El papa Francisco, de 87 años, pidió ayer en Yakarta “fortalecer el diálogo interreligioso” para luchar contra “el extremismo y la intolerancia”, en el inicio de su larga gira por Asia y el Pacífico.
A pesar de un ritmo frenético, el pontífice argentino apareció sonriente y en forma desde el inicio el martes de este viaje de 12 días, el más largo de su pontificado, y en todo momento bromeó con los fieles sin que pareciera afectarlo ni el calor húmedo de Yakarta ni la diferencia horaria.
Al final de una jornada de más de 10 horas, Francisco se dio un baño de masas, estrechando la mano de los fieles con entusiasmo.
"¡Viva el Papa!", gritaban cientos de personas congregadas detrás de las barreras alrededor de la catedral de Yakarta mientras el Santo Padre se dirigía en silla de ruedas hacia su automóvil.
El diálogo interreligioso es uno de los temas principales de esta visita de tres días al archipiélago de 17.500 islas, que alberga la mayor población musulmana del mundo (242 millones, el 87% de los habitantes) y tiene solo unos ocho millones de católicos (menos del 3%).
Este diálogo es “indispensable para enfrentar desafíos comunes,incluida la lucha contra el extremismo y la intolerancia”, dijo Francisco en un discurso en el palaciopresidencial. Indonesia lucha desde hace décadas contra el extremismo islamista, que culminó con los atentados en la isla de Bali de 2002 que mataron a 202 personas.
El Papa también habló de la situación internacional y aseguró que los conflictos violentos son el resultado de “hacer prevalecer a toda costa los intereses (...) incluso cuando esto conlleva un sufrimiento interminable para comunidades enteras y resulta en verdaderas guerras sangrientas”.
“Libertad y tolerancia, esto es lo que Indonesia y el Vaticano desean propagar”, respondió Widodo.
Cientos de niños y jóvenes con trajes tradicionales y banderas de Indonesia y del Vaticano recibieron a Francisco, que también presenció un desfile militar y escuchó los himnos de ambos países. El mismo fervor se sintió por la tarde en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, donde el líder de los 1.300 millones de católicos alentó al clero local a la “fraternidad”, invitándolos a permanecer “abiertos y amigos de todos”.
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