Aunque la gran mayoría de quienes hoy desarrollan cáncer de hígado son personas con hepatitis crónicas o cirrosis alcohólica, un nuevo factor de riesgo amenaza con destronarlos como desencadenantes: la obesidad. La acumulación de grasa en el hígado -un cuadro cada vez más frecuente entre personas obesas, hipertensas o con diabetes tipo II- podría convertirse en breve en la principal causa de tumores en este órgano, alertaron especialistas en el marco del Congreso Argentino de Hepatología, que cerró ayer.
“En 2030 el hígado graso causará más cáncer de hígado que la hepatitis. Aunque en Argentina no contamos con registros, los modelos matemáticos aplicados a la incidendencia actual hacen prever para el futuro cercano un aumento de casos diez veces mayor que hace quince años”, señalan desde la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (Aaeeh).
“Como el futuro de las hepatitis es auspicioso, se podía pensar en menos cirrosis y menos cáncer de hígado para los próximos años. Sin embargo, el crecimiento del hígado graso nos da la pauta de que no habrá menos enfermedad oncológica en el hígado y, lo que es peor, que es factible que lleguemos tarde porque no se dará en pacientes hepáticos, que son a los que le monitoreamos el hígado con frecuencia”, explica el doctor Ezequiel Ridruejo, vicepresidente del Congreso y actual presidente de la Asociación.
“Aunque la comunidad en general distingue que el sobrepeso, la obesidad y la vida sedentaria ocasionan un grave impacto a nivel cardiometabólico, aumentando riesgo de diabetes tipo II y de enfermedad cardiovascular, lo que pocos saben es cómo silenciosa y lentamente elevan también el riesgo de depósito de grasa en el hígado, que es un órgano muy noble y que se queja poco, pero que cuando se daña impacta severamente en la salud”, advierte por su parte el doctor Marcelo Silva, presidente del XIX Congreso Argentino de Hepatología.
“Al igual que en muchas otras enfermedades oncológicas, la detección a tiempo (del hepatocarcinoma, el tipo de cáncer de hígado más frecuente en adultos) ofrece elevadas tasas de curación. Lamentablemente, tendemos a llegar tarde porque las enfermedades del hígado rara vez dan señales que permitan al paciente sospechar su desarrollo y realizar una consulta con el especialista”, dice el doctor Manuel Mendizábal, médico hepatólogo y secretario del Comité Organizador.
De hecho si bien puede causar fatiga, dolor en la parte superior derecha del abdomen, pérdida de apetito, náuseas , piel amarillenta y picazón, la mayoría de las veces el hígado graso no presenta síntomas.
Frente a esta amenaza “hoy tenemos el desafío de elevar el nivel de alerta para que también los cardiólogos, endocrinólogos, diabetólogos e inclusive el nutricionistas tengan presente la importancia de monitorear el estado de salud del hígado y de trabajar en forma multidisciplinaria cuando sea necesario”, agregó.
Además del sobrepeso y la obesidad, otros factores que aumentan el riesgo de hígado graso son la resistencia a la insulina, la diabetes tipo II, el colesterol y los triglicéridos elevados y la hipertensión arterial.
UN EFECTO DESATENDIDO DEL SOBREPESO
Cada vez más casos de cáncer por hígado graso
Su incidencia viene creciendo de la mano de la obesidad, alertan desde el Congreso Argentino de Hepatología.
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