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ESPECIALISTAS EN LA MATERIA ANALIZAN EL PANORAMA ACTUAL

Plantean la necesidad de hacer cambios para mejorar la calidad de la educación

Aconsejan que la escuela se adapte a las culturas juveniles. También proponen perfeccionar la formación docente, modificar de la metodología de enseñanza-aprendizaje e invertir en infraestructura y en el mejoramiento de las condiciones de trabajo. Destacan la importancia de que se presenten objetivos con indicadores que permitan medir si se progresa o no.

Si un milagro hiciera que alguien que murió en el siglo XIX pudiera despertarse hoy, lo único que este hipotético personaje encontraría que se mantiene igual al mundo que dejó es el sistema educativo. Podría advertir que los pizarrones y tizas que él conocía hoy son –en algunas escuelas– pizarras y marcadores, pero notaría la misma forma de organizarse en el aula, con una suerte de clase magistral por parte del docente y un esquema de enseñanza aprendizaje similar al que lo formó a él. Todo esto, frente a una realidad que es totalmente distinta.
Quien recurre a esta metáfora al momento de analizar la situación de la educación es Danya Tavela, ex vicerrectora de la Unnoba y actual subsecretaria de Gestión y Coordinación de Políticas Universitarias de la Nación.
Una vez más –como al comienzo de casi todos los ciclos lectivos en los últimos años– las clases no comenzaron con normalidad y el sistema educativo vuelve a mostrar cuánto cruje. Sin embargo, la discusión rara vez supera lo salarial, un aspecto que tiene una gran importancia, pero que no es la única variable a considerar. Por cierto, hace rato que la educación dejó de ser de calidad y, en ese marco, especialistas en la materia consultados por Democracia, hacen un diagnóstico sobre la realidad y plantean propuestas y objetivos que podrían ponerse en práctica.

Calidad educativa
Si bien se suele hablar en distintos ámbitos de la calidad educativa, cada uno podrá tener su propia definición de lo que significa esta idea.
Para el licenciado Gustavo Iaies, especialista en la materia y referente en temas educativos del Frente Renovardor, la calidad educativa se refiere “a la calidad del aprendizaje de los alumnos, es decir, las competencias que los chicos están pudiendo desarrollar en términos de la vida futura que van a tener”. Es que, se supone que una escuela o universidad que la alcanza “es aquella que logra que los alumnos aprendan aquello de lo que van a requerir para vivir, para estudiar o para investigar en el futuro”.
En un mismo sentido se refiere Tavela: “La clave de la calidad educativa está en formar a los estudiantes de la primaria, la secundaria y la universidad de manera tal que, una vez que egresan, puedan tener las competencias y las habilidades necesarias como para ingresar al nivel que sigue, ya sea un nivel educativo o el mundo del trabajo”.
En tanto, para Fernando Balbi, inspector Jefe Regional de gestión estatal, esto no debe cernirse únicamente a los resultados de las pruebas internacionales reducida a un número pequeño de alumnos, “sino que tiene que ver con que la totalidad de los chicos pueda cumplir con la escolaridad obligatoria, con generar las condiciones para las distintas culturas juveniles que habitan en las primarias y secundarias, y con que los títulos que se otorgan no sean simbólicos, sino que tengan un valor real, es decir, que el alumno de la secundaria pueda continuar sus estudios superiores o incorporarse al mundo del trabajo”.

Diagnóstico
Una vez establecida la definición de lo que se entiende por educación de calidad, los diagnósticos no son alentadores.
“Nosotros, como padres, ciudadanos, políticos, líderes educativos, docentes, tenemos un cuestionamiento fuerte a la calidad que brindamos y esto tiene distintos orígenes”, sentencia Tavela.
Por su parte, Iaies cree que “Argentina ha bajado mucho, tanto en términos de los aprendizajes de las disciplinas específicas, es decir, lo que las pruebas marcan, como también en términos de valores y del ordenamiento que los chicos necesitan para vivir en esta sociedad”.
Es que, por un lado, los alumnos “leen peor, comprenden menos y entienden menos del mundo matemático”. Además, de acuerdo a su análisis, cuesta mucho marcarles pautas. “Basta con ir a escuelas y ver que los chicos miran con la cabeza para abajo, o sea que sienten vergüenza de defender sus ideas, de decir lo que piensan, de abordar un tema”, agrega.

Propuestas
Al momento de pensar en iniciativas que tiendan a paliar este escenario tan complejo, Balbi sostiene que “hoy las culturas juveniles son muy dinámicas y la escuela tiene que adaptarse a ello”. Por eso no se deben soslayar las tecnologías de la información “como una herramienta para la construcción de aprendizaje”.
Para ello, se necesita infraestructura que, en palabras del inspector, “se van consolidando muy lentamente, como la conectividad en todas las escuelas y las herramientas informáticas en todas las instituciones educativas”.
Para Iaies, cada institución debe trazar sus estrategias: “Cada lugar es distinto, pero es básico que la escuela se piense como una unidad, que tenga un norte, un plan de mejoras, que se plantee objetivos y que esos objetivos tengan indicadores para poder medir si los chicos progresan o no, y si la institución está mejorando”.
En tanto, “la formación docente, la inversión por parte del Estado en términos de infraestructura y de mejoramiento de las condiciones de trabajo y salarios para los docentes, y la modificación de la metodología de enseñanza-aprendizaje para que lo que ocurre adentro del aula incentive a los jóvenes y mejore el proceso de incorporación y acumulación de ese conocimiento”, son las claves a las que apunta Tavela.

Inclusión con calidad
Durante los últimos años, las políticas educativas apuntaban fuertemente a la inclusión de la mayor cantidad de chicos posible dentro de las escuelas.
Sin embargo, Gustavo Iaies sostiene que si estos procesos no van a compañados por calidad educativa, no funcionan, “porque hay que incluirlos para aprender, hacerlos por el mero hecho de la inclusión, no sirve”.
Según su criterio, además de trabajar para que los chicos estén en la escuela, también “hay que exigirles y evaluarlos para saber si están logrando adquirir los saberes que tienen que incorporar o no lo están haciendo”.
Para Tavela también “es muy importante” la inclusión: “Tenemos que tratar de que la mayor cantidad posible de jóvenes y adultos hagan su proceso educativo y tengan terminalidad, pero la realidad es que, si a eso no le agregamos calidad, no es inclusión real”.
Balbi, por su parte, explica que, para evitar que la escuela termine funcionando como una suerte de depósito de chicos, se promovió el aumento de los equipos de orientación escolar y de apoyo, “que son los especialistas que conocen las realidades de los chicos y pueden trabajar sobre ellas”.
Además, “en determinadas escuelas hay tutorías y en algunas otras hay proyectos para lograr extender algunas jornadas, con otras actividades, pero que contribuyan a construir la identidad con la institución”.

Resistencia
La escuela es una institución del siglo XIX, con docentes del siglo XX que enseña a jóvenes del siglo XXI. Esta definición explica, en parte, las resistencias que generan los cambios que se proponen.
Iaies sostiene que lo que hay es “un cambio cultural”, por lo que “hay que mover a los padres, a los docentes y a los directores a cambiar”. No obstante, advierte que “teniendo un discurso claro, explicando las razones y pudiendo comprometer a maestros y directivos, el cambio se puede hacer, no es terrible”. Y pone como ejemplo a Brasil en donde “a los tres años se empezaron a ver los cambios”.
Más cauta, Tavela subraya que “los procesos educativos son largos, y los resultados se ven a mediano y largo plazo”. Es por ello que “definir una nueva estrategia para mejorar la calidad educativa sobrepasa una gestión de gobierno, cualquiera sea, y requiere de un compromiso colectivo”.
En cuanto a la resistencia a los nuevos tiempos, agrega: “Hay un poco de eso, pero también tiene que ver con que hay deficiencia en la formación de los docentes, déficits de infraestructura y equipamiento como para poder atender una nueva metodología, y por supuesto porque todos tenemos que hacer un cambio de paradigma en nuestras cabezas a la hora de establecer cómo les enseñamos a nuestros alumnos. Esto pasa también en las universidades, donde proclamamos mucho el tema de la innovación y demás, pero en realidad, cuando uno va al aula pasa lo mismo que hace 20 años, cuando yo estudié, o hace 40, cuando cursaron otros”.
Por el contrario, Balbi admite que en sus propuestas encontró “menos resistencia” de la que esperaba. Y concluye: “Sí las escuelas tienen edificios que datan de otro formato educativo, pero el recurso más importante es el humano, que muestra predisposición y actúa en consecuencia. La provincia de Buenos Aires planteó una propuesta de capacitaciones virtuales en un montón de áreas disciplinares, en todos los niveles, y en tres horas se agotaron los 60 mil cupos. Entonces yo encuentro mucha predisposición de los docentes, porque ellos también están preocupados por modificar, mejorar, ajustar sus prácticas para que los chicos aprendan más”.<

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