Romina Becerra, psicóloga juninense.
Marcelo Alsina, director de la EEP 18 y vicedirector de la EEP 21.
Paula Pedrozzo, directora de la EES Nº7.
NUEVOS PARADIGMAS

Niños y celulares conviven hoy en la escuela: un replanteo para la enseñanza

Más allá de las discrepancias que existen en la comunidad sobre la utilización de estas tecnologías por parte de los más chicos, una normativa habilita su uso en el aula y exige una nueva mirada sobre la educación.

Nadie sabe a ciencia cierta cuál es el umbral de edad aconsejable para permitirle el uso de un celular a un niño en edad escolar. A pesar de ello, existe un debate constante, tanto puertas adentro, en los hogares, como en las instituciones donde los chicos asisten para acompañar este fenómeno que va in crescendo y parece irreversible.
El libre acceso a Internet y los riesgos que esto conlleva, no solo cuando hablamos de niños de diez años sino también de adolescentes, son los factores que más preocupan a la hora del debate y las repreguntas que cotidianamente se hacen los adultos y especialistas.
Muchos padres se resisten a la idea de que sus hijos pequeños manejen celulares y lo evitan hasta tanto sea posible. Sin embargo, para otros padres es simplemente una necesidad, una nueva herramienta, parte de este mundo que avanza y en el que nadie quiere quedarse atrás.
En el ámbito escolar, la normativa que habilita a los alumnos a llevar consigo celulares y otros dispositivos tecnológicos a la institución, le da a su vez la potestad al docente dentro del aula para decidir sobre su uso. Claro que no siempre resulta tan fácil de llevar a cabo y es el docente quien deberá imponer su voluntad o al menos negociar para que las nuevas tecnologías no consuman la atención de los alumnos. 

Un recurso pedagógico
Desde el comienzo del uso de un televisor como recurso pedagógico en décadas pasadas la tecnología ha influenciado la forma de enseñanza desde siempre. Claro que el uso de esta solía tener un lugar y un momento pautado y no podía llevarse en el bolsillo.
La resolución 778/16  habilita el uso de diferentes dispositivos tecnológicos en el ámbito escolar como recurso pedagógico didáctico incorporado como parte de las planificaciones y enmarcadas en el Proyecto Institucional de cada escuela. 
Emilse Marini, Jefa Distrital de Educación de Junín asegura que tanto celulares como otras  herramientas tecnológicas -tablets, netbooks-, forman parte de nuestras vidas y no hacerlos partícipes en los procesos de enseñanza-aprendizaje sería negar la realidad y desconocer con qué sujeto, sean niños o adolescentes se está trabajando.
“Nuestros alumnos son sujetos digitales, conectados a las nuevas tecnologías, en ocasiones con buenas prácticas y en otras, no tan buenas”, explica Marini. 
“Sabemos que los niños de la actualidad están atravesados por la tecnología y esto influye en los modos de aprender, esto produce un giro en el posicionamiento docente porque éste se transforma en un mediador tecnológico. Los chicos ya no esperan para encontrar respuestas a sus interrogantes; Google, YouTube suelen ser más rápidos y a veces más novedosos. Todo esto nos interpela como adultos y como docentes sobre qué lugar deberían ocupar el uso de las tecnologías en el aula, en la escuela, cómo hacer de éstas una herramienta para la mejora de la enseñanza”.
Según Marcelo Alsina, director de la E.E.P. N°18  y vice director de la E.E.P. N° 21, “la mayoría de las escuelas primarias cuentan hoy con carros digitales y otros instrumentos tecnológicos, los que son utilizados  diariamente y le agregan valor a la experiencia educativa”.
Para Alsina, la construcción de estos espacios de aprendizajes significativos enriquecidos con tecnología son todo un proceso en el que, al principio lógicamente habrá tensiones que resolver, pero luego se podrá avanzar, siempre proponiendo actividades innovadoras.
“Lo importante es pensar otras propuestas didácticas que involucren el uso productivo e inteligente, en este caso del teléfono, incluidas en el proyecto educativo institucional de cada escuela, como un recurso didáctico más, considerando su valor pedagógico vinculado a la construcción de un saber apropiado para su aplicación en la realidad de un nivel, en un sistema educativo masivo y socialmente heterogéneo”, explica.
La presencia de los celulares en las instituciones no difiere de la que existe en el ámbito extra escolar, en la cotidianeidad.  
Paula Pedrozzo, directora de la E.E.S. Nº7 explica lo que ocurre en el nivel secundario con el apego de los chicos a esta tecnología y que no solo se da desde el plano pedagógico sino también por una cuestión de seguridad.
“Los alumnos lo llevan consigo por diferentes motivos, por ejemplo, los más chicos lo traen para comunicarse con los padres a la salida del colegio, o porque se trasladan caminando, y éste es un modo de que el padre se encuentre informado sobre la seguridad del chico. La mayoría de los alumnos cuenta con este recurso”, destaca aunque advierte que “muchas veces en las instituciones,  el mal uso de las redes sociales trae aparejados problemas relacionales”. Una realidad que no se puede obviar pero que tal vez requiera un capítulo aparte.
Dentro de la E.E.S. Nº7 cuentan  con una biblioteca digital a través de la cual los docentes pueden acceder a los textos desde los teléfonos sin necesidad de utilizar internet, es decir, se usa la red interna de la institución (INTRANET), por lo tanto, según la directora, “su utilización debería ser un recurso más y no un problema”.

Nuevos debates
El director Marcelo Alsina  asegura que “la gran diversidad en cuanto a las realidades y características de las escuelas hace que el debate sobre el uso de los teléfonos celulares  no pueda pensarse y  resolverse de manera apresurada y general. La utilización del teléfono celular es un debate que debe analizarse y razonarse, de manera responsable, y con la totalidad y particularidad de la comunidad educativa, en un contexto social y cultural cambiante”.
Para la Jefa Distrital, el poder de estas herramientas es tan fuerte que puede cambiar el paradigma de la enseñanza.
“Tenemos que empezar a construir  modos de enseñanza a partir de múltiples destrezas comunicativas y digitales y no en contra de ellas”, advierte Marini.
“El problema no es la tecnología que usan los chicos para distraerse, sino la metodología y los contenidos temáticos que podríamos trabajar con ellas. Tenemos en el distrito múltiples y positivas experiencias donde las tecnologías posibilitaron aprendizajes exitosos como muchos trabajos en Feria de Ciencias por ejemplo. También diversas situaciones áulicas donde los alumnos usan sus celulares cotidianamente, usan el traductor en clases de Inglés, buscan información, crean documentos, etc.”.
Marini considera que un desafío actual para los docentes es lograr incorporar las tecnologías como herramientas de aprendizaje ya que su uso atraviesa todas las edades y a toda la sociedad.
“Negar su uso es desconocer a los alumnos que están hoy en las escuelas. Y perderíamos la gran oportunidad de empezar a construir una escuela acorde a los tiempos actuales”. 

Acompañamiento adulto
Facebook, Whatsapp (generalmente utilizando grupos de chat), Snapchat, Instagram, son solo algunas de las aplicaciones dentro de las cuales se mueven, no solo los adolescentes sino los chicos de nivel primario de entre 10 y 12 años y que muchas veces generan peleas, situaciones de bullying, entre los mismo alumnos, como parte del uso sin control por parte de los chicos. 
La psicóloga y psicopedagoga Romina Becerra hace hincapié en la necesidad del control parental, más allá de la actividad escolar.
“El uso de celular por parte de un chico de 10 años debe ser controlado por un adulto responsable que pueda vigilar los chats, las búsquedas de Google y las aplicaciones sociales como Facebook o Instagram. El seguimiento del adulto es necesario porque es quien marca el límite”.
La edad en la que un niño debe tener celular es muy subjetiva, va a depender de cada padre pero la edad en la que, según Becerra, “los chicos están preparados para entender este sistema de comunicación es a partir de los 11 ó 12 años aproximadamente, siempre con el control del adulto”. En el caso de los adolescentes la situación se complejiza un poco más ya que muchas veces los chicos perciben el control como una persecución.
Cuando esto ocurre “sabemos que deberíamos haber hecho anteriormente un buen trabajo en la construcción de los cimientos y confiar en ellos, siempre poniendo como base la confianza y el diálogo”.
Renegar de la dependencia de los chicos con la tecnología, o considerar el celular como una extensión de sus propias manos es muchas veces poco fructífero si antes como adultos no somos capaces de comprender cuánta responsabilidad tenemos. Cuánto copian y aprenden de nosotros.
“Hay que hacer trabajos en casa”, entiende la psicóloga Becerra.
“Cuando se comparte una comida, el celular no forma parte de la mesa; si miramos una película, el celular debe estar en silencio; si estamos charlando en familia o con amigos, no debemos responder  mensajes. El ejemplo parte de nosotros los adultos y si nosotros lo logramos ellos también”.