“El proyecto surgió a partir de muchas dudas que tenía sobre la carrera que estaba estudiando”, empezó relatando la joven artista de nuestra ciudad María Emilia Cicoria, de 27 años, una diseñadora gráfica juninense recibida en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Desde muy joven empezó a dibujar, a las 18 se fue a estudiar a Capital Federal y en la actualidad es reconocida como “María Semilla” por el humor gráfico, que le valió tener miles de seguidores en las redes sociales.
En la Escuela Marianista, donde hizo la primaria y secundaria, comenzó a transitar los primeros pasos en el arte, ya que dibujaba situaciones cómicas que pasaban con sus amigas y las hacía historietas, pero solo quedaban en el entorno del colegio. Pero cuando empezó la facultad dejó de dibujar y hacer eso que le gustaba para estudiar diseño gráfico.
Un viaje a Australia
Durante la carrera, se empezó a cuestionar por qué estaba estudiando eso, ya que no le encontraba una finalidad. “Una vez estuve muy confundida con lo que estaba estudiando, si estaba bien, si era lo que me gustaba, no me sentía motivada, entonces decidí irme a Australia para hacer un viaje de búsqueda de motivación, para entender por qué estaba estudiando esto”, expresó Cicoria a Democracia.
Y agregó: “Ni bien me subí al avión empecé a dibujar y, antes de irme, cuando estaba estudiando la carrera en Buenos Aires, se me ocurrían chistes que quería dibujar, pero por miedo a que no sean graciosos -y al no entender eso que me estaba pasando- nunca lo dibujé”.
Fue así que en Oceanía, al no tener presiones con el tema del estudio y al tener más tiempo, empezó a dibujar los chistes que se le iban ocurriendo para luego compartirlos con sus seres queridos.
“Durante todo ese año que estuve en Australia le mostraba los trabajos que iba haciendo a mis amigas más cercanas y a mis familiares y, como sentí que a ellos les gustaban, cuando regresé a Buenos Aires me sentí motivada para armar la página de Facebook, inventar una marca y dibujar los chistes”, afirmó la juninense conocida ahora como “María Semilla”.
Todo ese año que estuvo a afuera tuvo tiempo para reflexionar y pensar cómo iba a encarar este nuevo proyecto en su vida, porque quería que fuera a largo plazo y tuviera un sentido. “Quería que cuando la gente me preguntara por qué se llamaba ‘María Semilla’, poder explicarles el sentido del nombre que le di, ya que fue porque me imaginaba algo que creciera, entonces lo relacioné con una planta que germina y da raíces”, explicó.
“Para hacer una comparación con mi nombre, mi primo me decía Milla, Semilla y María Milla, entonces siempre jugué con eso y María Semilla hace también referencia a mi nombre María Emilia. Además el logo es una plantita que tiene una ilustración de mi cara”, añadió.
El humor es “sanador”
Poco a poco fue creyendo más en sí misma y empezó a darse cuenta que a la gente le encantaba su arte, que el humor que brindaba era sanador para las personas que lo recibían, porque le mandaban mensajes de amor, agradecimientos, lo que la motivó para seguir dibujando cada vez más.
En relación al mensaje que desea transmitir, María Emilia expresó: “Creo que mis dibujos tienen como una inocencia y a la vez hablan de cosas cotidianas que a todos los hace sentir identificados por alguna cosa u otra. Lo lindo es que es muy variado y todos encuentran algo en los dibujos”.
“Yo nunca me sentí contenta con los trabajos que encontraba en relación al diseño gráfico, entonces como un mecanismo de defensa, o por miedo a tener que renunciar a mi trabajo, decidí que ‘María Semilla’ iba también a ser un escape y así fue que surgieron los cuadernos. Empecé a hacer para vender; igualmente hoy encontré otro trabajo que me hace muy feliz y estoy teniendo una disyuntiva entre mi proyecto y mi trabajo actual en relación de dependencia”, expresó la artista local.
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