El frente 33 de las disidencias de FARC y la organización criminal Los Costeños buscan arraigo social en las comunidades
Niños del Centro Educativo Rural de El Recreo agradecen al Frente 33 de las FARC por los útiles escolares. Los niños sonríen y muestran emoción mientras agradecen la entrega de cuadernos y colores a grupos armados ilegales. Lo que sería un gesto habitual de solidaridad termina en un acontecimiento que genera conmoción en Colombia. En los últimos días, han sido publicados en redes sociales videos de niños en Norte de Santander y en Barranquilla en los que se los observa cuando agradecen a miembros del frente 33 de las disidencias de las FARC y a la organización criminal Los Costeños por su gesto de supuesta generosidad con ellos. Están tranquilos y cómodos. No se les ve el más mínimo temor.
Con total naturalidad, una niña del centro educativo EL Recreo, ubicado en el municipio de Sardinata, tomó la vocería del grupo y de forma contundente se refirió a las ayudas recibidas por unos de los máximos líderes de las disidencias del principal grupo guerrillero que ha tenido Colombia y que, con frecuencia, publica en su cuenta de Facebook videos mostrando sus aparentes obras caritativas: “Le agradecemos al frente 33 de las FARC por estos kits escolares, y especialmente al señor Jaime y al señor Richard. Gracias”, dice la niña.
No es la primera vez que ocurre en Norte de Santander. En junio pasado ocurrió algo similar. En redes sociales fueron publicados videos en donde integrantes del mismo frente 33 lideraban una jornada de integración, un partido de fútbol entre guerrilleros y la comunidad y hasta una ceremonia católica en la vereda Barranchas, una zona rural del municipio de Tibú. Incluso, haciendo el papel del alcalde del municipio, Andrey Avendaño, uno de los líderes del grupo armado, se paró en frente de todos y orgulloso habló sobre el puente y la vía que entregaban a la comunidad: “Nosotros dimos la palabra, la comunidad nos lo pidió y es la carretera que ustedes miran aquí. Queríamos demostrar que sí es posible marcar la diferencia, cuando hay determinación y hay entrega”, dijo Avendaño.
Jhon Robert Chavarro, comandante de la Policía del Norte de Santander, dijo el pasado lunes a RCN Radio que no tiene certeza sobre la veracidad de los hechos ocurridos y que “están verificando con las demás autoridades si es verdad o no lo que se muestra de los grupos armados”. En la misma entrevista, Chavarro manifestó que uno de los ciudadanos con los que hablaron dijo que esto es una “muestra de la falta de presencia del Estado en la región que pone en riesgo a los estudiantes que están a merced de los grupos armados ilegales que quieren imponer su ley”. Esta práctica, además de generar arraigo en la región, tendría como propósito deslegitimar las negociaciones con el Gobierno nacional.
En Barranquilla también se vio a varios niños alegres recibiendo kits escolares. Esta vez fue por parte de Los Costeños, el temido grupo criminal que creció con fuerza tras derrotar al clan Vega Daza en Barranquilla. En la madrugada de este miércoles circularon videos de niños cuando exhibían maletas con cuadernos y colores en Soledad, un municipio del departamento de Atlántico. Y, como si estuvieran en medio de una campaña política, se escucha hablar a un líder del grupo ilegal en donde expresa su preocupación por la educación de los niños de la región: “Para Los Costeños es crucial que nuestros niños estudien para recuperar el tejido social y avanzar en la búsqueda de la paz. Por una costa con educación, costa para los costeños”. Entregar regalos, organizar actividades en la comunidad y hacer vías son las formas más comunes de jugar con la inocencia de los menores, generarles interés y reclutarlos en sus filas para fortalecer los grupos armados en las regiones. De acuerdo con cifras oficiales del Caso 07 sobre el reclutamiento y utilización de niñas y niños en el conflicto armado de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), se calcula que desde 1996 a 2022 hubo entre 19.253 y 23.811 menores de edad reclutados por grupos armados ilegales. Esa práctica no ha parado en Colombia.
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