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Darío Avila, dibujante y ferroviario.
HERENCIA FERROVIARIA

Darío Avila, con sus dibujos mantiene viva la historia del ferrocarril

Entre planos de piezas, de figuras, bajo la luz de su tablero, este juninense rescata las imágenes de una época que vive en la memoria de la ciudad.

Formado en parte por su propia inclinación a los trazos sobre el papel  y luego por sus tres años en la Escuela Industrial, donde cursó la materia Dibujo Mecánico, Darío Avila es un juninense que atesora los más diversos dibujos que ha realizado a lo largo de su vida, no solo como un apasionado de la técnica sino también como  ferroviario. 
Su afición al dibujo lo llevó a trabajar con apenas 15 años como maestro mayor de obras, en el estudio de  Enrique Scarpatti y luego llegaría la oportunidad más esperada: el ingreso al Ferrocarril.


Allí se desempeñó como dibujante para el sector “Chapas”, realizando los planos para los cortes. Y luego, otra oportunidad: la de pasar a formar parte de la Oficina Técnica.
“No había nada mejor que eso”, dice aún emocionado por lo que él llama “suerte” pero que lejos estuvo de ser tal.
“En la oficina había diez tableros pegados trabajando, uno al lado del otro y una oficina llena de gente. Gracias a eso pude pasar la mejor vida en el ferrocarril hasta que en el 92 me jubilé, con 50 años”.


Por un año Darío retomó el trabajo como maestro mayor de obras y pensó incluso en dedicarse a enseñar dibujo pero la idea quedó de lado cuando surgió la posibilidad de trabajar para Climatécnica, donde lo hizo por quince años. Pero nunca dejó de dibujar.
Observar  los dibujos de Darío es observar la dedicación, el detalle, la medida exacta, la perfección en cada trazo, porque como bien dice, “el dibujo mecánico se trata de herramientas y máquinas, todo hecho con medidas”.  Y hay dibujos de diseño de piezas, de vagones y locomotoras.
Pero luego hay otros dibujos, igual de cercanos a la perfección: historietas, figuras del cuerpo humano, rostros y miradas, casas, edificios, todo lo que se le ocurría, Darío lo dibujaba.
Y hoy lo sigue haciendo.


“Cuando mis padres me compraron papel y lápices empecé a hacer dibujos y no paré. Hasta el día de hoy”, dice, sentado frente a su tablero, exhibiendo los recuerdos de una época, plasmados en papel, aunque también en su  memoria.

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