El listado oficial de los edificios históricos juninenses con valor patrimonial está integrado por más de setenta inmuebles que –por formar parte de esta nómina– deben ser preservados y protegidos de manera de conservar ciertas características que le confieren ese reconocimiento histórico.
De todos ellos, hay tres que marcaron notablemente la cultura del siglo XX en nuestra ciudad y hoy tienen un destino incierto: el Teatro Italiano, el Cine San Carlos y el Salón Víctor Hugo que perteneciera a la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos.
Numerosos rumores han sobrevolado la historia de estas tres edificaciones desde que cerraron sus puertas y fueron muchas las especulaciones sobre el destino final de cada una de ellas. Mientras tanto, el paso del tiempo fue haciendo mella en paredes y cimientos y hoy se ven construcciones descuidadas y deterioradas.
No obstante, hay una luz de esperanza que permite suponer que, al final del camino, este patrimonio juninense que alberga una riquísima historia cultural de la ciudad será conservado y respetado.
Teatro Italiano
Años atrás, el municipio de Junín y la Sociedad Italiana firmaron un convenio urbanístico de protección, que fue refrendado en una ordenanza en la que se estipulan cuáles son las características más importantes que tiene el edificio, cuál es el grado de valor permitido y cuáles son los elementos del inmueble que hay que conservar.
“Al pertenecer a una institución es más fácil llegar a un punto de acuerdo. De hecho, es con el que se avanzó primero desde hace algunos años”, explica la arquitecta Laura Franco, subsecretaria de Planificación de la municipalidad.
En ese convenio también quedó protegido el uso del inmueble, ya que hubo diferentes versiones sobre lo que allí se iba a montar y llegó a decirse que allí iría a funcionar un bingo, cosa que no podrá suceder dado que se estableció que su utilización debe ser para un cine o teatro, como fue concebido.
Con el convenio firmado, se empezó a trabajar y ahí los profesionales advirtieron que el inmueble mostraba un deterioro muy importante, no solamente en cuanto a su conservación “sino por la degradación que había tenido producto de algunas intervenciones anteriores que se le habían hecho”, señala Franco, para luego ampliar: “Había agregados en los pasillos laterales y en el predio lindero que lo único que hacían era incorporarle un mayor grado de complejidad y de patología al edificio”.
Se hicieron refuerzos estructurales en una parte del techo que estaba descalzado, se repararon algunas fisuras, se cambiaron chapas y canaletas, y se trabajó en acomodar la caja muraria. Ahora falta una aplicación de hidrorepelente.
Pero esta es apenas la primera de tres etapas. Posteriormente será necesario una segunda fase que tiene que ver, principalmente, con la recuperación del cielorraso del salón principal. Y una instancia final de ambientación y actualización tecnológica para las instalaciones y necesidades que llevaría una sala teatro o un cine hoy en día.
En ese marco, un tema clave es el económico. “Esto requiere una cantidad importante de recursos –explica Franco–, sobre todo la recuperación del cielorraso porque, a diferencia de lo que se está haciendo con el Salón Rojo del Concejo Deliberante, en donde las pinturas originales se perdieron hace muchísimos años, acá las tenemos. Entonces no se puede tirar todo abajo y hacerlo de nuevo, sino que es necesario consolidar lo que ya está. Ese trabajo de restauración es muy caro. La refacción de este edificio no equivale al 50% de hacer uno nuevo, en este caso es más, por todos los componentes que tiene la situación actual del inmueble”.
Por tal motivo, desde la comuna se están gestionando fondos con distintas formas de financiamientos o subsidios, que pueden provenir del nivel provincial, nacional e internacional. De eso dependerá, el futuro del Teatro Italiano.
Cine San Carlos
Sobre lo que pudiera pasar con el edificio del Cine San Carlos también hubo muchas especulaciones: que iban a poner un complejo de cines, un shopping, que lo iba a adquirir la Unnoba... Nada de eso sucedió.
El San Carlos también está en la lista de bienes patrimoniales dentro del Código de Ordenamiento Urbano, lo que implica que para poder intervenir sobre ese inmueble hay que hacer un convenio con la municipalidad y seguir lineamientos específicos sobre los niveles de protección y grados de valor.
Hace un año, en una visita que hizo a nuestra ciudad, el ministro de Gestión Cultural de la provincia, Alejandro Gómez, señaló que “es una pena” que esta sala estuviera cerrada, puesto que hay pocas en el interior de la provincia con su tamaño y capacidad.
En el mismo sentido, Franco explica a Democracia que “se están haciendo gestiones para ver si se puede recuperarlo y mantenerlo como una sala, porque por su capacidad es una sala de eventos a nivel regional, a una escala diferente a otras”.
En el municipio están analizando la posibilidad de recuperarla “para un uso cultural” y se está trabajando “en conseguir fondos para eso”.
Salón Víctor Hugo
El Salón Víctor Hugo de la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos fue construido por los inmigrantes galos que llegaron a nuestra ciudad. “Iban los fines de semana a trabajar, es decir que fue construido a pulmón”, recuerda el doctor Athos Aguiar, abogado patrocinante de la Alianza Francesa en el juicio que, finalmente, concluyó con la pérdida de la posesión del edificio.
El Salón Víctor Hugo fue el referente cultural de la primera mitad del Siglo XX en Junín. Después, poco a poco, su luz se fue extinguiendo, como sucedió con otras instituciones.
Es conocido el conflicto judicial sobre la posesión de ese inmueble. “Ese edificio era propiedad de la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos –relata Aguiar–, en los hechos la institución no lo utilizaba, sino que lo hacía su presidente para sus propios fines y otro sector era utilizado por la Alianza para dar clases. En un momento se hace una maniobra rara dentro del Instituto de Acción Mutual por el cual surge como que la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos y el Sindicato de Empleados Municipales se fusionaron. Ambas eran mutuales y ninguna tenía vida como tal. Después se reveló que era todo una ficción, eso quedó evidenciado en cuatro expedientes judiciales en donde se demuestra exactamente cómo se hizo la maniobra y que se perseguía la apropiación del edificio”.
Pasaron veinte años y cuatro juicios motorizados por la Alianza Francesa, hasta que la institución perdió sus derechos sobre la propiedad.
“Esto les cupo a dos administraciones municipales, las de Abel Miguel y de Mario Meoni, que nunca le dieron importancia pese a que tuvieron la posibilidad de intervenir”, sostiene Aguiar.
La sospecha de los descendientes franceses es que quienes estaban “atrás del Sindicato de Empleados Municipales” tenían en mente un proyecto inmobiliario “que la resistencia de la Alianza por lo menos lo postergó”.
En el medio, el edificio fue adquirido por la casa Pardo, que lo pasó a nombre de la empresa MAJOFE S.A.
Tiempo atrás, la cadena de electrodomésticos inició un expediente con una propuesta que fue denegada por la municipalidad. “La intervención que se planteaba sobre el edificio –recuerda Franco– era la de dejar el arco de entrada y el último tramo de cornisa, el resto iba a desaparecer para transformarlo en un galpón. En ese edificio, el valor va más allá de la fachada, tal vez en otros con mantener el frente alcance, pero allí no”.
Son muchas las virtudes de esa construcción, entre ellas, el pórtico.
Con todo, Franco concluye con que la construcción de la Alianza “está en las mismas condiciones que el Cine San Carlos, con la diferencia que, a partir de la propuesta de Pardo, ya se sabe y quedó establecido qué se puede tocar y qué no de este edificio que también está protegido por el Código de Ordenamiento Urbano”.
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