JERUSALÉN
La presión recrudeció ayer para que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, alcance un acuerdo de liberación de los rehenes en manos de Hamás en Gaza, mientras que el presidente estadounidense lo acusó de no hacer lo suficiente tras la muerte de seis de ellos.
Tras un día de paro convocado por la central sindical Histadrut, Netanyahu pidió “perdón” a los familiares de los rehenes encontrados muertos en Gaza y enterrados en Israel domingo y lunes. “Les pido perdón por no haberlos traído vivos. Estuvimos cerca, pero no lo conseguimos”, declaró en una habitual rueda de prensa. El grupo islamista palestino Hamás, que gobierna Gaza, “pagará un precio muy alto”, añadió.
La muerte de los rehenes, anunciada el domingo, sacó a miles de personas a las calles y desencadenó una huelga general en Israel, en un intento de incrementar la presión para que el Ejecutivo alcance un acuerdo con Hamás.
“Esos asesinos ejecutaron a seis de nuestros rehenes de un balazo en la nuca”, continuó Netanyahu. “Hamás debe hacer concesiones” en las negociaciones, insistió, en referencia a la exigencia de Israel de mantener tropas en el corredor Filadelfia, a lo largo de la frontera entre Egipto y Gaza.
Abu Obeida, portavoz de las brigadas Ezzedine Al Qassam, el brazo armado de Hamás, advirtió que los rehenes israelíes que siguen retenidos en Gaza regresarán “en ataúdes” si Israel mantiene su presión militar.
Ya se dieron “nuevas instrucciones” a los guardias de los rehenes si los soldados israelíes se acercan a ellos, añadió en un comunicado. El grupo islamista, considerado como organización terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea, difundió ayer un video en el que se ve a uno de los seis rehenes fallecidos vivo.
Desde hace meses, Qatar, Egipto y Estados Unidos, mediadores en el conflicto, intentan convencer a Hamás e Israel de cerrar un acuerdo de alto el fuego que incluya la liberación de rehenes y de prisioneros palestinos detenidos por Israel.
Uno de los principales puntos de desacuerdo es el mantenimiento de tropas israelíes en el corredor Filadelfia. El movimiento islamista, sin embargo, reclama que todas las fuerzas israelíes salgan del territorio palestino.
La guerra se desencadenó el 7 de octubre cuando una incursión terrestre de combatientes de Hamás en Israel provocó la muerte de 1.205 personas, en su mayoría civiles, según un recuento basado en cifras oficiales israelíes. Además los combatientes islamistas secuestraron a 251 personas: 97 siguen retenidas en Gaza y 33 murieron, según el ejército israelí.
En respuesta al ataque, Israel prometió destruir a Hamás y lanzó una vasta represalia que ya ha dejado 40.786 muertos en el territorio palestino, según el Ministerio de Salud de la Franja de Gaza.
Estados Unidos, el principal aliado de Israel, acentuó ayer la presión contra Netanyahu. Ante la pregunta de un periodista sobre si el dirigente israelí estaba haciendo lo suficiente para conseguir un acuerdo de liberación de rehenes, Biden respondió: “No”.
El gobierno laborista británico, por su parte, anunció que suspenderá 30 de las 350 licencias de exportación de armas a Israel, partiendo en un “claro riesgo” de que podrían usarse violando el derecho humanitario internacional. “Estoy profundamente decepcionado de conocer las sanciones impuestas” por Londres, reaccionó el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, en la red social X.
En Israel, el seguimiento de la huelga convocada por la confederación sindical Histadrut no fue igual en todas partes. Mientras Tel Aviv y Haifa adhirieron a la movilización, no fue el caso de Jerusalén y Ashkelon.
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