El interés por tener una huerta familiar orgánica crece y eso se expone en Junín con las ediciones de las jornadas huerteras en “El Patio del Vecino” que se realizan en la casa ecológica de la “Fundación Pensar Junín”. En el lugar se hace la entrega de semillas y se enseña a construir el bancal, la cama de siembra; se instruye sobre abonos orgánicos, poda y formación de duraznero.
Por su parte Pablo Palioff, quien tiene una huerta orgánica en su hogar, nos abrió las puertas y dialogó con Democracia sobre esta nueva tendencia. Cabe destacar que nació y vivió en Córdoba capital donde estudió en un colegio agrotécnico en Laborde. “Cuando llegué a Junín a los 18 años trabajé como docente de educación especial porque mi título de agrónomo me habilitaba y luego abrimos con mi esposa (Leticia Timo) la Granja Educativa Nazaret”, explicó.
“Hay una distancia grande y cultural entre decir que voy hacer la huerta para consumir y poder lograrlo, pero se puede conseguir. Además de la provincia de Buenos Aires, en otras provincias en las casas se empiezan a ver huertas donde la gente empieza a cultivar sus propios alimentos”, relató.
“Yo hago todo huerta orgánica. El espacio que tengo es reducido pero al lado de mi casa vive un señor que tiene el terreno vacío y acordamos que me preste 5 metros de su espacio donde yo pongo la mano de obra, la semilla, el riego y el mantenimiento”, expresó. Y aclaró: “De lo que se cosecha, cada uno consume lo que quiere. El año pasado sacamos 600 calabazas, consumimos 40 y el resto las regalamos”.
“De mi huerta, que tiene 6 x 8 metros, consumimos verduras de hojas (lechuga, rúcula, achicoria, espinaca, acelga) durante todo el año, y lo que es aromática como cebolla de verdeo, ajo porro y perejil también”, sostuvo. Y continuó: “En la época de verano todo lo que sea frutos, tomates, pepinos, chauchas, pimientos, berenjenas y demás, nos alcanza y nos sobra. Compramos verduras también en invierno que no hay tomate en la huerta”.
“Tenés una superproducción que no alcanzás a consumir y lleva muy poco mantenimiento con costos muy bajos”, comentó. Y continuó: “La inversión que hago yo en la huerta es de una hora por semana y en verano se me van a tres por el riego”.
“Es algo que te tiene que gustar porque yo conozco gente que tiene quinta donde prevalecen la cancha de fútbol, la pileta y el pasto bien cortado que también es lindo y cada uno tiene distintos gustos. Esa parte a mí me gusta, pero también me gusta cultivar ya que es una lástima tener tierra y no aprovecharla”, remarcó.
“Además tengo nogal, castaño, níspero, palta, limón, mandarina, naranja, quinotos, durazno, ciruelas, damascos, higo y zarzamora que es la que está en Córdoba muy difundida y que en esta zona está muy bien”.
Asociaciones de cultivos
La asociación de diferentes cultivos en un mismo terreno implica una mejora en el aprovechamiento de los nutrientes del suelo, luz solar y ambiente aéreo, una menor aparición de plagas y mejor salud de las plantas.
En este sentido, Palioff comentó: “Ahora estoy haciendo asociaciones de cultivos sembrando maíz y en la base pongo chaucha. Una vez que empieza a crecer la planta principal, la chaucha empieza a enrollarse y una vez que cosechas el choclo, el tallo principal queda como un elemento de sujeción para el otro vegetal. Además en la base siembro zapallo para evitar que crezca el pasto”.
“Sin necesidad de usar agroquímicos”
Con respecto a la posibilidad de no usar agroquímicos en la huerta de un hogar, Palioff dijo que “ahora también estoy metiendo algunas flores como la caléndula, copetes o clavelitos chinos que sirven en las asociaciones de cultivos para contrarrestar algunas plagas y enfermedades”.
“Además hay asociaciones que se pueden hacer con verduras de hojas y cebolla de verdeo que larga aceites que sirven de elemento natural para contrarrestar plagas sin necesidad de usar agroquímicos”, sostuvo.
Cuando hay alguna invasión de algún hongo o pulgón, “utilizo las flores, jabón blanco, agua de tabaco o purín de ortiga que se remoja con ajo durante una semana y, con ese líquido se puede fumigar y sirve además para ahuyentar a la “mosquita”, aclaró.
“Hoy si comprás verduras, hay que tener la precaución de lavarla porque están tratadas químicamente. Si vos la cultivas en tu huerta, lo lavás, le sacás la tierra y lo comés muy tranquilo porque sos consiente de lo que hiciste sin pesticidas y libres de químicos”, subrayó.
“Más allá de no consumir algo que no está tratado químicamente, por otro lado tenés el placer y la gratificación de hacerlo uno mismo de una manera tan fácil y entretenida. Toda la vida me gustó y a medida que puedo lo voy haciendo”, expresó.
Incentivos
Hay un programa nacional que depende de la Secretaría de Agricultura del INTA que se llama Pro Huerta, en el cual además de darles las semillas a la gente, te capacitan para poder hacerlo con la visión orgánica. “Esto ayuda también a la gente para compensar su canasta básica”, dijo.
En Junín existe La Granja Educativa que es un proyecto del Campo Experimental “Las Magnolias” perteneciente a la UNNOBA. Está ubicada en la localidad de Agustín Roca, en el km 146,5 de la Ruta Nacional N° 188. Posee módulos de producción animal, módulos de producción vegetal y módulos de energías renovables.
Está destinada a estudiantes de la escuela primaria y secundaria cuyo objetivo es que los alumnos puedan conocer y realizar actividades de huerta y granja, aprender sobre energías renovables y valorizar los productos de la tierra.
En Río Cuarto hay una empresa agropecuaria llamada Bio 4 que conformó una cooperativa donde destinaron algunas hectáreas para hacer una huerta de producción. Ellos ponen el riego, los insumos y un técnico y contratan personas que quieran aprender a trabajar en la huerta con remuneración económica. Los beneficiarios del programa pueden optar por los cultivos que prefieran y pueden llevarse lo producido a sus hogares.
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