En 2010, Robert F. Kennedy Jr., entonces de 56 años, experimentaba pérdida de memoria y confusión mental tan graves que a un amigo le preocupaba que pudiera tener un tumor cerebral. Kennedy dijo que consultó a varios de los mejores neurólogos del país, muchos de los cuales habían tratado o hablado con su tío, el senador Edward Kennedy, antes de su muerte el año anterior por cáncer cerebral.
Varios médicos notaron en aquel momento una mancha oscura en los escáneres cerebrales de Kennedy y concluyeron que tenía un tumor, dijo en una declaración de 2012 revisada por The New York Times. Inmediatamente se programó un procedimiento en el Centro Médico de la Universidad de Duke por el mismo cirujano que había operado a su tío.
Mientras preparaba las valijas para el viaje, recordó el propio Kennedy, recibió una llamada de un médico del Hospital Presbiteriano de Nueva York que tenía una opinión diferente: creía que Kennedy tenía un parásito muerto en la cabeza.
El médico consideraba que la anomalía observada en sus exploraciones “fue causada por un gusano que entró en mi cerebro, se comió una parte y luego murió”, dijo Kennedy en la declaración.
Kennedy Jr. es conocido como un activista antivacunas y descendiente de una de las dinastías políticas más famosas de Estados Unidos. El ahora candidato presidencial independiente, de 70 años, destacó su práctica de atletismo y su relativa juventud como una ventaja sobre las dos personas de mayor edad que buscan la Casa Blanca: el presidente Joe Biden, de 81 años, y el expresidente Donald Trump, de 77.
COMENTARIOS