Después de “Otis”, la basura

Los habitantes de Acapulco, aturdidos por un huracán devastador, luchan ahora contra otra plaga que deja tras de sí la tormenta: la basura acumulada en las calles, que aviva la preocupación por la propagación de enfermedades en el emblemático centro turístico mexicano.

El huracán Otis, que azotó Acapulco en las primeras horas del 25 de octubre, fue la tormenta más poderosa registrada en la costa del Pacífico mexicano, provocando la muerte de decenas de personas y destruyendo miles de viviendas en esta ciudad de casi 900.000 habitantes.

Sus vientos de 266 kilómetros por hora provocaron grandes inundaciones, destruyeron muebles, enseres domésticos y electrodomésticos que fueron arrojados fuera de las casas junto con bolsas de residuos orgánicos en descomposición que han propagado olores pútridos en la ciudad.

El Gobierno ha enviado a miles de soldados para ayudar a limpiar Acapulco, pero los residentes afirman que la basura ha invadido algunas zonas tan rápidamente que incluso el tráfico se ha visto obstaculizado. 

El Gobierno afirma que la limpieza de Acapulco es una prioridad absoluta.  Al ser cuestionado sobre la basura, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que las autoridades están fumigando la ciudad para prevenir enfermedades y que se encargarían del problema. "Se va a limpiar todo", dijo.

Los alimentos, el agua y otros productos de primera necesidad escasearon tras el saqueo de tiendas y la interrupción del suministro eléctrico y las comunicaciones a raíz de Otis, por lo que el Gobierno ha dedicado gran parte de su energía a garantizar que la población reciba suministros esenciales.

Sin embargo, a expertos en la propagación de enfermedades les preocupa que puedan empezar a aparecer enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue, si la ciudad permite que los residuos dañen el drenaje y el suministro de agua.

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