CASOS RESONANTES QUE ESTIMULAN LA VOLUNTAD DE DONAR ORGANOS

Mejora cada vez más la calidad de vida después de un trasplante

Los avances en los tratamientos permiten una mayor sobrevida de los órganos implantados, internaciones más cortas y un post trasplante con menos medicación. Historias.

Cada vez que Martín Parra (39) pasa en bicicleta frente al centro de diálisis donde durante cuatro años y medio estuvo conectado a una máquina hasta 12 horas semanales tiene el mismo impulso: le dan ganas de entrar con su bici y decirles a los pacientes en tratamiento que alguna vez estuvo como ellos, pero que ya logró recuperarse y hoy es un deportista que viaja por el mundo, gana medallas, pero sobre todo, que se siente física y anímicamente muy bien.  Y que todo eso lo logró a través de un trasplante. Después se contiene, porque sabe que el camino al trasplante es complejo y las esperas de un órgano pueden ser largas. Pero asegura que le hubiera encantado que alguien le hubiera contado una historia así cuando su salud se deterioraba y su esperanza menguaba mientras esperaba un órgano que le cambiara la vida.
Como Martín Parra, son cada vez más las personas que ven como su vida cambia radicalmente a partir de un trasplante. Y si bien eso no es nuevo, si lo es la magnitud de ese cambio. Tanto los médicos trasplantólogos como los pacientes que recibieron trasplantes reconocen que la calidad de vida de los trasplantados  mejoró sensiblemente en los últimos años hasta hacerlos llevar una vida que consideran “normal”.
La realización del reciente Mundial de Deportistas Trasplantados en la ciudad de Mar del Plata es uno de los testimonios que mejor ilustran ese cambio. En esos juegos internacionales participaron más de 1.200 deportistas de todas las edades y de 45 naciones que compitieron en 14 disciplinas. De entre ellos, los argentinos fueron 120 y  obtuvieron el segundo lugar en el medallero detrás de Gran Bretaña obteniendo tres récords mundiales y 55 medallas de oro.
Carlos Lirio (38) que recibió un trasplante de corazón y hoy es jefe de equipo de la Selección Argentina de Deportistas Trasplantados destaca en diálogo con este diario uno de los aspectos que ilustra el mejoramiento de la calidad de vida de los trasplantados que  se pone en evidencia en los juegos: la mayor cantidad de intervenciones médicas tuvieron que ver con lesiones musculares, similares a las de los atletas convencionales, aunque algo más frecuentes.
Ariel Baragiola (40), que preside Adetra, la entidad que en el país nuclea a los deportistas trasplantados y él mismo recibió un trasplante de riñón a los 20 años, dice que la mejora de la calidad de vida de las personas que recibieron un trasplante en los últimos años es notoria en el ámbito deportivo. Se expresa, agrega, tanto en el aumento del número de deportistas que participan año a año en los juegos nacionales (que se triplicó entre 1996 y 2015) como en el novel competitivo que son capaces de alcanzar. En ese sentido, su propia historia ilustra esos avances, ya que Baragiola participó de diez mundiales y en todos ellos, sin excepción, ganó medallas de oro.
Es que en esta historia sin recetas que médicos y pacientes van escribiendo juntos desde la década del 70, cuando los primeros trasplantes comenzaron a concretarse, los cambios tienen que ver con avances científicos que repercuten en los tratamientos, pero también con cuestiones culturales: si hace décadas se creía que el paciente trasplantado, por estar inmunodeprimido, debía ser aislado para evitar las infecciones y eran muchos los médicos que veían con desconfianza que practicaran deportes, hoy la realidad es bien distinta. Esto permite una mejor inserción social de los pacientes. Y, con excepción de los deportes de contacto, un notable rendimiento aún en el campo de la alta competencia.
Entre los atletas se distinguen dos grupos: los de alto rendimiento y los que sólo compiten por el hecho de participar. Para los primeros, admite Lirio, saber cómo manejar la autoexigencia sigue siendo el desafío más grande.
“En ese plano se hace camino al andar. No hay recetas, ni libros, ni conocimientos sistematizados sobre trasplante y deporte “, postula.
Pero la mejoría en la calidad de vida de los trasplantados se expresa más allá del deporte.

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