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Cada día es un nuevo compromiso que se mantiene con la asistencia al grupo.
PROBLEMÁTICA SOCIAL

Reuniones locales de Alcohólicos Anónimos: el desafío diario para lograr la recuperación

Los miembros concurren todos los días a Aristóbulo del Valle y 12 de Octubre, buscando el apoyo de sus compañeros en una lucha personal y cotidiana que los tiene como pares. La agrupación funciona desde hace 37 años en Junín.

Desde hace casi cuarenta años funciona en nuestra ciudad lo que se conoce como unidad básica o grupo local de Alcohólicos Anónimos que propone un método de “Doce pasos” en el tratamiento del alcoholismo a través de reuniones grupales en las que cada asistente comparte sus experiencias de vida y los desafíos que cada día lo mantienen en su lucha o aquellos que más de una vez lo hacen flaquear.
A.A. , que en noviembre cumple 38 años en nuestra ciudad, se mantiene económicamente con las contribuciones que realizan los hombres y mujeres que participan, buscando recuperarse de una problemática que afecta en primera medida al alcohólico pero que deviene en la ruptura de vínculos familiares y sociales así como el deterioro de su salud.
Pero la propuesta es por 24 horas. Así reza el plan, que dicho sea de paso, nada tiene que ver con religión ni institución alguna. Sólo por 24 horas, cada día es un nuevo compromiso que se mantiene con la asistencia al grupo y el apoyo que los miembros se brindan mutuamente a través de los años.
Los nuevos, los viejos, los más jóvenes, hombres o mujeres, todos son bienvenidos a compartir su día a día en el camino a lograr la sobriedad. El único fin de esta comunidad.
Osvaldo es hoy, como él mismo lo denomina, “un servidor de confianza”. 
Según explica, “me toca abrir el salón, esperar a que lleguen. Van rotando los coordinadores pero la idea es que los que se suman lo puedan hacer. Alguien se ocupa de los libros, de tesorería, coordinación, se anotan los asistentes. Somos servidores de confianza, como en este momento soy yo”.
Hace 28 años que forma parte de A.A. y se enorgullece de no haber tenido recaídas.
“Hay muchos motivos por los que uno puede volver a caer”, advierte. “Yo creo que estoy fuerte, con mi familia, que siempre me ha apoyado. En mi casa nadie bebe. El alcohol no existe. Hay café, té, pero no alcohol. Eso es importante para un alcohólico, el apoyo”, asegura Osvaldo.
En AA, cada uno hace su servicio. Y eso implica también la participación en la comunidad donde se asiste a brindar charlas a las escuelas cada vez que se los requiere para contar a los más jóvenes sus experiencias de vida. Además, tienen un breve espacio en radio.
“Vamos a la radio todos los jueves, tenemos un espacio de 10 minutos. Antes teníamos un espacio físico en el Hospital pero lo perdimos lamentablemente hace años. Era como una guardia. Yo trabajé muchos años en psiquiatría y eso me ayudó a mí a recuperarme, a salir del alcoholismo. Ver cómo estaban los demás”.

“Ayudame porque no aguanto más”
Según cuenta Osvaldo, él comenzó a beber desde muy joven hasta que se dio cuenta que no podía más. “Fui a pedir ayuda porque no daba más, físicamente no daba más. Mis hijos eran chicos y veían el alcohol, la violencia que uno ejercía, pero lo peor de todo para ellos era el padre ausente, en casa, en el colegio. Mi mujer que si bien se quedó conmigo, podría haberse ido”, cuenta.
Y así como tomó la decisión, en un principio le costó lograr que en su entorno creyeran en su decisión de dejar el alcohol definitivamente. 
“Mi primera reunión fue abierta”, cuenta Osvaldo. “Un alcohólico en recuperación contaba su historia y yo creía que era hecha para mí porque él hablaba y yo pensaba, éste me conoce de algún lugar. Resultó que era de afuera, no me conocía pero vivía lo mismo que uno. Luego de eso un compañero me dejó un test con las 12 preguntas, para saber si yo era para Alcohólicos Anónimos o no y la respuesta era contundente”, asegura.
La siguiente reunión fue cerrada, exclusivamente para alcohólicos y Osvaldo se quedó. Así comenzó su camino que hasta hoy sigue firme y sin bajar los brazos.
“Yo no sabía que estaba enfermo y cuando lo supe lloré como un chico, porque dije si estoy enfermo me puedo recuperar. Eso es lo que me llevé aquella vez a mi casa”, reflexiona.
“Yo tomaba todos los días. Todo el tiempo. A veces no podía levantarme. Pero cuando la familia ve el cambio ayuda mucho”. 
Según Osvaldo cuando él comenzó a asistir a las reuniones, el número de mujeres era mayor aunque actualmente ha mermado. “En general éramos entre quince y veinte personas por día. Hoy a veces llegamos a nueve, pero no siempre”.
Osvaldo destaca que “lamentablemente hay muchos chicos que se acercan pero con otras adicciones y desde mucho más jóvenes. Cada día se ve más alcohol acompañado de otras adicciones”.
Asimismo, destaca que muchos profesionales de nuestra ciudad ayudan mucho y colaboran con A.A. “porque hay que entender que el alcoholismo no se cura con ninguna pastilla”, remarca.

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