La destreza que manifestaba Ricardo Buonanotte para el dibujo tenía más que ver con el humor que con la publicidad. De hecho, durante un tiempo publicó chistes y viñetas en revistas muy importantes de tirada nacional.
No obstante, esa pasión fue girando de a poco hacia el ámbito publicitario y con la creación de su empresa Le Coq se convirtió en un referente del rubro en Junín, trabajando para las empresas más importantes de nuestro medio.
“Lo importante es que el cliente venda más” repite incesantemente el “Pata” –como lo conocen todos–, como una consigna que guió siempre su recorrido profesional.
“El cliente viene porque quiere vender y la clave es esa”.
El dibujo
Nacido y criado en Arenales, Buonanotte conoció en su adolescencia a “dos monstruos del lápiz” que vivían en esa localidad y hacían historietas para las mejores revistas del país: Félix Saborido y Jorge Toro.
Con ellos trabajó en mejorar su habilidad para el dibujo y, de a poco y de manera autodidacta, comenzó a hacer chistes y viñetas.
Hasta que pudo publicar, su primer chiste salió en una revista que se llamaba Loco Lindo. Después siguieron otras: Cara y Ceca, Afanancio, Capicúa, Rico Tipo, Patoruzú, Hortensia y hasta la mítica revista Humor. “Yo siempre digo que jugaba en Primera, era un cuatro, pero estaba en la máxima categoría”, grafica el Pata.
Al mismo tiempo, trabajó como dibujante publicitario en el Diario Mundo Nuevo de Junín.
Después se desempeñó en el Banco del Oeste, como diagramador de imprentas y en La Voz Regional de Rojas.
Poco a poco, el humor le fue dando paso al dibujo publicitario: “Acá conocí a Juan Carlos Capelli, que era un creativo soñador, sabía muchísimo y fue el que me llevó a buscar la creatividad en el mundo publicitario. Eso me marcó en lo creativo y es lo que me guió al momento de tener el papel en blanco”.
La publicidad
En 1984 abrió Le Coq, su propia agencia. “En ese momento en el ámbito de la publicidad estaba todo por hacerse –recuerda–, los diarios empezaban a convertirse al offset y nosotros tomamos ese camino”.
Avisos, folletos, las primeras campañas publicitarias. “Lo mejor de Le Coq son sus clientes”, rezaba el eslogan de aquellos días, un concepto que se mantiene hasta la actualidad.
“Los primeros clientes nos abrieron las puertas de los medios para iniciar la agencia”, dice Buonanotte, y destaca a Casa El Hogar, Supermercado Mastromauro, Mingorance, San Fior, Ahorro Confort y Naldo Lombardi, entre otros.
“Desde aquellos tiempos –evoca Ricardo– acompañamos a cientos de clientes de las más diversas actividades y realmente siempre fui aprendiendo con ellos. Empresas o comercios a los que les creamos desde el nombre, el logo o la imagen, hasta los avisos en gráfica, radio, televisión y la vía pública, o ahora la web y las redes sociales”.
El inicio fue en la gráfica, y ese lenguaje es la base de su trabajo. Aun cuando haya muchos otros formatos hoy en día: “Las necesidades del cliente nos fueron llevando a que uno tiene que responder en todo, porque en el interior no se puede tener un especialista para cada cosa”.
“Nosotros lo acompañamos y le vestimos esa idea”.
El cliente como prioridad
Buonanotte repite incansablemente que la clave es que la persona que lo contrata venda más a partir de su trabajo: “El cliente viene porque quiere vender y la clave es esa, que crezca y se desarrolle. Él es el motor, porque el que sabe vender es él. Lo que nosotros hacemos es acompañarlo en su propuesta, interpretarlo y vestirle esa idea”.
Por eso, su gratitud pasa más por los logros de las firmas a las que asesora, que por sus propias piezas y producciones. “Nuestra satisfacción –afirma– es cuando un cliente abre una sucursal, pone un local o incrementa sus ventas, porque los avisos nosotros los hacemos, en definitiva, en base a su necesidad”.
En sus más de tres décadas, Le Coq, pasó por diferentes momentos económicos, aunque la única crisis que se sintió con fuerza en su empresa fue la de 2001: “La pasamos mal durante un par de meses. Me acuerdo que le dije a Naldo, ‘mire que sus muchachos están caídos’, y él me contestó que me quedara tranquilo que estaba preparando algo, y él salía primero que el resto, siempre fue así, cuando el resto arrancaba, Naldo ya estaba en juego hacía tiempo. Por eso no sentimos tanto las crisis”.
“Juan Carlos Capelli, que era un soñador, me ayudó a buscar la creatividad en el mundo publicitario. Eso me guio al momento de tener el papel en blanco”.
Balance
Buonanotte inició su camino en la publicidad con un plumín y tinta china, y con el plomo de las viejas imprentas. Vivió todo el proceso del cambio tecnológico, pasó por las imprentas digitales, la informática, la web, las redes sociales, el iPad y el lápiz de Mac. “Tecnológicamente hoy es todo mucho más simple y más inmediato, pero el objetivo sigue siendo siempre el mismo, que los clientes vendan más”, sintetiza el Pata.
Y al momento de hacer un balance de su trayectoria, sentencia: “Empecé de cero y viví toda la vida de esto, que es lo que me gusta y es mi pasión. Estoy muy contento, y si tuviera que volver el tiempo atrás y a elegir mi camino, repetiría mi historia”.
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