ENCUENTRO EN LOS PIRINEOS

Macron recibió al presidente chino pero no pudieron limar asperezas

La plácida vista de las montañas de los Altos Pirineos era el idílico marco que eligió el presidente Emmanuel Macron para homenajear y crear un clima de intimidad con su colega chino Xi Jinping y su esposa, Pen Liyuan. Pero cuando llegaron al Auberge en La Mongier nevaba como en las Himalayas, familiares al jefe de estado chino.

Un ambiente más informal para discutir los temas más difíciles y crear un lazo menos protocolar: la venta de armamento de doble uso a Rusia, la guerra en Ucrania, los autos eléctricos chinos que pueden inundar el mercado europeo, Europa frente a un triunfo de Trump, Taiwán o la defensa que va a emprender la Unión Europea frente a la invasión de los productos baratos chinos.

Esta escapada montañosa es una especie de respuesta a la ceremonia del té, que ambos líderes compartieron el año pasado, en Guangzhou, en la residencia oficial donde vivió el padre del presidente chino, cuando era gobernador de la provincia de Guangdong. Un gesto amistoso, personal, más emotivo.

Sin embargo, no arribaron a acuerdos que puedan destrabar la fricción que sobrevino en las relaciones.

El objetivo era  establecer un diálogo sincero, en particular sobre la cuestión clave de la guerra en Ucrania. Pero fue infructuoso.

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