La licenciada en Psicoanálisis María Alejandra Crocinelli brindó su visión, desde la rama que ha estudiado, para explorar en la madurez del ser humano de hoy, ante una sociedad cada vez más demandante.
A continuación, la entrevista mantenida con la especialista.
- Los adultos de edad media, mayores de 50, ¿suelen animarse a cosas nuevas? Hablo no solo respecto de las actividades laborales o recreativas, sino también a nivel personal, de tipo afectivo.
- Pensaba en tu pregunta, animarse a “cosas nuevas”, a vivir algo distinto, y pienso que es algo que sucede en la actualidad, o es una característica de esta etapa de la vida, más allá de su época. Es cierto que cada una (infancia, juventud, adultez) son etapas diferentes marcadas por cambios físicos, emocionales y vinculares, pero ninguna de ellas y sus cambios llegan de un día para el otro. El tiempo en que la vida de una persona transcurre no escapa ni a su contexto familiar, ni a su época, ni tampoco a las contingencias del vivir. Sin embargo, hoy se espera que un hombre, una mujer de más de 50 años, se permita vivir casi con esa exigencia, de disfrutar haciendo o experimentando cosas no vividas hasta ahora. En cada etapa siempre estará lo nuevo, lo vivido por primera vez, y no siempre estará vinculado al disfrute o a la satisfacción.
Creo por el contrario que los años y la experiencia vivida, ayudan a saber con mayor claridad qué se quiere y qué no se quiere. Eso da esa sensación de soltura, de saber elegir, de seguridad en el hacer. Obviamente no se llega de ese modo, de la noche a la mañana. Se requiere un aprender a vivir fundamentalmente con uno mismo.
- ¿Se sienten que no son jóvenes pero tampoco viejos? ¿Cómo se ven a sí mismos?
- Sí, es posible que ese sea en una gran mayoría su sentimiento. Es una etapa, la adultez media en la que se juegan dos corrientes: la de la productividad y el opuesto, la improductividad. Es una etapa en la que algunos comienzan a pensar o eligen trabajar menos, o jubilarse, en cambio otros por diferentes motivos necesitan seguir con su actividad laboral. Es una etapa muy importante del ciclo vital, de productividad, especialmente en la esfera intelectual y artística.
Es una etapa también en la que ciertas exigencias familiares y/o sociales pueden dejar de sentirse como obligaciones necesarias, se encuentra un uso diferente del tiempo, se elije ser, en ciertos aspectos, más permisivo con uno mismo. Alguien decía, hablando de sí mismo, que había aprendido a disfrutar de lo que siempre le gustó, la música, sin sentir que estaba perdiendo el tiempo, o que no era el momento.
Es frecuente que sea una etapa en la vida en donde se evalúe lo hecho, lo logrado, lo perdido.
La nostalgia de la juventud pasada, puede ser una manifestación afectiva que si se detiene como idealización, probablemente impida disfrutar lo distinto de la adultez. Se puede ser una persona mayor, pero no por eso se es adulto. La adultez implica necesariamente haber dejado atrás todo reclamo infantil en relación al otro, ubicado en esa etapa de la vida como garante. La adultez implica poder ser garante de uno mismo.
- ¿Les cuesta asumir que ellos comienzan a ser responsables de sus padres, pero también de sus jóvenes hijos e incluso nietos?
- Tu pregunta reafirma lo dicho anteriormente, solo se podrá asumir tal responsabilidad, si se pudo hacer cierto pasaje hacia la adultez.
Por otro lado, nos encontramos con un hecho muy propio de la época en que nos toca vivir. La prolongación de la vida, nos hace más longevos y, por otro lado, se retrasa la maduración de la juventud, logrando una adolescencia a veces muy prolongada. Hijos que permanecen por más tiempo en la casa paterna.
Creo que toda responsabilidad también tiene un límite, y en estos tiempos donde lo ilimitado gana terreno, es bueno saberse limitado, todo no se puede.
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