Se cumplen 78 años del bombardeo atómico a la ciudad japonesa de Hiroshima, que ocurrió el 6 de agosto de 1945, perpetrado por los Estados Unidos bajo la orden del presidente norteamericano Harry Truman. Se estima que dejó un saldo de 166 mil muertos.
El bombardeo a Hiroshima es, junto al de Nagasaki que ocurrió unos días después, el único ataque nuclear sobre poblaciones humanas y generó la rendición del Imperio Japonés. Además, estos ataques también marcaron el final de la 2° Guerra Mundial.
Entre los 246 mil muertos que dejaron ambos ataques nucleares, se estima que entre el 15 y el 20% murieron por lesiones o enfermedades relacionadas a la radiación. Pero el dato no termina ahí, ya que según datos de la ONU se sumaron otros 400 mil decesos por problemas de salud relacionados a las bombas.
Este hecho fue clave para el final de la 2° Guerra Mundial, ya que Japón era el único país denominado del Eje que faltaba rendirse luego de que lo hicieran Alemania y la Italia de Benito Mussolini.
La posibilidad de prender fuego la atmósfera y acabar con la vida humana
En las últimas semanas se estrenó Oppenheimer, una película dirigida por Christopher Nolan que aborda la vida de Julius Robert Oppenheimer, un físico que fue clave para el desarrollo de las primeras armas nucleares.
Durante la película se menciona en varias oportunidades el miedo que había entre los miembros del Proyecto Manhattan por la posibilidad de que la bomba atómica generase una ignición atmosférica, esto es una reacción en cadena que prendiera fuego la atmósfera que terminara con la vida en el planeta.
Incluso cuando Oppenheimer decidió detonar la bomba, no estaba al 100% seguro de que esto no fuera a ocurrir.
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