EL DEBATE POR LA SEGURIDAD

Esteban Rodríguez: “En la Argentina, seguridad es igual a policía”

El destacado sociólogo, especialista en la problemática del delito, afirmó que a medida que la sociedad desarrolla más estrategias de seguridad (ciudades sobreaseguradas), los ciudadanos tienden a enclaustrarse más y ver al otro como un problema.

¿Por qué habla de “mitos y riesgos” en el discurso sobre la seguridad?
-Porque alrededor de la seguridad se han construido una serie de clichés y de mitos que son una expresión que pone a los problemas en un lugar en donde no se encuentran. Todos sabemos que un problema mal planteado es un problema sin solución. No digo que no estemos ante problemas reales, sino que muchas veces no guardan relación con los hechos. 

-En Junín el promedio de policías por habitante es muy superior al de La Plata y las zonas calientes del conurbano. 
-Son ciudades sobreaseguradas, y arriba de esta saturación policial, está además la seguridad privada, vigilancia y alarmas. La seguridad genera inseguridad, ya que a medida que vamos desarrollando más estrategias de seguridad nos vamos enclaustrando más y nos llevan a ver al otro como un problema, por lo que vamos creando las condiciones para sentirnos cada vez más vulnerables.

-Sin embargo mucha gente reclama más policías, ¿cómo se revierte ese discurso del miedo, que al mismo tiempo es impulsado por el Estado?
-En la Argentina, seguridad es igual a policía. La gente cuando se siente más insegura, no está pidiendo más trabajo o techo, sino más patrulleros en la calle, rondines, efectivos y cárceles. Mi abuelo siempre decía que cuando la única herramienta que tiene uno es el martillo, todos los problemas se parecen a un clavo. Y en nuestro caso queremos dar vuelta un tornillo de un mazazo, porque es lo único que sabemos. Si le enseñamos a la sociedad que además del martillo, existe el alicate, la tenaza, la pinza y el destornillador, vamos a tener más herramientas para tener una intervención creativa, frente a conflictos que son multicausales y que requieren distintas estrategias.

-¿Más policías en la calle significa menos delito?
-Lo que hace la saturación policial es correr el delito de barrio. Si ponés tres policías en la esquina, nadie se va a inmolar y robar en la carnicería sabiendo que tienen a los uniformados, pero va a robar cuatro cuadras más allá. Yo siempre distingo entre el delito y el miedo al delito, y me parece que las políticas de prevención espacial o situacional son respuestas que tienden a fortalecer el miedo. Cuando los gobiernos de turno no saben cómo dar la respuesta creativa frente al delito, existe la oportunidad de esconder el problema bajo la alfombra desplazándolo de lugar.

“Mi abuelo siempre decía que cuando la única herramienta que tiene uno es el martillo, todos los problemas se parecen a un clavo.”

-¿Cuál es el límite con respecto al derecho a la privacidad?
-Más policías, seguridad privada, la videovigilancia y los vecinos alertas están poniendo a la democracia en un lugar más difícil, porque nos llevan a resignar los espacios públicos en el sentido de que muchas veces estos vecinos alertas llevan a resignar su libertad a cambio de seguridad y solo ocupan el espacio público para reproducir ese grito vecinal de “seguridad, seguridad”. Ese cliché es una expresión antidemocrática que desautoriza la discusión, porque esa indignación vecinal se hace también de la mano de la víctima, usando el dolor del otro como ‘caballito de batalla’. Cuando eso sucede lo que se pide es clausurar las discusiones, ya que es el momento de acciones efectivas ya y me parece que muchas veces estos reclamos, en vez de abrir espacios de discusión, proscriben la política y le dejar hacer a la policía lo que esta cree que sabe hacer.

-La Policía Local, que surgió como una fuerza de proximidad, ¿perdió ese perfil? 
-La Policía Bonaerense se comió a la Local funcionalmente, porque de alguna manera es la solución que encontró la Bonaerense para salir de la calle y dejar a los “pitufos” que circulen por los espacios públicos, que se mueran de frío y de calor. Son gente muy joven y los bonaerenses están subidos al caballo, al patrullero, y se dedican a otros negocios y no a patear la calle.

-¿Qué cambió con el actual gobierno en materia de seguridad?
-En materia de seguridad hay algunas cuestiones que están cambiando, que tienen que ver por ejemplo con el tratamiento en torno a la protesta social. Los gobiernos nacional y provincial durante el kirchnerismo no reprimían las protestas y no las judicializaban, a diferencia de otras provincias donde gobiernos del mismo espacio político continuaron utilizando al campo judicial para poner en caja a la protesta, como Formosa, Misiones, Río Negro o Tucumán.

-En Junín y la Región se percibe una policía que identifica más, una fuerza más dura. 
-Más policías en las calles es más gente que está aburrida. Para mí, gran parte del hostigamiento policial se explica por el aburrimiento de quienes les dijeron que eran garantes de un orden que no tienen nunca la posibilidad de hacerlo valer, ya que además están emplazados en lugares que están sobreasegurados. Cualquier situación muy menor adquiere una envergadura mayor. Vimos hace poco que a una mujer que estaba amamantando a su hijo en una plaza, se le acercaron dos efectivos y le dijeron que no se podía amamantar en sectores públicos. Eso se explica por el tedio: son personas que están ocho horas en una esquina o dando vueltas a la manzana sin hacer absolutamente nada. Y de repente viene un morocho de 14 años con ropa deportiva y con gorrita, y encuentran en la presencia de ese pibe la oportunidad de decir “yo soy policía, existo, soy el orden, documentos por favor”. 

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