La psicóloga Gabriela Parino, al reflexionar sobre el hecho de que la mayoría de la gente que quiere adoptar un niño prefiere a uno menor de 3 años, por lo cual se da una gran demanda comparada a la oferta de adopción. En este sentido explicó: “Sucede que cuando uno piensa la paternidad, el modelo de paternidad predominante en el imaginario social es el modelo biológico. La mayoría de las personas cuando piensan en ser padres piensan en tener un hijo biológico y en realidad, en función de ese modelo, en lo que es adopción, ya no está la posibilidad de un embarazo pero sí se imaginan un nene lo más cercano a ese modelo biológico, uno chiquito. Imaginan adoptar un bebé”.
“En general, la mayoría de las personas que piensan adoptar tiene muchos prejuicios, una ‘mochilita armada’ con ideas de qué es ser padre, qué es ser padre por adopción, cómo sería y qué más fácil”, apuntó.
Respecto al perfil del adoptante, la psicóloga dijo que “entre quienes deciden adoptar, muchos ya lo han intentado biológicamente o con tratamientos de fertilización asistida y no pudieron”. “Otros deciden adoptar porque no tienen pareja, el deseo de ser padre es independiente de ser matrimonio”, apuntó.
A la pregunta si el que quiere adoptar muchas veces lo hace para mejorar su situación personal (de pareja o individual) o por el contrario, pensando en el otro, en el niño o adolescente sin padres, la profesional respondió: “De eso trata el trabajo que hacen los equipos técnicos del Juzgado (de familia), a través de entrevistas psicológicas, para evaluar que el chico en adopción no vaya a ‘tapar un agujero’ en la vida del adulto. En realidad, un hijo (adoptado o biológico) no viene para eso, sino para generar estímulos, para que uno como adulto tenga que cambiar un montón de maneras de pensar las cosas. Los hijos vienen a revolucionar la vida y el adoptado también, más aún, toda la vida van a estar asimilando por qué no pudieron ser hijos de los que los gestaron biológicamente”.
“Uno como adulto tiene que adaptarse a las necesidades particulares que va a tener ese niño de encontrar respuestas, permitirle saber que su familia no tiene la conformación clásica, tradicional. Ese niño cuando crezca va a necesitar respuestas entonces el adulto debe estar preparado para acompañarlo”, dijo.
“A veces es mucho más fácil pensar en adoptar un niño más grande, porque el mismo tiene recuerdos, ideas de lo que pasó en su vida, puede ir armando cosas de su historia y su/s padre/s adoptivos pueden acompañar ese proceso. En el caso de un bebé, no tiene ese registro, ese tipo de recuerdos, por lo cual le será más difícil armar su historia”, opinó Parino.
Respecto a si un niño adolescente era más complicado para adoptar, la psicóloga dijo: “La adolescencia siempre complica pero eso no significa que sea la peor edad, a veces hace más fácil la posibilidad del diálogo, de construir la familia, más allá de las rebeldías que se pueden llegar a dar, a veces tienen otros recursos que los más chicos no tienen. A veces empezar la relación después de haber tenido cierta carencia, en cuanto a lo afectivo, hace que los chicos se liguen de otra manera con los adultos, quizá sean más cariñosos o necesiten más la presencia física de los padres”.
Finalmente destacó: “Hay un preconcepto de que la adopción existe para la gente que no puede tener hijos biológicos los tenga por adopción y esto no es así. Es para que el niño que no puede tener padres biológicos, los tenga a través de la adopción. Es al revés de lo que se piensa”.
SER PADRE, SER HIJO
Señalan que hay más posibilidades de adoptar un niño grande que un bebé
Instan a que aquellos que lo deseen consideren que la adopción existe principalmente para los chicos que no pueden tener padres que los críen y no para los adultos que no pueden tener hijos. El foco siempre está en el chico y no en el adulto, destacaron.
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