Tras el escándalo provocado por la manifestación de ultraderecha que tuvo lugar en París el sábado, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunció ayer que prohibirá que se repita un hecho similar.
Ante el pleno de la Asamblea Nacional, Darmanin aseguró que ha dado instrucciones a todos los prefectos (delegados del Gobierno) para que desautoricen toda petición de manifestación que emane de un militante o de una asociación de extrema derecha.
“Dejaremos que los tribunales juzguen si la jurisprudencia permite hacer estas manifestaciones”, agregó el ministro, quien consideró “inaceptable” lo que sucedió cuando un grupo de personas, en su mayoría enmascaradas, exhibió símbolos de extrema derecha en un homenaje a un militante fallecido en 1994.
Las declaraciones de Darmanin contrastan con las de la primera ministra, Elisabeth Borne, que poco antes había mostrado sus dudas sobre la capacidad de prohibir una manifestación que, a priori, no representaba un riesgo para el orden público. “Nuestra democracia también es garantizar el derecho a manifestarse”, dijo la jefa del Gobierno en una rueda de prensa.
La Prefectura de París aseguró que la manifestación del pasado sábado se viene repitiendo en los últimos años en homenaje a un militante fallecido y en las mismas no se registraron desórdenes públicos, lo que limitaba su capacidad para prohibirla.
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