La población carcelaria en la provincia de Buenos Aires no para de crecer y Junín no escapa a esa situación.
Ayer se conoció que entre mayo de 2016 y hoy, el número de internos en las cárceles del sistema penitenciario bonaerense pasó de 32.200 detenidos a 37.157 (ver información en pág. 21).
Ese ascenso también se dio en nuestra ciudad, aunque de manera no tan pronunciada. Es que hace un año había casi 1.800 presos repartidos en la Unidad Penitenciaria 13 (UP 13), la UP 16 y la Alcaidía Judicial Junín (ex UP 49), mientras que actualmente la cantidad de internos llega a algo más de 1.900.
De acuerdo a las estimaciones de altas fuentes del sistema penitenciario local, a las que tuvo acceso Democracia, hay más de 880 detenidos en la Alcaidía, otro tanto en la UP 13 y poco más de 150 en la UP 16.
Si se tiene en cuenta que hace cuatro años había 1.242 reclusos alojados en las unidades penitenciarias juninenses, de acuerdo a estadísticas oficiales de entonces del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, se concluye que en el último lustro el incremento de la población carcelaria en nuestra ciudad se elevó en un 53%, aproximadamente.
Superpoblación
Lo alarmante del número de internos en el servicio penitenciario de Junín son los problemas de hacinamiento que genera la superpoblación.
En efecto, si se tiene en cuenta que los tres edificios están diseñados para albergar, en conjunto, a poco más de 1.100 internos, el hecho de que haya más de 1.900 alojados hace que la superpoblación sea superior al 70% más que la capacidad máxima de las tres unidades.
La consecuencia directa de esto se advierte en la convivencia: en celdas preparadas para cuatro personas, pueden ser alojados siete, ocho y hasta diez reclusos.
Si se toma la situación general de toda la provincia, se advierte que el caso de Junín es mucho más pronunciado, ya que se estima que hay poco más de 37.000 presos en las cárceles bonaerenses, que cuentan con unas 26.000 plazas. Es decir que esa población que sobrepasa en 11.000 internos a la capacidad máxima de alojamiento implica un exceso de –aproximadamente– un 42%.
Esto obligó a tomar medidas para la optimización del tiempo y del espacio. Un ejemplo de ello es el aumento en los días de visita. Históricamente, en la Alcaidía –como en todas las unidades– había tres días por semana en los que los internos podían recibir visita. A partir de la gran cantidad de personas alojadas allí, se decidió que sean cinco los días en los que se admitan visitas, puesto que no hay un lugar suficiente como para recibir tanta gente junta.
Qué hacer
Este panorama que se da en nuestra ciudad y se replica en la provincia deja el interrogante sobre cuál podría ser una solución ante esta eventualidad: que crece la cantidad de presos y la cantidad de lugares es siempre la misma.
Más allá de que esa es una medida que, de concretarse, llevará tiempo, hay que tener en cuenta la respuesta de la sociedad juninense frente a la posibilidad de que se erija un nuevo penal en nuestra ciudad. Dicho de otro modo: si se hacen más unidades, Junín no parecería ser un buen destino para hacerlo, habida cuenta de la reacción de su comunidad cuando esto se rumoreó.
Fue a principios de mayo cuando el intendente, Pablo Petrecca, debió despejar todo tipo de especulación sobre la posible instalación de una nueva cárcel, en este caso federal, en un predio correspondiente al Ejército. Enfáticamente, dijo que esto no sucedería.
Una semana más tarde, el ministro de Justicia de la Provincia ratificó los dichos del jefe comunal. Y agregó que tampoco se iban a construir pabellones nuevos en las unidades existentes, aunque sí se harían espacios para que sean destinados a aulas y talleres.
Educación y formación
Precisamente, la educación, la formación en oficios y los talleres son algunos de los pilares que quieren reforzar para los internos las autoridades penitenciarias locales.
Además de la Escuela de Educación Media N°8 “Padre Carlos Mugica” que funciona en contexto de encierro en las unidades carcelarias locales, también hay talleres de panificación, carpintería, herrería, chapa y pintura, entre muchos otros, además de cursos que se realizan en convenios con el Centro de Formación Profesional, en los que se enseñan oficios, como los de electricidad o reparación de PC.
Sin embargo, el tema edilicio también juega en contra de la posibilidad de promover y desarrollar estas iniciativas. En la Alcaidía, por ejemplo, la matrícula de la escuela está saturada y allí concurren unos 200 internos, es decir, poco más del 20%. Para que más reclusos puedan asistir debería haber más espacio.
“Ahora tenemos un proyecto para la construcción de aulas y otro módulo donde se puedan dictar los talleres”, comenta una autoridad de la ex Up 49, entusiasmado porque el plan de trabajo ya fue presentado y aprobado por el ministerio. Es que el lugar donde tienen el taller de chapa y pintura, apenas si entra un automóvil. Y lo mismo sucede con los otros, instalando casillas precarias construidas con chapas. “Nosotros queremos mejorar y ampliar esto –insiste el jefe penitenciario– porque es muy importante para los internos, porque les da herramientas para cuando se vayan de acá. Cuando hagan las aulas y todo lo que está programado van a poder recibir una mejor atención y más capacitación”.
Mejoras
Personal de años en las penitenciarías locales reconocen que a partir de la gestión de Cambiemos hay más insumos, principalmente en cuanto a la comida. “Ahora hay carne, verduras, frutas”, resume un veterano de una de las unidades locales.
En la heladera se ven las medias reses colgadas. Las bolsas de papas, zanahorias y arroz están diseminadas por el depósito. En la cocina están haciendo bifes a la criolla. “Ahora, además de la comida, hacemos un refuerzo. Hoy tenemos matambre a la vinagreta, a veces puede ser empanadas, o algo así”, explica uno de los cocineros.
También se incorporaron materiales para los talleres. “A mí no me importa la política, yo no estoy con este gobierno ni con el anterior, pero hay que reconocer que en el último año y medio estamos mejor. Inclusive volvimos a nuestro uniforme penitenciario, que es el que nos identifica, el celeste y blanco”, agrega uno de los jefes.
También remarcan que, “es cierto que hay hacinamiento”, pero esto también sucedía en la administración anterior. “Ahora por lo menos tenemos colchones nuevos para todos”, añaden. Es que hay una unidad penitenciaria bonaerense en la que se fabrican colchones que son repartidos en diferentes prisiones del sistema provincial.
En tanto, si bien el hacinamiento conspira contra una buena convivencia, aseguran que los problemas de indisciplina y los conflictos son menos frecuentes de lo que se cree.
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