En la bolsa de Wall Street ayer se respiró tranquilidad. El promedio de las acciones que cotizan allí (o sea, el índice Dow Jones) aumentó en 0,31 por ciento. Pero las tecnológicas, que se habían visto afectadas por la startup de Inteligencia Artificial china DeepSeek, recuperaron parte del valor. La que más había caído, Nvidia, aumentó su valor en 8,82 por ciento, poco más de la mitad de lo que había caído. Microsoft aumentó el 2,91 por ciento; Meta, un 2,19 por ciento; y Oracle, el 3,61 por ciento.
El índice NASDAQ, en el que generalmente cotizan las tecnológicas, aumentó su valor en un 2,03 por ciento. Tomando como referencia las cotizaciones del viernes pasado, el índice de las industrias elevó su cotización en un 0,7 por ciento, el S&P 500 registró una pérdida del 1,3 por ciento y el NASDAQ cayó el 2 por ciento respecto a la misma fecha.
Dado que la expansión de los centros de datos y todo lo relacionado con la inteligencia artificial demanda un considerable consumo de electricidad, las energéticas también registraron caídas, pero mucho menores.
Dudas sobre Deepseek
En relación a la empresa china, desde anteayer a la noche habían comenzado las dudas. El CEO de una gran compañía de Silicon Valley decía: “Ellos están vendiendo ahora y después se preguntan sobre el producto”. A partir de esa conclusión se comenzó a calificar la aparición de DeepSeek y la caída del valor de las norteamericanas simplemente como un llamado de atención.
La superioridad de las norteamericanas se ejemplificaba como una simplificación según la cual ChatGPT leyó y almacenó el contenido de todos los libros de una biblioteca, pero la china no tiene esa capacidad de almacenamiento y sus líderes sostienen que le han enseñado a elegir los mejores libros. Además de que habían aprovechado ciertas falencias de los sistemas de control de la exportación de chips a China, y que antes de la prohibición de esas ventas es posible que hubieran salido de Estados Unidos muchos chips de la anteúltima generación y eso fuera aprovechado por China.
Después comenzaron a encontrarse errores o problemas de censura; cuando se le preguntaba por los sucesos de la plaza Tiananmen, contestó: “Está fuera de mi alcance”. También que le faltaban pronósticos del tiempo de ciudades, algunas de la importancia de San Francisco.
La nueva compañía abandonó el sistema de las grandes empresas tecnológicas chinas del pasado como Baidu y AliBaba, que iban siguiendo los avances de Silicon Valley y adaptándolos. En realidad, no comenzó como un “laboratorio dedicado a salvaguardar a la humanidad de la inteligencia artificial”, como OpenAI, sino como un instrumento para hacer apuestas en la bolsa de valores de China.
No es tan poderosa como sus rivales
Con el capital que lograron con esa inversión se lanzaron a producir DeepSeek, pero a pesar del estruendo de anteayer, la coincidencia es que su capacidad no es tan poderosa como la de los rivales estadounidenses, pero que tienen menores costos.
Ahora los pronósticos están puestos sobre cuánto tardarán las norteamericanas en lanzar productos con menores precios y seguir avanzando en las estructuras con mayor poder. DeepSeek tuvo a su favor que la preocupación del Gobierno chino por su atraso tecnológico era cada vez mayor y que justamente el presidente Xi Jinping había señalado que la burocracia debía demostrar flexibilidad y que por un fracaso no se descartara a equipos enteros de investigación científica. Ese reciente reconocimiento de un error grave quedó olvidado con la aparición de DeepSeek.
El sobresalto producirá cambios en los directorios y dejarán de lado algunas prácticas comerciales que estaban siendo muy criticadas como, por ejemplo, que no lanzaran al mercado nuevos instrumentos hasta agotar los chips que habían fabricado. Es tal la confianza que ayer Chebron, la empresa petrolera, anunció sus planes de construir plantas para la producción de energía directamente conectados y abasteciendo a las empresas de tecnología para la inteligencia artificial.
Una sobrevaloración de la empresa
El nacionalismo chino hizo además que se produjera una sobrevaloración de la empresa, pero deberán enfrentar a las poderosas compañías norteamericanas que cuentan con cientos de miles de millones de dólares para invertir en investigación y que aun así se estaban produciendo asociaciones de a dos de esas empresas para ciertos desarrollos que consideraban fuera del alcance de una sola. Y no es poco que los líderes de las 7 más grandes empresas tecnológicas de los Estados Unidos sean parte hoy de la mesa chica del presidente Donald Trump.
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