El presidente sirio interino, Ahmad al Sharaa, ordenó ayer que una “comisión independiente” investigue las matanzas de civiles en el oeste del país, que dejaron más de 800 muertos según una ONG, un estallido de violencia que despertó indignación internacional.
Según un nuevo balance del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), que cuenta con una extensa red de informadores en Siria, 830 civiles de la minoría alauita, a la que pertenece el expresidente Bashar al Assad, fueron abatidos por “las fuerzas de seguridad y grupos aliados” desde el jueves último.
Al menos 481 miembros de las fuerzas de seguridad y combatientes pro-Assad murieron en los combates, según el OSDH.
Las autoridades no han comunicado ningún saldo.
Cómo empezó
La violencia comenzó con un ataque el jueves de los partidarios de Al Assad contra las fuerzas de seguridad en la ciudad de Jableh, en la gobernación de Latakia, en el oeste. Esta región es la cuna de la comunidad musulmana alauita, una rama del islam chiita, de la que proviene el clan Al Assad.
Al Assad fue destruido en diciembre de 2024 por una alianza de rebeldes islamistas sunitas encabezada por el grupo radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS) de Al Sharaa. Luego huyó a Moscú con su familia.
“Lo que está pasando en el país (...) son desafíos que eran previsibles. Tenemos que preservar la unidad nacional, la paz civil, tanto como sea posible y, si Dios lo quiere, seremos capaces de vivir juntos en este país”, declaró Ahmed Al Sharaa en un discurso en una mezquita de Damasco, la capital.
Asimismo, anunció la formación de una “comisión de investigación independiente” de las “violaciones contra los civiles”, para identificar a los responsables y llevarlos ante los tribunales.
“Vamos a pedir cuentas con firmeza y sin indulgencia a todos los implicados en el derramamiento de sangre de civiles”, declaró más tarde en un video divulgado por la agencia de prensa oficial siria Sana.
“Somos garantes de todo el pueblo sirio y de todas las confesiones, y protegemos a todo el mundo del mismo modo”, sostuvo por su parte el canciller sirio, Asad al Shaibani, en Ammán, donde está de viaje.
Después de más de 13 años de guerra civil, el restablecimiento de la seguridad es el principal desafío para el nuevo poder sirio.
Condena internacional
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, dijo que las matanzas de civiles “deben cesar inmediatamente”, mientras que el secretario del Estado de EE UU, Marco Rubio, condenó las “masacres” y pidió que sus responsables “rindan cuentas”. Alemania pidió “vehemente a todas las partes que pongan fin a la violencia” y el Reino Unido instó a las autoridades sirias a “garantizar la protección de todos los sirios”. Durante un sermón, el Patriarca ortodoxo de Antioquía, Juan X, pidió a Al Sharaa que ponga “fin a las masacres”.
Ayer, el Ministerio del Interior anunció el envío de “refuerzos adicionales” para “restablecer la calma” en Qadmus, un pueblo de la provincia de Tartús, donde “buscan a los últimos hombres leales al antiguo régimen”.
La agencia oficial Siria Sana informó de “enfrentamientos violentos” en Taanita, un pueblo en la montaña de esta misma provincia, donde se refugiaron “numerosos criminales de guerra afiliados al régimen derrocado y grupos de hombres leales a Asad que los protegen”.
Un convoy de 12 vehículos militares entró en el pueblo de Bisnada, en la provincia de Latakia, donde las fuerzas de seguridad están registrando domicilios.
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