La problemática de las inundaciones -que afecta a los campos del noroeste de la provincia de Buenos Aires desde los últimos meses del año pasado- y la masa de agua que circula y amenaza a los distritos, puso en evidencia, por un lado, la necesidad de obras públicas para garantizar seguridad a los productores rurales y a los vecinos de los cascos urbanos y, por otro, el impacto violento y real del cambio climático.
Fenómenos que antes se presentaban muy de vez en cuando, comienzan a ser más frecuentes, más agresivos, y alteran las estructuras preparadas para soportarlos. En Junín y la zona, en cinco meses cayeron 1000 milímetros, lo que llueve en un año, y circula una cantidad de agua que, si se acumulara, en un lapso de cinco días alcanzaría la dimensión de la Laguna de Gómez. El suelo no logra absorber las precipitaciones y la obra hidráulica, aunque resiste, ya no alcanza para contener.
Invierno menos frío y más lluvioso
El Servicio Meteorológico Nacional, conjuntamente con otros organismos tales como el INTA, el INA y la UBA, elaboran trimestralmente tendencias climáticas para todo el país y, para los meses de junio, julio y agosto de este año, anunciaron que se espera que las temperaturas sean superiores a las normales, como así también las precipitaciones se ubicarían por encima de los valores medios.
En mayo se registraron temperaturas de entre 4 y 5 grados por encima del promedio para el mes, que es de 14º4, y se espera que se mantenga la tendencia en el próximo trimestre. Según datos del SMN, comprendiendo el período 1961-2016, la temperatura promedio de todo el país durante el invierno subió entre 0,3 y 2 grados, y la temperatura promedio máxima subió alrededor de 2 grados. Los expertos en la materia coinciden que esto va acentuarse de acá a fin de siglo, con lluvias intensas que pueden causar inundaciones y olas de calor más fuertes y persistentes.
Registro de lluvias de los últimos años
Consultado por Democracia, el pronosticador del Servicio Meteorológico Nacional y de la señal de noticias A24, Sergio Jalfin, hizo un repaso por el castigo climático que recibió el noroeste de la provincia de Buenos Aires en los últimos años. “Esta región ya venía de 2016 y 2015 con lluvias por encima de los valores medios”, indicó Jalfin.
Durante la primavera del 2015 y otoño del 2016 se vivió uno de los eventos Niños más intensos de los últimos 50 años y eso determinó lluvias excesivas en la provincia de Buenos Aires y litoral argentino. “Lo que debería haber sucedido luego de ese evento es que viniese la Niña, como ha ocurrido en otras ocasiones, pero lo que prevaleció desde abril de 2016 (momento en que finalizó el fenómeno del Niño) hasta la actualidad es una condición Neutral en el Pacífico ecuatorial y eso, combinado con algunas perturbaciones atmosféricas en Sudamérica, determinó que siguieran produciéndose eventos de lluvias intensas como los que tuvimos en los últimos meses”, informó Jalfin.
En años anteriores se habían atravesado episodios de lluvias excesivas en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, como en 2001. Desde entonces y hasta el 2015 no se habían registrado lluvias de gran magnitud.
La mirada de los expertos
El consultor privado en cambio climático, Héctor Ginzo, advirtió a Democracia que los fenómenos meteorológicos extremos -olas de calor, inundaciones y sequías- van a aumentar y que hay que estar preparados. “Se trata de comportamientos que se apartan de lo normal en cada estación y la ingeniería hidráulica en Argentina no está lista, hay que tomar medidas de prevención, porque si bien se han hecho obras, las mismas no resisten la intensidad de las precipitaciones actuales que van a persistir.” Además, indicó que la provincia de Buenos Aires “es una gran llanura, tiene un serio problema de drenaje, los ríos tienen muy poca pendiente, entonces la hidráulica queda desactualizada y hay que empezar a arreglarlo.”
Por su parte, Luis Lanare, ex jefe de la Estación Meteorológica ubicada en el aeródromo de Junín, referente local en cuestiones climáticas y con más de 50 años de experiencia en el tema, dio su punto de vista a este diario “por las precipitaciones que ha habido, y por el escurrimiento que está sufriendo nuestro partido, estos fenómenos nos han castigado, se han dado con una violencia bastante inusual” indicó, y agregó “no soy ingeniero, pero puedo decir que problemas con el río Salado hay desde hace, al menos, 30 años, por lo que las obras deberían estar hechas: con fenómenos menos agresivos las consecuencias hoy serían menos graves.”
Luis Lanare recordó los años 1993 y 2001, en los que hubo importantes precipitaciones en Junín de hasta 1700 milímetros, teniendo una acumulada media de 1100 milímetros. “Los fenómenos de hoy son violentos, desbordan los límites y superan todo tipo de parámetros.”
La voz oficial
El subsecretario de Obras Públicas de Junín, Marcelo Balestrasse, aclaró a Democracia qué nivel de responsabilidad hay tanto del factor climático como el funcionamiento de obras hidráulicas en la problemática de la inundación. “El evento que estamos atravesando supera a la obra planeada originalmente que estaba proyectada para una recurrencia de cien años. Estaban calculados 309 m3/s de ingreso por las Horquetas y sur de Santa Fe. Sin embargo, en enero pasaron 300 m3/s y en abril 350 m3/s. Es decir, que desde enero pasa por Junín el doble de la cantidad de agua que debió pasar para no tener desbordes como los actuales. Balestrasse aseguró que el sistema, pese a la magnitud del hecho, está funcionando bien y agregó “para tener una idea visual de la cantidad de agua que pasa: en cinco días se llena una Laguna de Gómez entera.”
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