En julio, las nafas subieron un 7,2% y el gasoil, un 6%.
Alejandro Borchex.
Santiago Aguiar.
Héctor Polino.
LA ÚLTIMA SUBA FUE DEL 7,2% PARA LA NAFTA Y 6% PARA EL GASOIL

El aumento de combustibles ya afecta a la mayoría de las actividades económicas

En el agro y el transporte tiene una implicancia clara y directa. Pero también la tiene en la canasta básica de alimentos, ya que en los productos que la componen, la logística incide en un 35 por ciento.

La postal del sábado 1° de julio fue la de largas filas de automóviles en las estaciones de servicios, ya que el gobierno había anunciado un nuevo aumento de los combustibles para el domingo 2: un 7,2% para la nafta y el 6% para el gasoil.
Si bien ese era el escenario, la realidad es que estos incrementos tienen un impacto bastante mayor que el que sienten los conductores al llenar el tanque de su vehículo.
En efecto, las subas influyen en la mayoría de las actividades económicas, directa o indirectamente.
El transporte y el agro son, tal vez, las más perjudicadas a partir del alto porcentaje que implica el combustible en su estructura de costos. Pero también los productos de la canasta básica se ven seriamente afectados por estas medidas. Y algunos servicios.
En definitiva, se produce una suerte de cadena que genera un impacto que termina afectando inclusive en rubros que no tienen relación directa con los combustibles.

Canasta básica
En diálogo con Democracia, el director de la asociación Consumidores Libres, Héctor Polino, manifiesta su preocupación porque el aumento de combustibles “impacta fuertemente en los artículos de la canasta básica de alimentos”.
Eso se explica en que Argentina es un país, “que tiene una superficie territorial casi de un continente”, con tres millones de kilómetros cuadrados, aproximadamente, en donde “el 90 por ciento del transporte de carga se realiza a través de camiones”. Por tal motivo, se considera que en una canasta de alimentos promedio la logística incide en un 35 por ciento.
“Los aumentos inciden en la estructura de costos, por la incidencia que tiene el traslado de los artículos”, señala Polino, para luego ejemplificar: “Si hay que trasladar el azúcar desde la provincia de Tucumán a los grandes centros de consumo, lo mismo sucede con las peras o las manzanas desde el Alto Valle de Río Negro, todos esos kilómetros transitados en camiones dan cuenta de cómo influye en el costo final del producto”.
El dirigente socialista, que también encabeza la lista de candidatos a legisladores porteños por el espacio Convocatoria Abierta, señala que las subas en los combustibles tienen incidencia en otros ámbitos, como el agropecuario, “por el gasoil que utilizan las máquinas en los campos, así como los traslados de las cosechas a los distintos centros de consumo, o a los puertos cuando son exportadas al exterior”.

Sector agropecuario
Efectivamente, el sector agropecuario es uno de los más afectados con el incremento en los surtidores. “No tengo el número preciso de los millones de litros que consume el campo por año, pero son muchos, porque el gasoil es uno de los insumos más importantes de la actividad agropecuaria”, señala el referente de la Sociedad Rural Argentina en Junín, Alejandro Borchex.
Según su explicación, el último aumento del 6 por ciento en el gasoil va a representar unos tres mil millones de pesos de costo a la actividad agropecuaria.
No obstante, Borchex sostiene que esto no significa que tenga una incidencia directa sobre el valor final de la producción del sector, puesto que “una de las características que tiene esta actividad es que no es fijador de precios”, de manera que esto se va a trasladar hacia una “reducción de ingresos a los productores”. Es decir que el incremento de los costos tendrá como consecuencia una merma de la rentabilidad.
Por su parte, el economista Santiago Aguiar advierte que es cierto que el campo va a absorber esa variación alcista, “pero el dólar también aumentó en el último tiempo alrededor de un 7 por ciento, que es más o menos el incremento del combustible, por lo tanto, la suba en pesos de la soja va de la mano de la cotización del tipo de cambio, por lo que puede haber una amortiguación del impacto”.
No obstante, aclara que el sector agropecuario no incluye solamente a los cereales: “Hay muchos transportes del sector frutihortícolas a los que les aumentan los costos por fletes, entonces ahí puede complicarse”.

Traslado a los precios
Aguiar dice que “la mayoría de las actividades dependen del combustible como insumo”, aunque en algunas esa incidencia es más fuerte, como el agro –ya mencionado– y el transporte.
“Es muy difícil saber el impacto y el traslado a precios –analiza el concejal–, pero en definitiva eso sucede, aunque hay que ver la velocidad, porque depende del momento general que se esté viviendo. Hoy a la actividad económica argentina le cuesta mucho trasladar estos aumentos de los costos a sus precios por la baja en el consumo, entonces se trata de absorber este aumento del combustible y, en todo caso, se irá incrementando el precio de venta de su producto en forma gradual o de una manera dilatada”.

Implicancia indirecta
Aguiar evalúa que también hay una implicancia indirecta, porque lo que gasta de más el consumidor, deja de utilizarlo en otros bienes y servicios: “En definitiva, lo que aumenta es lo que uno consume. Si se aumenta el precio del pasaje a Buenos Aires y yo tengo que viajar, en definitiva, es menos dinero que tengo en mi bolsillo para consumir en otras cosas. Es decir que cualquier aumento de estos deteriora el poder de compra de los salarios. Aunque esto no es lineal y depende mucho de los sectores de los que se trate”.

La postura del Gobierno
Para Polino, ante estas eventualidades, “el Gobierno deja hacer libremente a los grandes grupos del poder económico, y ha privilegiado la rentabilidad de las empresas petroleras sin importarles el daño que se le hace al poder adquisitivo del pueblo trabajador, del jubilado o de la clase media” con los aumentos que se generan a raíz de los incrementos en el precio de los combustibles.
Además, critica la visión del Ejecutivo nacional por las distinciones que hace en el tratamiento a diferentes sectores: “Los precios de los combustibles se van a rever cada tres meses, pero las convenciones colectivas de trabajo se reúnen una vez por año, los haberes de la clase pasiva se actualizan dos veces por año, sin embargo, a las petroleras les revisan sus niveles de rentabilidad en función de la variación internacional del precio del petróleo, a partir de la paridad cambiaria y del valor de los biocombustibles, de manera trimestral ¿A quién se está defendiendo? A las empresas petroleras, perjudicando al pueblo trabajador y a la clase pasiva. Inclusive, cuando baja el crudo, en la Argentina nadie se da por enterado: descendió de 110 dólares a 35 o 40 en los mercados internacionales, aquí se mantuvieron los precios”.
Lo mismo opina Aguiar. “El precio internacional del petróleo en el último tiempo ha bajado y eso no se vio reflejado en los surtidores”, puntualiza.
Para el economista de 1País, el gobierno nacional “está tratando de desviar la atención a partir de los tarifazos y los aumentos, centrando la atención en lo que se llama la inflación “core”, también llamada inflación núcleo, que en definitiva desplaza de la medición a los precios regulados, particularmente tarifas y combustibles, más los productos estacionales (los que varían de acuerdo a la época del año), pero termina siendo una forma engañosa porque en el bolsillo uno siente todo: la núcleo, la estacional y la de las tarifas y combustibles”.
Y concluye: “El combustible afecta a todos los sectores de la economía, creo que no debe haber ninguna actividad que no lo utilice en alguna instancia de su proceso de producción. Si alguien pregunta en qué impacta a un peluquero que aumente la nafta, inmediatamente en nada, pero en algún momento las variaciones de los otros precios de la economía sí lo hacen, porque los precios también son relativos, uno tiene un precio en relación a otros. Por eso, más allá del tiempo que tarde, de que sea enseguida o pasado un período, todos lo van a sentir”.