A 200 años del Cruce de los Andes por parte del ejército de José de San Martín, dos juninenses fueron partícipes de una travesía que duró diez días imitando el camino que debieron recorrer a caballo los soldados.
Con una altura de 4500 metros sobre el nivel del mar, con calor de día y frío de noche, Vanesa Crisorio y Gabriela Ledesma se atrevieron a recorrer los pasos que el general dio con su ejército por la Cordillera de Los Andes. A dos siglos la batalla de Chacabuco, las cosas no han cambiado mucho ya que el miedo y todos los estados anímicos de esta hazaña estuvieron presentes en estas dos mujeres que lo pudieron superar con muchas ganas y actitud.
Travesía para el Bicentenario
Todo comenzó cuando Vanesa, enamorada de la montaña, averiguando por distintas travesías llegó a contactarse con una empresa que realizaba el cruce de Los Andes a caballo por distintos pasos que hizo el general San Martín. Un día le llegó un email que explicaba que se iba a realizar la travesía para el Bicentenario en los días que el ejército estaba cruzando Los Andes y así fue que se anotaron y comenzaron con esta aventura. Les llevó diez días atravesar el valle de Los Patos hasta llegar al límite con Chile.
“Hicimos un grupo lindo, había gente muy fanática de San Martín, gente muy estudiosa de la historia y de lo que había sido todo el cruce de Los Andes. Para nosotras fue muy importante vivirlo así y poder compartirlo porque caímos en un momento histórico fundamental terminando nuestra expedición el día 12 de febrero donde justamente se libró la batalla de Chacabuco”, expresó Vanesa en una entrevista con TeleJunín.
“Cantar el himno en Chile fue muy emotivo”
“Nosotras hicimos el cruce del centro, el de Uspallata, que fue realmente el que importó, porque los otros habían sido cruces que había enviado el general para distraer a los enemigos, con lo cual eso le suma mucho, porque era el más difícil”, afirmó Gabriela, quien agregó: “Llegamos en el momento de la fiesta que se hizo en Chile con los presidentes y los dos ejércitos y nosotros éramos los únicos representantes argentinos en el campo, éramos 26 personas y cantar el himno nacional en ese país fue muy emotivo”.
Por otro lado, agregó que “este tipo de cruce lo ha hecho mucha gente y creo que el condimento especial que tiene esto es haberlo hecho la fecha del Bicentenario. Yo nunca había subido a un caballo y terminé haciendo el cruce de Los Andes. Son cosas que no se pueden explicar con fotos ni con videos”.
La altura y el clima inhóspito
En relación a las condiciones climáticas, Vanesa explicó: “La altura nos trató muy bien, a todo el grupo; nos tocaron unos días bárbaros, con mucho calor y sol de día y a la noche refrescaba, obviamente. Cuando cruzamos el cordón del Espinacito nos agarró un temporal de nieve y ahí pudimos disfrutar un poco el lugar porque bajar con llovizna se iba hacer dificultoso pero tuvimos un dios aparte que nos iluminó”.
“A mí me pasó que al comenzar el cruce yo me preguntaba cómo el ejército había pasado semejante altura. Nosotros íbamos con carpa, bolsa de dormir, comida y con los senderos que ya están marcados. Pensar que ellos iban sin nada o con muy pocas cosas porque el país tampoco estaba pasando un momento económico bueno como para recibir tanta ayuda. Además nosotros bajamos del caballo y festejamos que llegábamos al lugar y ellos iban a batallar”, afirmó.
“Uno pasa por todos los estados de ánimo”
Con respecto a las sensaciones, Gabriela advirtió que “uno lleva carga emocional y pasa por todos los estados en la altura. En la montaña además del contacto con la naturaleza tenés miedo, vértigo y otras veces sentís mucha emoción, todos los estados anímicos que se te puedan ocurrir.
“El paisaje es tan majestuoso que te lleva a disfrutarlo y lo tenés que llevar con muchas ganas y actitud, así el miedo lo vas venciendo”, señaló Vanesa.
COMENTARIOS