None
En una entrevista en la redacción de Democracia contaron cómo vencieron a la adversidad.
CÁNCER INFANTIL

Gino, Joaquín y Tobías, tres pequeños valientes que dieron la batalla más difícil

Son niños de Junín que comparten una misma historia de lucha contra la enfermedad. La misma que cada una de las familias que tras ellos vivieron en carne propia la angustia, los miedos, pero salieron adelante con afecto y entereza.

Gino, Joaquín y Tobías tienen una historia de lucha en común. La misma que sus mamás, Luz, Sara y Maga. La misma que cada una de las familias que tras ellos vivieron en carne propia la angustia, los miedos y lucharon a la par conteniendo y sosteniendo a los tres niños, que a partir de la fuerte experiencia que les tocó  vivir se volvieron verdaderos guerreros de la vida.
Porque el impacto ante el diagnóstico de una enfermedad tan dura recala en el niño tanto como en sus padres y genera una fuerza de la que nadie suele creerse capaz, pero que es la que permite transitar el largo camino que queda por delante apuntalando la esperanza.

Un antes y un después
Tobías Carossone tenía 3 años cuando le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda en el 2012. Hace algunos días, luego de cinco duros años, para felicidad de todos, recibió el alta.
Maga Quechic, su mamá, tenía apenas 22 años cuando la enfermedad de Tobi la sorprendió a ella y a su marido, sin saber qué hacer.
“Yo era chica, fue todo muy duro, es probar y confiar en los médicos que todo lo que se le haga va a ser para su bien. Yo no sabía, no entendía nada de lo que le tenían que hacer a Tobi”, recuerda.

Los dos primeros años del tratamiento de Tobías fueron de quimioterapia y “muy bravos”, según su mamá. Tobías realizó todo su tratamiento en el Garrahan y él y su familia pasaron casi dos años yendo y viniendo, aunque más allá que acá.
“Es un antes y un después”, asegura Maga. “Da mucha fortaleza. Nosotros somos muy unidos y aferrarse a la familia te ayuda a salir adelante. Yo estaba con mi marido, éramos los tres. Después llegó Justina”, cuenta sobre la hermanita menor de Tobías.

“La familia es fundamental”
En marzo del 2015, Joaquín Soberano tenía 7 años cuando fue diagnosticado de leucemia linfoblástica aguda. Hoy tiene 9 y de a poco vuelve a su vida normal.
“Fuimos a Buenos Aires con una muda de ropa por una consulta”, cuenta Sara Piccoli, su mamá sobre aquel duro momento del diagnóstico, cuando una llamada cambió por completo el curso de sus vidas.
“No me voy a olvidar nunca más cuando nos llamaron de oncohematología. No volvimos más a Junín, solo mi marido y mi hijo mayor. Joaquín y yo nos quedamos”, cuenta.
Permanecieron alrededor de un año y luego viajaban constantemente hasta que se cumplieron los dos años de tratamiento.

“Actualmente viajamos una vez al mes al control” dice Sara con cautela pero sabiendo que de a poco todo se vuelve a acomodar.
La familia fue fundamental en el tratamiento de Joaquín y en la contención.
“Mi marido viajaba todos los viernes y volvía los domingos. Cuando se podía tomar días lo hacía, también con mi hijo mayor José. Mi papá estuvo conmigo todo el tiempo y, cuando llegaba mi esposo, él volvía a Junín con mi mamá”, relata Sara sobre los viajes y recambios que sostuvieron a la familia en los dos largos años.
“Los tíos cumplieron también un rol fundamental para Joaquín en esto porque si bien uno trata de ser fuerte y  estar bien, uno es humano y a veces te quebrás, entonces salen los tíos al rescate, a apoyar”. 
Sara asegura que los chicos “necesitan estar rodeados de gente con pilas y creo que eso tiene mucho valor. Cuando uno puede aflojar ellos siempre están contenidos”.

“Un guerrerito”
Gino tenía apenas un mes de vida cuando le detectaron hepatoblastoma.
“Es un tumor de masa, diferente al de Tobi y Joaquín, que es en la sangre”, explica la mamá, Luz Vergani.
“El nació con eso pero nunca se enfermó ni lo manifestó. Nació por casualidad con un dedo más y entonces el médico me indicó hacer un par de estudios por si acaso, pero nunca pensó en un tumor sino en una malformación interna”.
Unas ecografías fueron el puntapié para una pronta consulta con el pediatra, quien efectivamente descubrió algo en el hígado que no debía estar ahí.
“En dos días estábamos en el hospital Gutiérrez. Mi mamá se instaló conmigo y mi esposo se quedó acá con mis otros dos hijos”, cuenta Luz con la salvedad de que su hijo del medio tenía apenas un año cuando su hermanito fue diagnosticado.
“Tenía un mes y arrancó la quimio a los quince días. Era muy chiquitito. Hizo seis sesiones de quimio. Su tumor era muy grande y tenían que achicarlo para poder operarlo si no tenían que sacarle el hígado entero. A partir de ahí la lucha fue poder llegar a la cirugía”, cuenta Luz sin poder evitar las lágrimas al recordar aquellos días. 
Afortunadamente el milagro se dio y “cada paso era lo que teníamos que hacer para llegar al objetivo final,aunque no lo veías en ese momento.Le habían dado cuatro sesiones de quimio pero le agregaron dos más”.
Según explica Luz, “le sumaron otra droga y le bajaron muchísimo las defensas pero él se bancó las dos sesiones que quedaban. En la sexta se le infectó un catéter y terminamos internados, la primera vez que no fue por quimio”, cuenta Luz.
Eso hizo que se agilizara la cirugía y ahí la joven mamá se dio cuenta de que Gino podía salir adelante. Tenía apenas seis meses.
“Luego de la cirugía, dimos otro pasito más, con muchos rezos porque a la semana tuvo que pasar otra operación por un problema en los intestinos. Algo que fue sin dudas angustiante pero que resolvió un problema mayor.
“Vieron en una parte algo que los llevó a quemar nuevamente el hígado y fue así que Gino no necesitó nunca más una quimio. Si hubiera quedado alguna célula tal vez, pero bueno después de eso volvimos a casa”, dice con emoción.
Hoy a sus cuatro años, solo se hace controles anuales. “Es un guerrerito”, asegura Luz. Y no es para menos.

Testimonio de esperanza
Tobi está en segundo grado y contento de haber vuelto a la escuela. Dejó amigos en el hospital Garrahan a los que visita en sus controles, que ahora pasaron a ser anuales. Cuando sea grande quiere ser policía. 
Joaquín, el año pasado compartió su primer campamento en un torneo de fútbol con otros chicos, algo impensado en otro momento.
Gino, el más pequeño de los tres, va a la salita de cuatro y cuando sea grande  quiere ser asador.
Todos vuelven a su vida cotidiana aunque con sus controles regulares.
“Es importante confiar y hacer todo lo que esté en nuestras manos porque puede ayudar mucho. Después solo Dios sabe pero la mayoría de los chicos se curan de verdad, aunque no todos y eso también es verdad” reflexiona Luz Vergani, emocionada ante la mirada atenta de Gino.
Maga Quechic, por su parte, resalta la importancia de la fortaleza en un momento tan duro.
“Aunque muchas veces uno quiera aflojar, verlos a ellos con esa energía, esa fortaleza que los caracteriza porque son chicos, es lo que a uno lo ayuda a poder seguir. Porque como papás verlos sufrir es una de las cosas más feas y no se la deseo a nadie. Es devastador”.
 Para la mamá de Joaquín, Sara Piccoli, más allá de la familia, los compañeros de la escuela de Joaquín jugaron un papel fundamental.
“Me quejo de la tecnología porque los chicos están mucho con el celular, pero tuvo un gran acompañamiento por parte de sus amigos, por Skype y  Whatsapp, mandando videos, mensaje. Eso ayuda mucho”.
Y así como en su momento fueron Gino, Joaquín y Tobías, aún hay muchos otros guerreros, pequeños grandes valientes dando batalla día a día y luchando por recuperarse.

COMENTARIOS