Alexei Navalny, uno de los líderes opositores más acérrimos y vehementes del gobierno de Vladimir Putin en Rusia, murió hace una semana en una alejada prisión del Ártico, donde cumplía una condena de 19 años por cargos que se consideraban como fabricados políticamente.
Las circunstancias exactas de su fallecimiento aún no se han determinado, aunque se dio a conocer que el día de su deceso de descompuso y luego habría sufrido una “muerte súbita”. Según el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, el servicio penitenciario de Rusia está investigando el hecho.
Tanto familiares como simpatizantes de Navalny aseguran que el gobierno ruso tuvo que ver con su muerte, y así también lo sostienen mandatarios de varios países occidentales.
Con su fallecimiento, Navalny se suma a una larga lista de opositores y críticos de Putin que han muerto repentinamente o en extrañas circunstancias tanto en Rusia como en el exterior.
En esa lista se puede incluir el deceso del bloguero militar ruso Andrei Morozov que falleció ayer, al parecer por suicidio, tras recibir una lluvia de críticas por revelar las fuertes pérdidas militares en Ucrania. Sus partidarios culpan a propagandistas del Kremlin de su muerte. Y también hay que mencionar el asesinato en España a manos de sicarios, del militar ruso Maxim Kuzmínov, que desertó con su helicóptero a Ucrania el año pasado.
Morozov, quien también sirvió como soldado en Ucrania, dijo en su último posteo en redes sociales el miércoles que decidió “autoejecutarse” para que sus camaradas no sufran las consecuencias de sus publicaciones críticas, que disgustaron a los mandos militares. Maxim Pashkov, un abogado que lo conocía, confirmó la defunción, afirmando que Morozov, de 44 años, se suicidó con una pistola.
Conocido por su apodo Murz, Morozov dijo en una publicación reciente que unos 16.000 soldados rusos murieron y unos 300 vehículos blindados se perdieron desde octubre cuando empezó la batalla por el pueblo de Avdiivka. Las tropas rusas capturaron Avdiivka el fin de semana, luego de que las fuerzas ucranianas se retiraron.
Los comentarios de Morozov causaron el enojo de un prominente presentador de la televisión rusa y otros, que pedían enjuiciarlo por “desprestigiar” a las fuerzas armadas. Varios blogueros culparon a quienes atacaban a Morozov por su deceso.
En su último mensaje antes de suicidarse, en su canal de Telegram, Morozov dijo que las autoridades lo obligaron a borrar su publicación anterior sobre las pérdidas militares rusas. Criticó duramente al mando militar por hacer la vista gorda antes las pérdidas y por ignorar las necesidades de los soldados en el frente.
La muerte de Morozov ocurrió en momentos en que las autoridades rusas se han vuelto cada vez más intolerantes previo a las elecciones de marzo, en las que Putin prácticamente tiene asegurada la victoria.
El aparente suicidio de Morozov (para muchos, inducido por el Kremlin) y la muerte de Navalny no son las únicas que levantan sospechas en los últimos tiempos. Ayer, el diario madrileño El País denunció, citando fuentes de los servicios españoles de inteligencia, que el gobierno ruso envió a sicarios que asesinaron la semana pasada en España a un militar ruso que desertó con su helicóptero a Ucrania el año pasado.
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