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Mateo y Rodolfo Perkusic, artífices de una importante industria juninense que cumple 50 años.
SU EMPRESA CUMPLE CINCUENTA AÑOS EN LA CIUDAD

Mateo y Rodolfo Perkusic: “Nos pudimos mantener con sacrificio”

En septiembre de 1967 abrieron un pequeño taller que, con el paso de los años, se convirtió en una firma muy importante en la que trabajan 70 personas, con tres unidades de negocios y exportaciones a Sudamérica.

El 1° de septiembre de 1967 los hermanos Mateo y Rodolfo Perkusic abrieron un pequeño taller en la esquina de Alberdi y Sargento Cabral que, en un principio, solamente se dedicaba a hacer algunos trabajos de rectificación de embragues para la fábrica de cosechadoras Vassalli.
Cincuenta años después, el apellido Perkusic es una referencia obligada dentro de la industria metalúrgica en la ciudad, con tres unidades de negocio y, además, representación y venta de aceros, hierro, ferretería industrial, pinturas, aberturas y otros rubros.
Un apellido que también es ejemplo de que el sacrificio y la seriedad son pilares para sostener una empresa vigente durante medio siglo.

“Confían en nosotros porque hicimos las cosas como corresponde”.

El principio
Sus padres, Mateo y Janja, eran inmigrantes croatas que se instalaron en Arribeños en 1928. Mateo hijo y Rodolfo se criaron en el campo, fueron a la escuela técnica en Colón y después se terminaron de formar en la Escuela Yapeyú, de Junín, donde hicieron el ciclo técnico.
Durante algunos años se desempeñaron en una tornería, hasta que decidieron abrirse su propio camino. Con ayuda de su padre, amigos y clientes pudieron abrir su taller.
“Trabajábamos desde las cuatro de la mañana hasta las doce de la noche”, recuerda Rodolfo.
Cuando vieron que las rectificaciones para Vassalli eran insuficientes, empezaron a sumar otros trabajos: reparaciones metalúrgicas en molinos y plantas de silo, además de fabricación de chimangos, sinfines, acoplados y tolvas.
También se hicieron sus propias máquinas para poder trabajar. Hay un balancín y un rolo que fueron fabricados por aquellos primeros años y todavía los están usando.
En 1972 el taller se mudó a Alberdi 970.

Crecimiento
Fabricaron diferentes productos como norias, cintas, redler, roscas y otros artículos para plantas de acopio. Pero no se quedaron ahí, con ánimo de expandirse llegaron a hacer hasta casillas rodantes.
“También hicimos otros dos productos –agrega Mateo–, una zaranda con un sistema rotativo y un sistema para limpiar el cereal por medio de aspiración”.
En aquellos años se sumó al equipo Norberto Bassetti, que pasó de empleado a socio minoritario y todavía está en la firma.
A principio de los 80, compraron un lote en la avenida Rivadavia que pagaron en 50 cuotas, donde armaron su salón de ventas en el que había varillas, postes, alambres y otras cosas relacionadas con el campo. “Eso no nos resultó –recuerda Mateo– y como teníamos algo de hierro en la fábrica, decidimos llevar algo y venderlo allá. Ahí nos relacionamos con Bonelli, después con Acindar, eso fue creciendo y fuimos progresando, hasta que un día conseguimos la representación de Siderar”.
Más adelante, adquirieron otro espacio en la Ruta 7 donde hoy funciona Perkumetal, en el que “se hace corte, plagado y fabricación de algunas cosas” más la venta de aberturas y productos Knauf.

“Haciendo las cosas bien y siendo honesto, a la larga se triunfa”.

Crisis
Entre los momentos más difíciles, afirman que el “Rodrigazo” fue el peor. A modo de ejemplo, Rodolfo cuenta que un cliente les pidió un galpón y les pagó por adelantado, pero al otro día su proveedor no les quería vender. De un día para otro el dinero que tenían solamente les alcanzaba para pagar los materiales. Sin embargo, lo hicieron igual. “Nosotros cumplimos con la gente, siempre”, enfatiza Mateo.
Según dice, “hubo varios momentos complicados” en estas cinco décadas pero, más allá de ello, siempre tuvieron algo en claro: “Nunca dejamos de pagarles a los empleados, en estos 50 años siempre cobraron entre el uno y el diez de cada mes”.

“Hubo momentos complicados, pero nunca dejamos de pagarles a los empleados, en estos 50 años siempre cobraron entre el uno y el diez de cada mes”.

Actualidad
Hoy en día unas 70 personas trabajan en la firma Perkusic. “Tenemos empleados muy buenos, hay algunos que llevan 40 años con nosotros, un muchacho entró a los 15 años sin saber nada y hoy no creo que haya otro igual en Junín”, sostiene Rodolfo.
Además, con la distribución de hierro y chapas, más la fabricación, cubren unos 200 kilómetros a la redonda de Junín. Comenzaron con un camión balancín y ahora tienen seis.
También exportan productos manufacturados a Uruguay, Brasil, Chile, Bolivia, Perú, y trabajan para compañías de la talla de Dreyfus, Cargill y Nidera.
“Nos creamos un prestigio que vale mucho, es importante, y lo pudimos mantener con ganas de trabajar y mucho sacrificio”, analiza Rodolfo.
“La gente confía en nosotros porque siempre hicimos las cosas como corresponde”, añade Mateo, para luego ahondar: “Siempre mantuvimos la honestidad entre ambos, nunca nos peleamos ni tuvimos problemas, ni intentamos sacarnos ventajas. Haciendo las cosas bien y siendo honesto, a la larga se triunfa. Nuestros hijos siguen con este respeto y confianza. Les seguimos inculcando lo que nosotros sembramos y lo que nos enseñaron nuestros padres. Uno se siente muy contento de haber llegado a lo que es la empresa hoy, cincuenta años después. Tener la posibilidad de lograr esto en base a seriedad y honestidad, es una gran satisfacción”.

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