Al inicio de la guerra en Ucrania, el presidente francés, Emmanuel Macron, abogaba por dialogar con su par ruso Vladimir Putin, pero dos años después se ha convertido en la “bestia negra de Moscú”, que lo califica de belicista.
“¿Qué le pasó a Emmanuel Macron? ¿Perdió al cabeza?”, le preguntó a Putin el presentador pro-Kremlin Dmitri Kisilev. “Resentimiento” por la influencia creciente de Rusia en África, le respondió. Moscú carga principalmente contra las declaraciones del presidente francés el 26 de febrero, cuando no descartó la posibilidad de enviar tropas a Ucrania, generando una controversia internacional y nacional.
Putin le prometió que, si pasaba de las palabras a los actos, le ocurriría como al emperador francés Napoleón, que fue derrotado en su intento de invadir el Imperio ruso en 1812.
“Las consecuencias de estas intervenciones serían realmente trágicas”, agregó el mandatario ruso, para quien una guerra nuclear sería una “amenaza real”. Ambos países son potencias nucleares. Antes incluso de sus controvertidas declaraciones, la embajada rusa en Francia denunció “la irresponsabilidad y el peligro de la implicación cada vez mayor de París en el conflicto ucraniano”.
Para Tatiana Kastouéva-Jean, especialista en Rusia en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (Ifri), el giro de 180 grados de Macron hacia Putin desencadenó este paroxismo.
“Hay una incomprensión: ¿Cómo pasamos de alguien que quiere dialogar con Rusia, ser el mediador, a alguien que toma el liderazgo del bando más duro contra ella?”, resume la experta. “En Rusia, escucharon ‘tropas terrestres’ y, para ellos, esto significaba claramente el envío de la OTAN para ayudar a Ucrania”, agrega. Desde la época soviética, en la visión rusa, la Alianza representa una amenaza existencial. El presidente francés aclaró su posición. Para Macron, la guerra en Ucrania es una amenaza “existencial” para Europa, y Rusia es “el adversario”.
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