Miles de personas se manifestaron ayer en el centro de la capital de Níger en apoyo al régimen militar que el mes pasado tomó el poder en el país africano, y excolonia francesa, y depuso al presidente Mohamed Bazoum.
La manifestación en la ciudad de Niamey llegó un día después de que el general Abdourahamane Tchiani, líder del golpe del 26 de julio, advirtiera contra una intervención militar externa y prometiera que el período de transición no superaría los tres años.
El golpe creó preocupación en África y el mundo, ya que Níger es un aliado clave de los países occidentales en la lucha contra grupos fundamentalistas islámicos que operan en el Sahel, una larga franja semiárida que bordea el desierto del Sáhara por el sur.
El sumo pontífice pidió ayer una “solución pacífica” en Níger que aporte “estabilidad” al Sahel y expresó su “preocupación” por la realidad del país.
“Sigo con preocupación lo que esta pasando en Níger. Me uno al llamado de los obispos en favor de la paz en el país y la estabilidad en la región del Sahel”, dijo el pontífice tras rezar el Ángelus dominical en el Vaticano. “Acompaño con la oración los esfuerzos de la comunidad internacional para encontrar lo más rápido posible una solución pacífica por el bien de todos”, agregó.
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