo los chicos descubren que se pueden emocionar con cosas simples. Ojalá la tuvieran todos los chicos de todas las escuelas”.
“El docente tiene que tener mucho cuidado, no se tiene que distraer, no puede dar una indicación y ponerse a mirar el celular, la educación física es sagrada”.
Balance
Actualmente mollier sigue trabajando en el Club Junín, donde tiene las categorías formativas de vóley, y es el intendente del complejo deportivo del Colegio Marianista.
De acuerdo a su criterio, la educación física brinda herramientas que están “muy vinculadas a la personalidad” de los chicos: “Nuestros espacios en las escuelas son cortos, tenemos contacto con el chico solamente dos veces por semana y es una gran responsabilidad la que tenemos. Por eso el docente tiene que tener mucho cuidado, no se tiene que distraer, no puede dar una indicación y ponerse a mirar el celular en su clase, se debe jugar con los chicos, involucrarse, porque la educación física es sagrada”.
Y al hacer un balance sobre su profesión docente, concluye: “Me dio todo lo que tengo. Me dio mi familia, conocí a mi señora, nacieron mis seis hijos, me dio mi casa, mis cosas, amigos. Y me dio tranquilidad: fui y soy un obrero de la educación física. Creo haberle hecho gustar a un montón de chicos el deporte, el vóley, la clase de educación física, el campamento, y siempre estando presente, con afecto y con respeto”.