Bailar es una manifestación de alegría, de vitalidad emocional. Desde siempre, mover el cuerpo al son de una melodía es la evidencia de un estado anímico jovial, saludable y hasta contagioso.
Pero no siempre el baile es fruto de la espontaneidad y el deseo genuino. Ya hace varias décadas que desde la medicina es recomendado para apaciguar momentos tormentosos y hasta salir de cuadros lindantes con la depresión.
Sin entrar en los motivos, la realidad demuestra que en Junín la danza se ha convertido en la terapia elegida por cientos de hombres y mujeres de todas las edades para evadirse de la rutina y desconectarse de la tensión que imponen las obligaciones cotidianas.
Así, ritmos caribeños y urbanos, pasando por el rock y el folklore, y hasta el tango son elegidos por una franja etaria que arranca en un dígito y finaliza muy adentrados los ochenta.
“Abrí hace un mes y medio mi escuela de ritmos y ahí doy clases de reggaetón, dance y otras opciones para un público más bien juvenil, pero es impresionante cómo se ha sumado gente que de antemano yo no pensaba que iba a venir por una cuestión de edad. Estoy hablando de personas de entre 35 y 40 años. A eso hay que sumarle a aquellos que ya han venido a verme pidiendo que agregue horarios para poder asistir, hombres y mujeres de cuarenta años para arriba, así que estimo que para la segunda quincena de diciembre voy a ampliar la actividad para satisfacer esa demanda”, le dijo a Democracia Walter Pereyra, de Base Urbana, ubicado en Saavedra 77.
Pereyra remarcó que la filosofía de los bailarines que concurren a Base Urbana es “la de pasarla bien y desconectarse de la realidad”. “Eso los empuja a venir más que el deseo de bailar bien o de tornear su figura, aunque si pueden lograr esto último como agregado se van a poner más contentos todavía”, agregó.
Otro ejemplo del bálsamo que constituye el baile para muchos juninenses es el relato de Cristóbal, quien con más de 70 no permite que nadie se interponga a sus clases semanales de tango en la sociedad de fomento del barrio Prado Español. “Es un momento único, lo espero toda la semana. ¡Y no solamente por bailar, eh! Acá se respira mucha energía, uno hace amigos y se conecta con lo mejor de la vida, que es estar alegre y compartir momentos agradables”, enfatizó.
Por otro lado, Marisa Mieres, dueña de Gym Studio, afirmó que “están muy de moda las clases de zumba, que es lo que está arrasando porque a muchos que les estaba costando seguir concurriendo a las clases de gimnasia aeróbica y hacer localizada o step, porque no querían pensar, les devolvió las ganas de hacer ejercicio de un modo más divertido”. “La ecuación es favorable por donde la mires, porque bajás de peso y la pasás bien”, agregó.
Mieres indicó que “a los hombres los tenés todo el año en el gimnasio porque se preocupan por su físico más que las mujeres, no es que los agarra septiembre. En cambio, las mujeres son más pachorrientas y hasta es como que especulan, pero cuando empieza el calorcito arrancan con las dietas, las caminatas y demás”.
Danzar en el agua
Menos convencional pero cada vez más afianzada es la propuesta de realizar ejercicios, e incluso bailar, en contacto con el agua.
Sergio Ortiz, a cargo del Centro Integral de Natación de calle Arias, explicó: “Los movimientos realizados en el agua sufren una resistencia de 12 a 15 veces mayor que en el aire, ayudando a construir fuerza. Cuanto más potente es el ejercicio, más resistencia el cuerpo va a sentir. Como instructor, es importante que realice un diagnóstico de salud y de relación con el agua para ajustar los objetivos, y que tenga presente los principios de gradualidad, variedad y variabilidad”.
También destacó que la actividad contribuye al bienestar emocional. “La gimnasia acuática y sus divertidos ejercicios pueden ser extremadamente motivantes, mejorando el humor de los participantes, su autoestima, y relajando tensiones. Los ejercicios acuáticos mejoran la movilidad, el caminar, poder curvarse y potencian habilidades para poder realizar las tareas de la casa”, puntualizó.
Ortiz resaltó que “para los adultos que son inactivos o sufren dolencias crónicas, la vida diaria puede significar un desafío. Realizando movimientos en el agua, la vida al salir de la pileta puede tornarse más placentera”.
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