Nuevos bombardeos de las fuerzas rusas golpearon ayer Kiev y la sitiada ciudad portuaria de Mariupol, en el sureste de Ucrania, donde el presidente Volodimir Zelenski advirtió que casi 100.000 personas permanecen atrapadas en una situación humanitaria extrema, mientras continúan las “difíciles” negociaciones con Rusia.
La capital ucraniana abandonó este miércoles el toque de queda de 35 horas decretado el lunes, después de que un ataque ruso destruyera un centro comercial y causara al menos ocho muertos.
Este miércoles fue también bombardeado un barrio residencial de Kiev situado a cinco kilómetros del frente, donde las autoridades no reportaron víctimas pero sí importantes daños materiales.
“Acababa de volver de fumar un cigarrillo afuera cuando, de golpe, ¡bum! El techo se hundió”, contó uno de los residentes de las viviendas afectadas, donde los bomberos trabajaban en extinguir las llamas.
En tanto, el Ministerio ruso de Defensa reportó algunos avances en el sureste de Ucrania y aseguró haber atacado “infraestructura militar” en todo el país.
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